Opinión · Otras miradas
Al cabo de la calle
Diputada del PSOE en el Congreso
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A menudo se acusa a la gente de la política de no estar “pegada a la calle”, de no saber ni querer atender a lo que realmente importa a la ciudadanía. Y sinceramente, no creo que sea demasiado justa esa afirmación, generalista y en muchas ocasiones gratuita.
En primer lugar, porque la mayoría de las personas que trabajamos en política en alguna etapa de nuestra vida no venimos de Marte. Somos personas con familia, cuadrilla, compañeras de clase y vecinas. Que estamos en las AMPAS, en el deporte escolar o en el barrio en la comisión de fiestas.
En muchos casos venimos de ámbitos profesionales y laborales diferentes al árido mundo político y no vivimos en ninguna “burbuja de poder”.
Y sí, ciertamente gobernar y legislar es algo complejo, con muchas interconexiones. Con juegos de dominó, donde si mueves una pieza, las otras se pueden tambalear y lo que a veces es más desconcertante: Son otras manos las que mueven las fichas, en Bruselas, Estados Unidos o Marruecos. A veces, no siempre se puede llevar a cabo todo lo que una se propone en política. Uno de mis grandes aprendizajes en política es cuántas barreras hay que ir franqueando para hacer un trabajo legislativo riguroso, a la vez que honesto, pero a pesar de eso hay que documentarse, dialogar y contrastar.
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Y en este oficio de la política, en este servicio público, sí se escucha, por lo menos mi experiencia es ésa. Es también nuestro trabajo. No siempre se comparte lo que se recibe por parte de colectivos o personas a nivel particular, pero en mi Grupo Parlamentario se escucha. Son muchos los colectivos a los que se atiende, a los que se recibe, con los que nos reunimos.
Uno de los muchos ejemplos es lo ocurrido la pasada semana con la ratificación del Convenio 189 de la Organización Internacional de Trabajadores -OIT- para trabajadoras del hogar. 600.000 trabajadoras del hogar en España que, después de más de una década, ven equiparados sus derechos a los del resto de trabajadores y trabajadoras. Años de esfuerzos y reivindicaciones de mujeres, en su mayoría migradas, muchas en situación de vulnerabilidad, que a pesar de tantas dificultades han sido capaces de hacer oír su voz.
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Han sido muchas horas de escucha, de trabajo en común con ellas, a nivel individual y con colectivos que las representan, y que el pasado jueves nos acompañaron en ese día tan especial.
Porque, obviamente, la otra parte de la escucha es que sea una escucha activa. Porque en este ejemplo, ningún Gobierno hasta ahora había dado el paso de llevarlo al Consejo de Ministros y posterior envío a las Cortes.
Como éste, hay muchos ejemplos de Leyes que son aprobadas con un ingente trabajo previo de escucha, contraste y diálogo con colectivos y personas a nivel individual.
Porque todo no va a ser insultos y búsqueda de titulares gruesos. Siempre hay mucho más. Invito a quien quiera a que intente mirar más allá. Más allá del ruido y la crispación. Porque el precio del combustible, el bienestar animal, el cambio climático, la cooperación al desarrollo o la abolición del proxenetismo se trabajan muy y mucho con la sociedad civil. Esa sociedad civil que está al cabo de la calle y que a las y los diputados socialistas no nos queda nada lejos. Nada.
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