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Opinión · Otras miradas

El movimiento Nuit Debout: un comienzo de película

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Diana Quattrocchi-Woisson

Centre National de la Recherche Scientifique, Francia

La película Merci Patron, realizada por el periodista militante François Ruffin (Amiens, 1975) comenzó a proyectarse comercialmente en febrero de este año. Su éxito fue inmediato. El filme denuncia y desnuda los mecanismos del sistema capitalista de un modo novedoso. El grupo LVMH, bajo la presidencia de Bernard Arnault, cierra en el 2007 los talleres del norte de Francia donde se producían trajes de lujo de las marcas Kenzo o Givenchy, y traslada (deslocaliza) la producción a Polonia, donde los salarios son mucho más bajos. Con humor, mucho sarcasmo, técnicas de teatro improvisado y juegos de cámara oculta, una pareja de obreros desocupados a punto de perder su casa, la familia Klur, acepta el estratagema que le propone el cineasta para obtener una indemnización quijotesca.

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La sed de justicia y el humor que recorren la propuesta cinematográfica encuentran un eco amplificado en las salas de proyección. No me lo contaron, lo viví personalmente.  Fui a ver la película el domingo 27 de marzo por la tarde, en una sala del barrio de Montparnasse. Me impresionó la reacción del público durante la proyección (risas, exclamaciones, comentarios en voz alta) y la ovación final, la gente de pie aplaudiendo, como si los actores estuvieran en la sala, saludando como en una obra de teatro. Algo ocurre con esta película de “acción directa”, como la define el economista Frédéric Lordon, en su comentario publicado en febrero en Le Monde Diplomatique. Algo que la trasciende, que produce efectos “que nos saca de la impotencia y nos reconecta directamente con la fuerza”.

Surgió entonces la idea de proyectarla pública y gratuitamente en apoyo a las protestas contra la reforma del código de trabajo del primer ministro socialista Manuel Valls. ¿Dónde? en la Place de la République, esa misma plaza que se cubrió de velas, flores y carteles improvisados luego de la matanza en la redacción de la revista Charlie Hebdo, y de la masacre del 13 de noviembre. ¿Cuándo? El 31 de marzo a las 21.30 hs.

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Y la película y el debate produjeron el efecto deseado, cientos de jóvenes movilizados contra la reforma del código de trabajo, escandalizados por la represión policial y los golpes a un estudiante secundario, dijeron “nos quedamos en la plaza, no nos vamos a dormir”. Y ya van 11 días de acampe y ocupación de esta plaza parisina, comparable por sus dimensiones con la Plaza de Mayo porteña.

El domingo por la tarde, con sol primaveral, fuimos de paseo, en familia, para ver con nuestros propios ojos y escuchar con nuestros propios oídos lo que ocurre y lo que se dice y sacar nuestras propias conclusiones sobre la fuerza y la debilidad de este nuevo movimiento Nuit Debout.

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La asamblea general de este domingo por la tarde estaba consagrada al tema “Un salario básico para todos”. Los oradores, muy pedagógicos, tienen 10 minutos cada uno para explicar de qué se trata. Son jóvenes formados y capacitados que pertenecen al “Mouvement Français pour un Revenu de Base”, una ONG creada en el 2013, que lleva adelante una reflexión de envergadura y propone una reforma profunda del modelo social y económico imperantes (véase su web: www.revenudebase.info).

Los jóvenes escuchan sentados en el suelo. Levantan la mano, hacen preguntas, intervienen. El clima es asambleario, libre, distendido y me recuerda de algún  modo a aquel otro de diciembre del 2001 en Argentina, con la dinámica de las asambleas barriales de enero a marzo del 2002. Se trata de una remembranza, no de una comparación, porque los procesos históricos son muy diferentes. Por reflejo profesional trato de evitar las amalgamas, pero es inevitable recordar el ejemplo más cercano geográficamente, el del movimiento de los indignados de Madrid, en la Puerta del Sol, comenzado el 15 de mayo del 2011. Inevitable recordar que aquello fue, en un primer momento, obra de unos pocos.  Un movimiento de unos cuarenta indignados al principio, que se masificó y se extendió por todo el país y permitió coordinar y centralizar muchas iniciativas ciudadanas y luchas dispersas. Y que también dio lugar a la creación de una nueva fuerza política.

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El domingo en París la Plaza de la República era un espacio de creatividad multifacética, mientras en la asamblea general se discutía el tema del salario básico universal, el puesto de la “cantina” sigue ofreciendo de comer y de beber a todo el que se acerque y lo necesite con la consigna escrita en un cartelito de papel “aquí también los precios son libres”. Una alcancía de cartón con una ranura bastante pequeña (pareciera que sólo aceptasen monedas) sirve para recaudar lo que cada uno pueda o quiera poner como contribución. Muchos curiosos, gente que pasa simplemente, ofrecen bebidas y comestibles para que la “cantina” pueda seguir cumpliendo su función.

En cada rincón de la plaza se improvisan talleres de todo tipo, de escritura, de pintura, de teatro, de lectura. Muchos profesores o intelectuales se pasean con un cartel que indica su profesión y la frase “pregunte lo que quiera, estoy a disposición”. Encontré dos filósofos, un físico, un matemático… La “Biblioteca Popular” recoge libros y los ofrece y/o presta gratis. Y hoy domingo, día festivo, el taller más atractivo se estaba organizando para el fin de la tarde, el de “Música libre”. En una esquina de la plaza un equipo ofrece “10 minutos de masajes franceses gratis”, a la salida del subte una pintada recuerda que todos los días a las 18h hay asamblea general y reclama que vuelva la comuna (en alusión a la Comuna de París de 1870). En el monumento a la República las pintadas coexisten con banderas de varios países, y no podía faltar el ingenio de algún argentino que colgó un cartel con los colores de la bandera patria y la inscripción “Panama papers. Macri Evasión- Fuera de Argentina”.

Me gustó particularmente la respuesta de uno de estos jóvenes al que le pregunté por qué venía a la plaza y me dijo “No estamos sólo convocando a venir a la Plaza de la República, estamos construyendo nuestra propia plaza en la República”. Uno de los talleres invita a redactar una nueva constitución para Francia, y los que participan se ejercitan, ayudados por algunos juristas. Inventan artículos, algunos absurdos, otros muy sensatos.  Tratan de imaginar una sociedad nueva, diferente, mejor. Tal vez esta página de la historia francesa quede rápidamente olvidada por efímera o intrascendente. Tal vez estos jóvenes que no quieren dormir ni dormirse estén dando a luz una nueva articulación político-social-cultural. ¿Quién dijo que la vida es sueño y los sueños son?

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