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Opinión · Otras miradas

Política S.A: ¿quién demonios manda aquí?

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En un periodo de 30 años el capitalismo se ha radicalizado, concentrando en muy pocas manos muchísima riqueza. Hoy día, las decisiones que salen de las 10 empresas con más capacidad bursátil (entre ellas Apple, Microsoft y Amazon) pueden, y de hecho lo hacen: estirar los límites naturales del mundo conocido, obligar a gobiernos a modificar políticas, o condenar al cierre a millones de comercios locales.

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Amazon, por ejemplo, presiona a las tiendas físicas con precios a la baja. Gobiernos de todo el mundo tratan de definir una nueva política monetaria para evitar una inflación desorbitada. Detrás de multinacionales y grandes lobbies empresariales, hay partidos políticos que actúan en las instituciones como simples fedatarios. En España, votar a la derecha es votar que te gobierne una gran empresa; parece democracia pero no lo es.

En el pleno de presupuestos de las Islas Baleares ocurrió algo relevante: el portavoz del Partido Popular criticó al Govern por querer decidir a qué proyecto se destina dinero público. Y dijo: "Que sean las empresas, que saben cuáles son los nichos de mercado, las que digan: el futuro debe ir por aquí".

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Ante nuestros ojos, el portavoz del PP verbalizando un golpe de Estado en sede parlamentaria: las empresas privadas decidiendo por dónde debe ir nuestro futuro. Ahí estaba, el pulso entre aquellos que tienen sus intereses puestos en otro asunto que, desde luego, no son las mayorías sociales. Puede que la batalla cultural no se trate de derecha o izquierda, ni siquiera los de abajo contra los de arriba en el sentido tan estricto, sino en algo mucho más perverso: democracia contra plutocracia. Que gobierne la gente o que nos gobiernen las grandes corporaciones.

En España, el precio de la energía se decide en los consejos de administración de grandísimas empresas como Endesa, Iberdrola, Gas Natural-Fenosa, que cuentan con importantes excargos públicos tanto del PP como del PSOE. Cuando Unidas Podemos dijo que había que poner tope al precio , el PSOE dio un “no” rotundo.

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Algo muy parecido ocurre con los precios del alquiler, determinados por fondos buitres y los bancos. Tras la defensa de las contaminantes macrogranjas están las grandes corporaciones cárnicas. Cuando haya que elegir entre la salud de un país, el bienestar animal o la sostenibilidad medioambiental; las derechas y el PSOE protegerán el dinero de unos pocos. En cada reforma laboral, desde hace 40 años hasta ahora, los trabajadores y trabajadoras habían perdido todo su poder de negociación; pero, ¿en favor de quién? De la patronal.

Durante varias décadas, los economistas americanos Frydman y Saks recopilaron datos sobre la evolución en la relación de los ingresos de los tres principales gerentes generales de empresas y el ingreso promedio del trabajador. Pues bien, entre los años 40 y 70 la relación de ingresos era de 1/40; pero a partir de los años 80 por cada euro que ingresaba el trabajador, la empresa ingresaba 200. Incluso en tiempos de pandemia hemos visto cómo los ricos se hacían más ricos. Durante la pandemia se evidenció cómo muchísima gente en este país sufre pobreza energética, al mismo tiempo se desveló que las eléctricas sumaban beneficios grotescos año tras año.

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“Que sean las empresas las que digan: el futuro debe ir por aquí”, resonó esa frase en el Parlament de las Islas Baleares y el destino de la democracia se tambaleó a los pies de millones de personas de este país. Esa interesada visión política protege privilegios de las élites y por otro lado, decreta la desigualdad como un suceso aleatorio.

Treinta y tres monedas de plata y la derecha, siempre ajena a los problemas reales de las mayorías sociales, entrega la democracia a un socio empresarial. Así es como el bipartidismo y la extrema derecha embrutecen el noble oficio de la política, que pasa de un servicio a tu país a servir al que oprime a tu país.

¿Democracia real o consejos de administración? ¿Quién gobierna? ¿Para quién gobierna quien gobierna? Una de las cuestiones que habrá que decidir en las próximas elecciones y que cada vez se ve más claro: o el sistema socioeconómico que nos ha llevado al colapso y a las grandes desigualdades o el futuro amplio de consensos que cede a favor de la protección de los derechos de las mayorías sociales.

¿Quién manda aquí? ¿El gobierno elegido por la gente o el dinero? ¿Para quién gobiernan todos aquellos que nos habían sometido a esos alquileres desorbitados? ¿Para quién gobiernan los que nos quitaban derechos laborales en cada reforma? ¿Para quién gobiernan los que abaratan el despido? ¿Democracia o élite? Hay que elegir.

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