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Opinión · Otras miradas

El refugio, el exilio y la humillación

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Me llamo Tesh Sidi. Nací en los campamentos de refugiados saharauis en los noventa. Eran tiempos hostiles, tiempos de posguerra, de exilio y, sobre todo, tiempos de una esperanza que estaba depositada en las Naciones Unidas y el objetivo de celebrar un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui.

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Mi madre me cuenta que tuvo que exiliarse de su casa en el Aaiun, en el Sahara Occidental, y que tuvo que cuidar de sus siete hermanos con apenas 18 años. Me dice que tuvo que crecer de repente, ser madre y construir de la nada un hogar en el desierto más inhóspito del mundo.

Me trajo a este mundo una médica cubana que tuve la oportunidad de conocer a las 12 años, vi en su cara la cara de sorpresa y me contestó de repente: “Eres un jodido milagro, tanto tú como tu mellizo, no doy crédito que hayáis sobrevivido, mellizos nacidos antes de tiempo y con una madre con una anemia muy grave”. Lo cierto es que las madres saharauis han sido las que nos han dado el pecho por la escasez de recursos. No había absolutamente nada.

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Vine a España en 2002 gracias al programa Vacaciones en Paz con una familia de acogida española establecida en Banyeres de Mariola, en Alicante. Pasé muchos veranos y siempre me asombraba que aquí había grifos de agua, un lujo para la mente de un niño que tiene que ir por agua a kilómetros. Mi primer verano sólo quería llevarme grifos de agua.

Llevo viviendo en España desde 2007. Conseguí quedarme en España porque mis padres biológicos son españoles. Nacieron cuando el Sahara todavía era era una provincia española. Fue entonces cuando comenzó mi lucha por regularizar mi situación como migrante. Estuve tres años, siendo menor, con ningún papel ya que todas las instituciones me respondían: “No existes..”, “Has nacido en el limbo legal”. Gracias a Argelia conseguí un título de viaje como pasaporte para poder tramitar un NIE.

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Pero este drama no se ha resuelto hasta quince años después, cuando finalmente el Ministerio de Justicia me ha considerado ciudadana española por residencia legal, no por ser hija de españoles. Algo discriminatorio y un caso claro de racismo institucional al pueblo saharaui. A los saharauis no se les aplica el régimen de colonia, tenemos que estar 10 años de residencia legal y en mi caso hasta cuatro años de trámite de nacionalidad.

Cuando finalmente me concedieron la ciudadanía española acudí al Registro Civil de Alcoi (Alicante), para jurar. Durante la posterior inscripción se me negó la posibilidad de inscribirme porque mi partida de nacimiento está expedida por el La República Árabe Saharaui Democrática, documentos con los que previamente el Ministerio de Justicia me había concedido la nacionalidad.

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No daba crédito a esta discriminación, a la arbitrariedad institucional hacia el pueblo saharaui. Me exigieron hacer una prueba médico forense para determinar mi edad  y que trajera a mis padres asentados en un campo de refugiados para testificar mi nacimiento. No daba crédito. Llevo en España desde los 12 años, soy ingeniera informática por la Universidad de Alicante, estudié la ESO, el Bachiller y un máster aquí… Por sumar en la titulitis que exige este país. Ni los requisitos de Vox son tan estrictos.

Por culpa de este limbo legal llevo diez años sin poder ir a ver a mi madre, han nacido mis 5 sobrinos, no los conozco, se han casado mis hermanos y no pude estar allí. Solo me da miedo que un día mi madre no esté y no haya podido despedirme de ella.

Esto es en resumidas cuentas lo que sufrimos los saharauis: el refugio, el exilio y la humillación tanto por parte del Gobierno como por parte de las diferentes administraciones públicas. Parece que hay órdenes del Ejecutivo para cerrarnos las puertas.

Me hace gracia cuando veo al Gobierno escudarse en la ayuda humanitaria a los refugiados saharauis, cuando se olvida de la otra mitad de saharauis bajo la ocupación marroquí. Son saharauis que no conocen lo que es dormir por la noche sin tener el sentimiento de vigilancia presente. Esa ayuda humanitaria en la que se excusan muchas veces es subvencionada por el expolio de nuestros recursos naturales. Como siempre digo: "Comía sardinas en lata procedentes de mi país".

Puede que todo esto sean sentimientos que importen poco al Ejecutivo, pero son las consecuencias de la ocupación, de apoyar al opresor, al genocida y de alejarse de la legalidad internacional.

La posición del gobierno del PSOE no es ninguna sorpresa para el pueblo saharaui, desde Felipe González, Zapatero y ahora Sánchez ha sido traición tras traición. Lo que me sorprende es la hipocresía en un momento que estamos apoyando al pueblo ucrananiano en su justa lucha y nos dan un zas en la cara apoyando la ocupación ilegal de Marruecos en el Sahara Occidental.

En cuanto a mi opinión personal, me parece un suicidio en la política exterior de España, ahora que dependemos tanto del gas y de Argelia. Argelia es el país que ha apoyado todos estos 47 años al pueblo saharaui, nos ha acogido y nos ha tendido la mano como un igual. España recibe el 40% del suministro del gas de Argelia y con esto ha quebrantado una relación de vecindad, sucumbiendo así al chantaje de la dictadura de Marruecos.

Pero esta decisión ha sido tomada sólo por Sanchez, ha sido ideada e impulsada por EEUU. Actualmente EEUU es la que decide en la política exterior española y ha sido todos estos años el avalista junto con Francia de la ocupación y genocidio de Marruecos en el Sahara Occidental.

Como ciudadana española me siento engañada tanto por el PSOE como con la parte del Gobierno de Unidas Podemos. Un tuit no resuelve el conflicto ni nos consuela como saharauis, lo he dicho en varios medios: es propaganda barata por parte de los políticos que están intentando ser influencers y poco más.

Me llamo Tesh y soy saharaui y eso no cambiará ningún posicionamiento. Es un sentimiento que no se doblega. He conocido el coraje, la lucha y la dignidad desde que nací. Mi familia y todos los saharauis se merecen respeto, pero ya no pueden esperar eso del gobierno de España.

Lo triste es que la guerra nos haya devuelto la esperanza y haya encendido una mecha en la juventud saharaui, una juventud preparada con muchísimos recursos que pueden defender nuestro derecho con solo parpadear. Pero siempre quedará gente romántica como yo que sigue creyendo en los derechos fundamentales.

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