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Opinión · Otras miradas

Ni OTAN, ni Reagan, ni Papa que nos bendiga

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EHGAM [Euskal Herriko Gay-Les Askapen Mugimendua] lleva dando caña desde los años setenta. Un encuentro casual en la feria Durango fue la semillita para organizarse y el contexto sociopolítico les marcó los primeros objetivos de su agenda. En junio de  1977, en Barcelona, se celebraba la primera manifestación del Orgullo y en noviembre de ese mismo año, en Bilbao, la segunda. EHGAM, el Comité de Prostitutas de Cortes, el Comité de Apoyo a la COPEL, la Asamblea Feminista de Bizkaia y los primeros objetores de conciencia se organizaron en la Coordinadora de Marginados de Bilbao para pedir la abolición de Ley de Peligrosidad tras la muerte en prisión de María Isabel Gútierrez Velasco.

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EHGAM sabía ya que la agenda del movimiento LGTBQI+, aunque entonces no lo nombrasen así, iba más allá de aquellas siglas y apostaron por moverse cerca de otras luchas. La diversidad de su agenda se vislumbra en los temas de los que se preocupan en los textos de Gay Hotsa, la revista que estuvieron publicando entre 1977 y 1995. En su primera portada, por ejemplo, denunciaban la situación de las y los presos sociales en las cárceles españolas. Trabajaron en la clandestinidad hasta 1983, tres años después de que Euskadiko Ezkerra, PCE y PSE-PSOE, gracias al trabajo previo de EHGAM en esa línea, presentasen en el Parlamento Vasco una proposición no de ley solicitando la legalización y reconocimiento de EHGAM y de ESAM [Emakumearen Sexual Askatasunaren Mugimendua]. Ese mismo año, por cierto, se reformó también el Código Penal para la despenalizar la operación de reasignación de sexo.

La revista Gay Hotsa es una fuente muy poco explorada hasta ahora para conocer cuáles fueron las primeras demandas y acciones del movimiento LGTBQI+, pero, además, sirve también para entender en qué situación se encontraban las personas del colectivo. La sección de contactos da pistas, por ejemplo, para entender hasta qué punto era complicado entonces estar fuera del armario; a través de la publicidad podemos intuir qué bares de la ciudad eran los más concurridos y cuáles eran las primeras librerías y saunas; decenas de textos evidencia su preocupación por la lucha contra el VIH; sabemos también cuáles eran sus demandas de reconocimiento público, los cambios legislativos que exigían, a qué jornadas acudían o en qué debates andaban enredados y enredadas. En el Dipòsit Digital de Documents de la UAB encontramos muchos de ellos.

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Hay tanto para explorar que es muy fácil encontrar joyitas.

El número 27 de la revista se editó entre abril y mayo de 1985. Es el número 27 y es de 20 páginas. En esa época ya ofrecían la posibilidad de suscribirse. Por 500 pesetas podías recibir la revista en cualquier punto de Andorra, España o Portugal y, por 1500 pesetas, en cualquier parte del mundo. Debía de llegar a otros territorios porque es habitual encontrar mensajes internacionales en la sección de contactos. Este, por ejemplo: “Estudiante norteamericano guapo, rubio, ojos azules, buen físico y masculino, quiere conocer a un muchacho español, guapo y no afeminado para establecer amistad”. La dirección es de Lousiana (Estados Unidos).

Ese número, el número 27, la portada recoge una protesta.

En mayo de 1985, Ronald Reagan visitó España. El país había entrado en la OTAN en 1982, pero Felipe González, ganador de las elecciones ese mismo año, aseguraba estar en contra de la permanencia en la alianza. En 1984, cambió de postura y las calles protestaron por su engaño. En ese contexto, la visita de Reagan se encontró ante la oposición del pueblo. El País publicaba entonces que en Madrid se manifestaron en contra de esa visita “decenas de miles de personas –500.000, según los organizadores, y 75.000, según la cifra dada por la dotación del helicóptero de la Policía Nacional que sobrevoló la zona–”. En Bilbao, por supuesto, también se protestó. El 5 de mayo, jueves, estaba convocada una protesta por parte de movimientos sociales, sindicatos, partidos políticos. Eso sí, EHGAM puso a la protesta un aire un poco distinto. Imanol Álvarez, memoria viva del aquel EHGAM, estaba allí. No solo estaba allí sino que era el mismísimo Reagan. ¿Y quién era Nancy Reagan? Antonio Gracia José, conocido como Pierrot, uno de los más famosos transformistas de esa época.

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Sí. Sí.

La protesta en Bilbao fue festiva. En un coche descapotable, vestidos para la ocasión, un Ronald Reagan y una Nancy Reagan paseaban por la ciudad. ¿El lema? El titular de este artículo: “Ni OTAN, ni Reagan, ni Papa que nos bendiga”. Álvarez se acuerda “más o menos”, de los disfraces que llevaba también el resto: “Matones con metralleta, animadoras con falditas y barba, y un Reagan, o sea yo, rejuveneciendo por momentos, ya que la incipiente lluvia me iba borrando las arrugas maquilladas. Nancy, o sea Pierrot, me dijo: "Oh, Ronald, ¡cada vez estás más joven! con un acento que ni Doña Croqueta”. Iban en un coche, “un dos caballos descapotable”, con la bandera de EEUU. Por su parte, Pierrot, que falleció en 2011, recordaba también la anécdota en su libro Memorias trans: transexuales, travestis, transformistas. Contaba, además, que a raíz de esa protesta y porque esos días presentaba uno nuevo espectáculo en Bilbao, el periódico Egin le dedicó una página completa. El titular: “Pierrot. Espektakulo gay-an sarturiko catalán abertzalea” [Pierrot. El catalán abertzale que llega al espectáculo gay].

En ese mismo número, el mismo Imanol Álvarez entrevista al mismo Pierrot. Le preguntaba, para acabar, que si quería decir algo más: “Sí. Que me gustaría que la próxima entrevista se publicara en la misma revista vuestra, pero a todo color y con 80 páginas, y que yo pudiera decirte que estoy haciendo el espectáculo que a mí me gustaría poder hacer ahora”. Si esa entrevista se hizo, no la he encontrado.

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Este año, en Madrid, la Cumbre de la OTAN obliga a retrasar el Orgullo.

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