Opinión · Otras miradas
Colonia, entre el fanatismo y la exclusión
Militante de Die Linke
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Angela Klein
Militante de Die Linke
La pasada Nochevieja, la ciudad de Colonia fue escenario de una oleada de ataques que, aunque menos masivos, también se cometieron en Hamburgo y Stuttgart. Según la Policía, unos mil hombres asaltaron a las mujeres que se encontraban en la plaza situada junto a la estación central de trenes de Colonia entre las diez de la noche y las cinco de la madrugada. Fueron rodeadas, insultadas, robadas y acosadas sexualmente. Una de las mujeres denunció que llegó a notar "dedos en todos los orificios" de su cuerpo. A otra le arrancaron las medias. Otra víctima fue rodeada por 30 hombres y, mientras le llamaban "zorra", le manosearon entre las piernas, el pecho y las nalgas.
La Policía local envió a 143 agentes, que se sumaron a los 70 de la Policía federal que se encontraban en el interior de la estación. No fueron capaces de hacer frente a la situación. Según un informe interno de la Policía, que llegó a manos de los medios de comunicación, los agentes identificaron a 71 hombres, detuvo a 11 y presentó cargos contra 32. El documento recoge que la mayoría de los indentificados enseñó una tarjeta de registro de la oficina federal para inmigrantes y refugiados. Los 32 hombres que fueron acusados, siempre según el informe policial, eran diez argelinos, diez marroquíes, cuatro sirios, cinco iraníes, un iraquí y un estadounidense.
Aunque los agentes habían despejado la plaza a las once y media de la noche, no evitaron que se cometieran los ataques. El jefe de Policía de la ciudad dimitió tras el aluvión de críticas que recibió el cuerpo.
Tres cuestiones deben ser planteadas:
1- ¿Conocía la Policía cuál era la situación de la plaza cuando comenzaron los disturbios? En ningún caso tomó precauciones. Los jefes de la Policía de Colonia y el Ministerio del Interior del Estado Federal del Norte de Rhine Westphalia se culparon entre sí.
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2- Tras los sucesos, la Policía trató de ocultar lo que realmente había ocurrido.
3- La Policía respondió, en todo caso, a los robos. Las víctimas de los ataques denuncian que durante los abusos sexuales los policías simplemente se quedaron "observando". Incluso una agente que también sufrió un ataque de este tipo tampoco recibió la ayuda de sus compañeros. Esto entra dentro del comportamiento general de la Policía y de las autoridades alemanas hacia el acoso sexual, que en Alemania todavía se considera como algo menor que no está castigado por la Ley.
En un primer momento, las fuerzas políticas de la izquierda respondieron condenando la instrumentalización que hizo de los sucesos los movimientos de extrema derecha, como Alternativa para Alemania (AfD) y Pegida, que aprovecharon para atacar una vez más la política hacia los refugiados. Pese a que esto es, por supuesto, correcto, a la izquierda le resulta difícil reconocer que desde hace años (incluso antes de la actual crisis migratoria) bandas procedentes del Norte de África operan en diferentes ciudades alemanas, algo que la Policía sugiere en un informe interno (Informe Casablanca) que poco a poco ha dado a conocer al público. No estamos seguros de qué debemos pensar ante esto. Sin embargo, sería poco realista creer que Alemania puede seguir siendo una excepción. ¿Por qué la desesperación de las sociedades norteafricanas no iba a tener efectos en las calles de las ciudades alemanas?
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Tenemos que aprender a condenar estos actos dejando a un lado identidades culturales, justo al contrario de lo que hacen los que tienen como principal objetivo la exclusión. Los días en los que las mujeres eran víctimas de un acoso sexual desenfrenado no se remontan mucho tiempo atrás. Los movimientos feministas relegaron las conductas patriarcales a un segundo plano, pero la creciente reacción violenta de la derecha podría hacer que ganaran terreno una vez más.
Por lo tanto, es alentador que después de Nochevieja muchas mujeres denunciaran los ataques y que muchos grupos e iniciativas criticaran el menosprecio con el que la ley trata el acoso sexual pidiendo un mayor castigo en el código penal y que, sobre todo, condenaran ─casi por unanimidad─ todos los intentos de agitar la xenofobia para, en nombre de los derechos de las mujeres, atacar las leyes de asilo. Una semana después de los sucesos, una manifestación de mujeres se unió en Colonia a una marcha en contra de Pegida. Para este sábado, inmigrantes sirios están convocados a otra manifestación en solidaridad con las mujeres atacadas. Dos ejemplos alentadores de solidaridad entre las partes más discriminadas de la población.
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