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Opinión · Otras miradas

¿Qué se está moviendo en la izquierda? De Yolanda Díaz a Iñigo Errejón, retos y oportunidades

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Son tiempos de transición entre un ciclo que se cierra y uno nuevo que se quiere abrir paso. La dimisión de Pablo Iglesias el pasado 4 de mayo y el paso adelante de Yolanda Díaz para liderar el espacio del cambio son un punto de inflexión, pero no únicamente. La entrada en los gobiernos autonómicos y central ha modificado profundamente el papel del espacio del cambio en este ciclo, pasando de la irrupción ciudadana del 2015, a la consolidación institucional y la capacidad de transformar las políticas centrales de este país.

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Tenemos, ante nosotras, nuevos retos y nuevas oportunidades. Las constantes reconfiguraciones internas de este amplio espacio, con la pérdida de cuadros y liderazgos, sumado a una ruptura emocional y política que supuso tanto Más País como Adelante Andalucía, nos ha hecho perder contacto con la realidad política y ha generado una desafección en el campo popular. Una desafección que ha tenido consecuencias electorales y que ha permitido que la extrema derecha avance posiciones.

Llega un tiempo para el que es necesario un rearme teórico y un nuevo rumbo estratégico. La socialdemocracia ha recuperado todos los gobiernos del norte de Europa y el de Alemania por primera vez en 60 años; y en Canadá, los conservadores no fueron capaces de recuperar la presidencia. Existe una ola por el trabajo, los derechos, lo público, el ecologismo y el feminismo que ya se nota en otras latitudes. La derecha está más rota de lo que creemos y, si analizamos lo que ha ocurrido en esos países y las necesidades que tenemos en el nuestro, podemos definir una hoja de ruta para el debate.

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Ahora mismo, hay dos grandes apuestas que se están dibujando en el espacio del cambio de España. He querido darles nombres para visualizar más fácilmente lo que se está moviendo:

-El laborismo feminista de Yolanda Díaz. Ministra de Trabajo con una excelente valoración ciudadana, Yolanda Díaz se ha erigido como el liderazgo de la gente trabajadora de nuestro país. Su buena sintonía con los sindicatos y su capacidad de conseguir medidas de calado en defensa de los salarios y los puestos de trabajo (SMI + ERTE) son dos avales principales que configuran un perfil central en la política española. Su credibilidad al mando de la gestión le ha otorgado la responsabilidad de liderar el frente amplio que aún está en fase embrionaria. A esta vertiente puramente laborista le ha sumado de forma importante el impulso feminista, dibujando un proyecto que podemos definir como laborismo feminista, con muchas posibilidades de consolidar una hipótesis política nítida. Una alianza entre explotados (clase) y sujetos oprimidos (mujeres) ofreciendo un nuevo rumbo de país centrado en la ampliación de derechos y en la consecución de un gobierno al servicio de las mayorías frente a los abusos del gran capital.

-El soberanismo verde de Iñigo Errejón. Iñigo Errejón, por su lado, está inscribiéndose en la apuesta verde europea pero con muchos matices. En su libro Con Todo, dibuja su nueva apuesta estratégica intentando casar el nacional-populismo del que proviene con el ecologismo político. Una síntesis que podríamos denominar soberanismo verde, que, además, se plasma en la realidad con su mirada plurinacional y soberanista de España. Un discurso fresco en el que ya denuncia –escribí sobre eso también en un artículo anterior- las derivas individualistas de cierto ecologismo de las élites y la necesidad de poner el foco en las grandes fortunas y multinacionales, así como en la recuperación de las soberanías (como la capacidad del pueblo para decidir su propio destino), entre ellas la energética.

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Aparte de estas dos grandes apuestas institucionales y electorales, se observa por fuera un ambiente cultural de impugnación al ciclo. Son los outsiders, cuya cabeza más visible es la escritora de enorme éxito editorial Ana Iris Simón. Ana Iris Simón como una voz de la España vaciada y una tesis política basada en la recuperación de los lazos orgánicos (familia, patria) y así como de la identidad nacional española, bajo la idea de que 30 años de neoliberalismo han destrozado los vínculos colectivos, las esperanzas y oportunidades laborales de las jóvenes.

Aquí, a grandes rasgos, el mapa actual. E indisociable de todo este magma naciente, no podemos dejar de nombrar la importancia de los debates territoriales, pues la defensa de un modelo territorial define el modelo de Estado que queremos y también el proyecto de país que dibujamos.

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A mi parecer, hay elementos muy potentes en cada una de las apuestas. Una síntesis no es imposible y podría forjar los cimientos para la consolidación de un nuevo espacio político con capacidad de reconectar con el pulso de nuestro pueblo y poner encima de la mesa las transformaciones pendientes. Una idea de España, inclusiva y plurinacional, que incorpore la defensa de la gente trabajadora y la hoja de ruta de la transición verde como palanca de transformación productiva. Una idea de España que dispute nuevas formas de comunidad y ser en común, y lo haga impulsada por una nueva mirada feminista. Esa idea de España es totalmente posible.

Tenemos que trabajar para ello en los próximos meses, con generosidad, sin excluir a nadie ni a ninguna voz, recuperando a los que se fueron e incorporando a los que vienen.

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