Opinión · Otras miradas
La necesidad de un proyecto sólido de la izquierda
Coordinador Provincial de IU Córdoba. Politólogo, Coordinador General d’Esquerra Unida de les Illes Balears. Geógrafo
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Son muchos los retos que como sociedad debemos afrontar en unos tiempos de absoluta incertidumbre. No es que el desarrollo de la humanidad haya estado escrito en un manuscrito bíblico, pero nuestra volátil realidad pudiera quedar reflejada con la aseveración de Lenin "Hay décadas en las que no pasa nada; y hay semanas donde pasan décadas". Son tiempos donde se concatenan hechos determinantes y relevantes y, ante ello, hay que actuar, debemos actuar.
La crisis del neoliberalismo, el exponencial aumento de las desigualdades, la pobreza y la explotación, la concentración de la riqueza por parte de las oligarquías, la caída del mundo unipolar de EEUU y su hegemonía global, la insostenibilidad ambiental, el crecimiento de las ideas reaccionarias y neofascistas, etc. forman parte de nuestro mundo global y, evidentemente, de nuestro país. Un país que sufre la ofensiva del gran capital, debido a su insostenibilidad social, mostrando como nunca sus debilidades. Con compañías eléctricas que expolian a nuestro pueblo a través de un derecho básico como la luz, con fondos de inversión avanzando hacia la vivienda, las pensiones, la educación, la sanidad, con una patronal que niega sueldos dignos a través del aumento SMI o descolgándose de los diferentes convenios colectivos, con unos medios de comunicación en manos de los poderes económicos y que, día a día, determinan nuestra cosmovisión, con unas estructuras judiciales al servicio de las élites, con un PSOE que frena las políticas transformadoras y no pretende alterar el status quo de un sistema y un modelo neoliberal, oligárquico y antidemocrático... Esto no solo nos obliga a que las izquierdas construyamos un proyecto sólido, real y popular que aspire a ser hegemónico en el ámbito de las ideas, de lo social, cultural, político y electoral, sino que nos obliga a iniciarlo ya, no vaya a ser que nos pille reunidos y hayan pasados los días y los años para finalmente lamentarnos de que llegamos tarde y de que los molinos se hayan convertido en auténticos gigantes.
La provincia de Córdoba, que limita con Extremadura y Castilla-La Mancha y con las provincias de Jaén, Sevilla y Málaga, avanza en la despoblación, con una población muy envejecida y con un territorio desindustrializado, con desempleo, precariedad y explotación laboral, ya sea en el sector de la hostelería, servicios, construcción o agricultura, con unas trabajadoras y trabajadores autónomos obligados a serlos y "emprendiendo" en su autoexplotación por lo evidente. A su vez, con un creciente aumento de la concentración de la propiedad de la tierra e inmobiliaria, con barrios sumidos en la absoluta pobreza (liderando los terribles rankings), con pensiones de las más bajas del país mientras sustentan familias enteras, etc.
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Las Islas Baleares, por su parte, tiene elementos en común con casi toda la costa levantina mediterránea, con quien limita, como una realidad dependiente del monocultivo turístico, que nos hace extremadamente vulnerables a elementos exógenos y que genera una dinámica de acumulación de capital por parte de las oligarquías mundiales turísticas, que replican el modelo de desarrollo turístico Balear (Balearización) por todo el globo. Este modelo económico es profundamente rentable para algunos, pero genera miseria al resto de población. Casi 300.000 trabajadores tendrán una pensión de miseria al cotizar sólo seis meses al año, por no contar un modelo de explotación salvaje de las trabajadoras, que fomenta el fracaso escolar, al no necesitar formación el sector turístico. La visión exterior de una comunidad autónoma rica no es más que una ilusión para la mayoría social, condenada a la precariedad, trabajando seis meses para vivir todo el año, con el precio de la vivienda disparado, que imposibilita la vida. Cada día más, en Mallorca, se escucha el dicho de que "o heredas o compartes vivienda". La realidad insular nos hace especialmente sensibles, siendo primero un territorio fragmentado y por tanto incomunicado entre sí y con el resto del estado. Este hecho obliga a importar nueve de cada diez elementos de consumo, encareciendo el coste de vida. La dependencia exterior, la incapacidad de competir industrialmente, debido al no desarrollo del REIB expuesto en la Constitución Española sólo de adorno, así como los incesantes procesos de deslocalización industrial incesantes desde hace 40 años.
Esas dos realidades están unidas por un elemento transversal que nos arrastra hacia el desastre, el capitalismo y sus consecuencias. Desde nuestra lejanía física y diversidad geográfica, cultural, social, económica, histórica y política sentimos la necesidad y la obligación de contribuir a la construcción de un proyecto de unidad de las izquierdas que responda a las necesidades de nuestra sociedad y de la mayoría social trabajadora, por ello proponemos nuestra visión con el propósito constructivo de que este sea una realidad tangible.
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Fortalecimiento de las organizaciones obreras y de izquierdas: Los inicios de la Revolución industrial provocaron de forma inmediata que la clase trabajadora se autoorganizase para defender, propugnar y desarrollar un sistema económico, político y social al servicio de sus intereses de clase. El movimiento obrero construyó sus organizaciones obreras, de clase y de izquierdas como la genuina herramienta de nuestra clase para la transformación de la sociedad desde las diferentes y diversas concepciones y visiones ideológicas. Las organizaciones obreras han sido vanguardia en las luchas y logros para conquistar derechos y libertades y conseguir avances democráticos y de justicia social para la humanidad. Por ello, para el capitalismo y el fascismo (como estado de excepción y como máxima expresión de un capitalismo violento y en crisis), la eliminación de la izquierda organizada y la militancia es una condición sine qua non. Un proceso que se ha repetido de forma sistematizada y global a lo largo de la historia y, evidentemente, también en nuestro país. Esto nos debe situar en el convencimiento y en la tarea del fortalecimiento de las organizaciones obreras y de izquierdas, la vertebración y estructuración de las mismas y el avance y compromiso político de la clase trabajadora hacia la militancia, que suponen hoy el mayor reto para situar nuestros objetivos políticos y transformadores como una alternativa real.
El fortalecimiento y ampliación de los espacios de unidad (expansión y democratización) y la necesidad de potenciar las diversas organizaciones, así como su ampliación en número, es proporcional al enriquecimiento de nuestros espacios de unidad. Para ello los espacios de unidad necesitan de un trato y de unas relaciones de igual a igual, respetuosas y profundamente pragmáticas y operativas, en consecuencia una democratización de los mismos. El fortalecimiento de nuestras organizaciones debe ir paralelo a la consolidación y solidez de nuestros actuales espacios de unidad, con un marcado objetivo de ampliar, crecer y extender y, a su vez, con un proyecto político amplio, consensuado, ilusionante y que pueda cumplir las expectativas que necesita nuestra sociedad.
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Un espacio en el que referentes y personalidades de nuestra sociedad puedan sumarse y volcarse, donde el compromiso personal, las trayectorias vitales y los conocimientos puedan ser parte consustancial del proceso en pro de un proyecto colectivo, organizado y amplio. En relación a lo anterior, usando este último término y parafraseanado a Felipe Alcaraz, en el que hacía un llamamiento a un frente amplio constituyente, debemos evitar lo que denomina el propio Felipe Alcaraz como "carmenización" del proyecto. Un riesgo a evitar y del que debemos ser conscientes y consecuentes.
El proyecto de unidad de la izquierda podría ser un asunto complejo, el pensamiento, la razón y el debate crítico es algo sui generis en las izquierdas, que forma parte de la peor y de la mejor de nuestras tradiciones, avancemos hacia la mejor de las mismas para ayudar a desarrollar el proyecto. La superación del capitalismo se construye en torno a un proyecto alternativo. Julio Anguita recoge en uno de los artículos publicados en su libro póstumo Vivo como hablo cuáles son las fuerzas para construir un proyecto político alternativo al capitalismo. La afirmación es clara y concisa: "Movimiento obrero, rebelión de los pueblos tercermundistas, ecología política y enfoque de género". Más tarde, define los cuatro contenidos programáticos "irrenunciables": protagonismo de lo público. En economía, enseñanza, sanidad y políticas sociales; democracia integral y radical en todas sus vertientes, especialmente en la de género; laicidad efectiva del Estado y la consecución de la III República federal española.
Por tanto, no dejemos que el árbol nos impida ver el bosque, no creamos que está todo hecho, tenemos una enorme empresa que realizar, la de crear contrapoder. Este mismo debe responder a la unidad de acción y programática con sindicatos, movimientos y entidades sociales así como generar un consenso político que se fundamente en la transformación de nuestra realidad, basada en, como diría Marcelino Camacho, "no hay que hacer las políticas posibles, sino hacer las políticas necesarias". Estas no pueden ser otras que la de construir unidad política, sindical y social entorno a una propuesta tangible, necesaria para las clases populares y trabajadoras de este país, que no pueden seguir subyugadas a un sistema, cruel, inhumano, egoísta e injusto. Empecemos pues, compañeras, el futuro empieza hoy y lo construiremos entre todas.
"Volveremos pero seremos millones".
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