Opinión · Otras miradas
El Tour de 1974: troncos, bombas y un rey decapitado para vengar a Puig Antich
Autor de 'Futbolítica. Una vuelta al mundo a través de clubes políticamente singulares'
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La historia del ciclismo recuerda la edición de 1974 del Tour de Francia por el quinto triunfo en la clasificación general del belga Eddy Merckx que igualaba así el mítico récord de victorias en la Grande Boucle que hasta entonces ostentaba en solitario Jacques Anquetil.
Más allá del triunfo de Merckx, el Tour de 1974 estuvo marcado por la irrupción en la carrera de los Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista, los GARI, una organización armada de orientación libertaria que había nacido con el objetivo de internacionalizar la lucha contra la represión franquista tras la detención, durante el mes de septiembre de 1973, de varios militantes del Movimiento Ibérico de Liberación, el MIL, entre los que destacaban Oriol Solé Sugranyes y Josep Lluís Pons Llovet, arrestados después del atraco a un banco de Bellver de Cerdanya, en el Pirineo catalán, y Salvador Puig Antich, capturado y gravemente herido en una emboscada policial en Barcelona que terminó con la muerte de uno de los agentes participantes.
La primera acción armada de los GARI fue el ametrallamiento del coche del cónsul español en Toulouse, un hecho que tuvo lugar durante el mes de febrero de 1974 y que pretendía llamar la atención sobre la de Salvador Puig Antich, condenado a muerte en enero de ese mismo año.
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A pesar de las múltiples protestas, en su mayoría de carácter pacífico, el asesinato de Puig Antich, utilizando el cruel método del garrote vil, tuvo lugar el 2 de marzo de 1974 y multiplicó las acciones de los GARI que tenían el objetivo de evitar nuevas condenas a muerte del régimen franquista y exigir la liberación de los militantes revolucionarios Solé Sugranyes y Pons Llovet, que debían afrontar un nuevo juicio durante los días 23 y 24 de julio de 1974.
Precisamente para mostrar al mundo la naturaleza criminal del régimen franquista y solidarizarse con el mártir Puig Antich y sus compañeros encarcelados, los GARI decidieron, la madrugada del 15 de julio de 1974, aprovechar la popularidad del Tour de Francia para atentar contra su comitiva e internacionalizar la denuncia de la represión de la dictadura española. Así pues, mientras la caravana del Tour descansaba en Saint-Lary-Soulan y esperaba afrontar una de las etapas reina de la edición con el ascenso al Tourmalet, cuatro explosiones turbaron la paz de esta pequeña localidad pirenaica situada a tan solo una veintena de kilómetros de la frontera española.
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Los objetivos de aquel ataque fueron los coches de los dos únicos equipos españoles que participaban en aquella edición del Tour, el KAS-Kaskol y La Casera-Peña Bahamontes, además de una furgoneta de la agencia de noticias France-Presse.
Poco después de las explosiones los GARI reivindicaron el atentado difundiendo un comunicado, en París y en la región de los Pirineos, donde se habían mostrado especialmente activos durante los últimos meses, en el que proclamaban: “Interviniendo en el Tour de Francia queremos denunciar la complicidad de los organizadores y de los corredores de los países democráticos que no dudan en invitar y mezclarse con los representantes del fascismo español”. Además, los GARI, después de una reflexión considerando que el deporte despolitizaba al individuo y que la gran mayoría de los corredores tenían condición de esclavos al verse forzados a trabajar por un jefe de filas, amenazaban abiertamente a los ciclistas hispánicos afirmando: “Aconsejamos a los participantes españoles que abandonen la carrera si no quieren ser tratados como representantes conscientes del franquismo, hecho que nos obligaría a actuar en consecuencia y que podría ser extremadamente desagradable para ellos”. El comunicado continuaba manifestando que “los actos de esta madrugada solo han sido un aviso”.
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A pesar de la amenaza, todos los corredores de los equipos hispanos tomaron la salida en una etapa decisiva que terminó en el mítico Tourmalet. Esta circunstancia permitió que al final de la prueba el ciclista gallego Vicente López subiera al tercer peldaño del podio, tras Merckx y Poulidor, y que su conjunto, el vasco KAS-Kaskol, se alzara con el triunfo por equipos y añadiera a este notable palmarés el Gran Premio de la Montaña que logró el ciclista guipuzcoano Domingo Perurena.
La destrucción de varios vehículos de su caravana no fue el único incidente que el Tour de Francia tuvo que afrontar ese 15 de julio de 1974. Durante el transcurso de la etapa, los organizadores tuvieron que retirar varios troncos que bloqueaban la carretera que enlazaba la localidad de Barèges con la cima del Tourmalet, una acción que debe nuevamente atribuirse a los GARI que, esa misma madrugada, también incendiaron trece autobuses con matrícula española que se encontraban aparcados en el santuario de Lourdes. Aun así, los contrarios a la represión franquista no pudieron evitar que los ciclistas llegaran al Tourmalet donde Merckx consolidó su mallot amarillo.
Durante el transcurso de sus últimas etapas, la ronda gala no tuvo que afrontar ninguna nueva incidencia y llegó con normalidad a París. Aun así, las acciones de los GARI siguieron durante los meses de julio y agosto de 1974 llegando a su momento más álgido con el ataque al consulado español de Toulouse. Paralelamente, la organización clandestina libertaria fue objeto de operaciones batidas policiales que implicaron la detención de la mayoría de sus integrantes, entre ellos, los responsables de los ataques contra la caravana del Tour, y que prácticamente comportaron su desaparición.
Las detenciones de los integrantes de los GARI, entre las que destacaba la de Jean-Marc Rouillan, generaron a su turno varias acciones de solidaridad reclamando su libertad siguiendo el mismo esquema que ellos habían utilizado previamente para exigir la liberación de los miembros del MIL encarcelados en la España franquista. Una de las más audaces tuvo lugar el 4 de noviembre de 1974 en París, cuando el maniquí del monarca Juan Carlos I, que en julio había asumido de manera interina la jefatura del Estado a causa del delicado estado de salud del general Franco, apareció decapitado y mutilado en el museo Grévin, la popular galería de figuras de cera de la capital francesa.
Al anochecer de ese mismo día, la redacción del periódico France-Soir recibió un paquete con uno de los dedos mutilados del sucesor del dictador acompañado de un comunicado en el que los autores de la acción manifestaban su oposición a la dictadura franquista, al nombramiento de Juan Carlos I como sucesor del Caudillo, y su apoyo a los militantes de los GARI detenidos y encarcelados en Francia por sus acciones armadas. La reivindicación la firmaba el Grupo de Acción Revolucionaria Ocasionalmente Terrorista, el GAROT, una evidente referencia a la palabra francesa que designa el garrote, el salvaje sistema de ejecución que el régimen franquista había utilizado para asesinar a Salvador Puig Antich.
Después de fotografiar la cabeza decapitada de Juan Carlos y de hacer llegar la imagen al palacio del Pardo, el GAROT la restituyó el 8 de noviembre a la agencia France-Presse, la misma que el 15 de julio de 1974 había sido atacada por los GARI en el marco del Tour de Francia.
El caso contra los miembros de los GARI arrestados por la serie de atentados de 1974 llegó a juicio en 1981, con dos procesos judiciales que tuvieron lugar en París entre enero y marzo de ese mismo año y durante los cuales la mayoría de los acusados fueron absueltos. La carpeta de los GARI se cerró poco después que François Mitterrand accediera a la presidencia de la República francesa, en mayo de 1981, y decretara una amnistía para todos los miembros de esta organización libertaria que habían sido procesados en rebeldía.
Para la historia quedaba que, durante el Tour de Francia de 1974, aprovechando la dimensión global de esta prueba ciclista, los GARI habían querido mostrar al mundo la naturaleza represiva del régimen franquista y vengar así el asesinato de su camarada Puig Antich.
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