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Opinión · Otras miradas

España, medalla de oro en marcha atrás

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Estamos en plenos Juegos Olímpicos y ya nos hemos convertido, de repente y sin movernos del sofá, en expertos en deportes que ni siquiera sabíamos que existían hasta hace unos días.

Estos Juegos están siendo peculiares desde el principio.

Ya desde el desfile de apertura, y obviando la oda al aceite de oliva del pecho del abanderado de Tonga, llamó la atención la inclusión por segunda vez de la Delegación de Atletas Refugiados, más necesaria que nunca; 29 atletas liderados por su abanderada, Yusra Mardini, una nadadora de 17 años con una historia detrás brutal:

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Yusra representó a Siria en los Campeonatos Mundiales de Natación en 2012, en plena guerra, pero sólo 3 años después todo saltó por los aires, nunca mejor dicho, cuando su hogar y la piscina donde entrenaba fueron destruidas por un bombardeo y tuvo que huir de su país en una lancha rumbo a Europa.

El motor de la lancha se paró y empezó a hundirse. Yusra y su hermana se lanzaron al mar Egeo, se ataron a la barca con una mano y remaron con la otra para remolcarla durante tres horas hasta poder llegar a la isla de Lesbos.

Consiguieron rescatar a las 18 personas que iban en la lancha con una capacidad para seis, aunque eso le provocó una hipotermia; pero como dijo ella: "Había gente que no sabía nadar. No iba a quedarme sentada y a quejarme de que me iba a ahogar. Si me iba a ahogar, al menos lo haría habiéndome sentido orgullosa de mí y de mi hermana".

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Lo que en nuestro país sería una MENA para los que pasan olímpicamente de los derechos humanos .

Un icono de estos Juegos desde ya, como la bandera olímpica con sus cinco aros de distintos colores entrelazados representando a los cinco continentes unidos por el deporte, un emblema de la cooperación internacional.

Lo que en nuestro país para los que pasan olímpicamente de los derechos humanos sería un “estercolero multicultural”.

España ya lleva varias medallas en estos Juegos, pero deberíamos proponer nuevas disciplinas deportivas para poder tener más posibilidades de metales, por ejemplo, si existiesen medallas en la modalidad de marcha hacia atrás, nuestro país arrasaría en el medallero de Tokyo 2020.

Si no somos capaces de condenar crímenes homófobos y machistas y una portada con dos hombres besándose sigue escandalizando a estas alturas del siglo XXI, somos firmes candidatos a subir al pódium de la homofobia en Europa junto a Hungría o Polonia, esos países tan admirados por nuestra plus ultra derecha.

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El lema de los Juegos Olímpicos pronunciado por el barón Pierre de Coubertin al inaugurar los primeros Juegos de la Edad Moderna en 1896 en Atenas: “Citius, Altius, fortius”, “Más rápido, más alto, más fuerte” parece ser también el lema de la estrategia que están siguiendo algunos medios de comunicación, partidos políticos o miembros de la judicatura para intentar acabar lo antes posible con el Gobierno de coalición y destruir los derechos sociales conquistados durante generaciones en nuestro país.

En esta carrera de relevos marcha atrás entre el PP, Vox, el Opus -valga la redundancia- o Abogados Cristianos por ver quién es más ultra, incluso están intentando reactivar el recurso contra el aborto en el Tribunal Constitucional, con un magistrado encargado de la ponencia que llegó a decir que España es “un paraíso del turismo abortista”.

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Muchos estamentos políticos y económicos de nuestro país parecen más interesados en que vivamos unos Juegos el Hambre que unos Juegos Olímpicos; se han mostrado en contra de cualquier avance económico o social para los más desfavorecidos, desde la subida del Salario Mínimo Interprofesional a regular el precio de bienes de primera necesidad como el alquiler o la electricidad.

No dejemos que nuestros políticos sean como esos malos deportistas que se quitan la medalla de subcampeones con rabia por no haber conseguido subir a lo más alto, cuando lo elegante es volverlo a intentar con deportividad en la siguiente competición.

La derecha en nuestro país debería aplicarse el lema olímpico y tan democrático de “lo importante es participar” y que hay que saber perder -y también ganar-; aunque ellos están demostrando ser más partidarios de la doctrina Trump que de Coubertin.

Y como me he venido muy arriba estos días viendo deportes me voy a permitir acabar dando un consejo a Pablo Casado como “experto” en atletismo:

“El atleta que corre por el carril más a la derecha en una carrera parece que lleva mucha ventaja sobre el resto mientras va en la curva, pero al llegar a la recta de meta descubre que hay muchos más atletas en los carriles del centro que le han adelantado y acaba perdiendo la carrera”.

Si con esto, Pablo, no te convalidan un master en atletismo por la universidad de Tokyo, yo ya no sé…

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