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Opinión · Otras miradas

Contra el olvido o cómo defender que Palestina es vida

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“Dicen que la distancia es el olvido

Pero el tiempo es más dañino…”

Hoy, #29N, se conmemora el Día Mundial de Solidaridad con el pueblo palestino. Justo unos meses antes de un triste aniversario: en 2023 se cumplirán 75 años de aquella primera Nakba. 75 años desde que las personas refugiadas de Palestina sustentan el dolor: la condición de refugiado, de refugiada.

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En UNRWA nos preguntamos con insistencia, ¿hasta cuándo puede un pueblo pervivir en semejante condición? Con la suma de años también la angustia, el desarraigo y la condena a vivir en el recuerdo.

La respuesta llega precisamente de ellos, las personas refugiadas de Palestina, el pueblo palestino pervive porque son exactamente eso: VIDA.

 ¿Puede alguien vivir si deja de existir?

Cuando no sale en la prensa,

Su historia se hace pequeña…

La población refugiada de Palestina no son cifras o estadísticas que sumar o restar al lenguaje de la política internacional. Detrás de cada número hay personas que sustentan una historia; son familias, son niños, niñas, son personas mayores testigos de cómo su vida transcurre ante la absoluta inacción internacional. Personas que enfrentan cada día el auténtico significado de la supervivencia.

Y lo hacen a pesar de todo y de todos.

Deshumanizar a un pueblo nunca puede ser una opción. Escuchar sus historias es el camino a un presente y un futuro dignos. Contar qué les sucede, cómo les sucede, dónde, cuándo y por qué. Ésta es la única vía para contar una verdad con autenticidad.

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Hay algo que un palestino, una palestina, dice siempre al despedirse, tras haberte acogido como en pocos lugares: “Gracias por escucharme. Por favor, cuéntalo”. Aquí reside su esperanza, en un amargo no me olvides.

En este punto, me pregunto, ¿lo hace así el poder mediático?

Actualmente hay casi 6 millones de personas refugiadas de Palestina que viven desplazadas en Gaza, Cisjordania, Siria, Jordania y Líbano las que siguen sufriendo ocupación militar, bloqueo, guerra, pobreza y violencia en las diferentes zonas donde viven acogidas.

En Cisjordania, incluida Jerusalén Este, la población palestina está expuesta a la ocupación militar israelí de su territorio a la continua violación de sus derechos. En Gaza, los 15 años de bloqueo israelí por tierra, mar y aire, y las múltiples escaladas de violencia, han provocado un trauma persistente y, por lo tanto, una crisis de salud mental de magnitudes epidémicas.

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Líbano atraviesa una de las peores crisis económicas de su historia reciente, agravada por la crisis de Ucrania. Los niveles de pobreza se han disparado, el 93% de la población refugiada de Palestina vive en la pobreza. Se ha multiplicado por seis el precio de la cesta de alimentos y el 89% de las personas compran sobras en los supermercados. Además, viven sujetos a políticas discriminatorias sistemáticas. Como consecuencia, se han incrementado los viajes mortales en embarcaciones por el Mediterráneo, y con ellos, la tragedia humana.

En Siria, tras 11 años de conflicto, refugiados y refugiadas regresan cada vez más a vivir en barrios que fueron arrasados ​​hace años, no tienen otras opciones. Todos los días, los niños emergen de los escombros para ir a las escuelas de la UNRWA fuera de los campamentos.

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En Jordania, la pandemia de covid-19 ha golpeado la economía y el mercado laboral, afectando a los vulnerables, entre los vulnerables: las personas refugiadas.

Pero esta tierra, Palestina,

Sigue viva, es real

como esta letra, 

como sus vidas 

como su forma de amar…

En estas fechas se culmina en Palestina la campaña de la recogida de la oliva. Un momento con cierto hálito festivo que pervive en una población conectada a la tierra, a sus cultivos, a su tradición. El olivo, como referente de resistencia, es un árbol extremadamente fuerte, capaz de adaptar sus raíces a condiciones atmosféricas adversas. Hasta alcanzar el momento del fruto, signo de prosperidad. El 25% de la economía palestina se alimenta de este momento.

La fortaleza del olivo se extiende a las personas que lo cuidan, como en una comunión perfecta. A pesar de los problemas derivados de la ocupación, los palestinos luchan cada día por seguir cultivando y mostrar al mundo que, pese a la situación de absoluta injusticia que afrontan se levantan cada mañana para enseñar VIDA. Un aprendizaje que transitan y trasmiten de generación en generación con absoluta determinación.

La población refugiada de Palestina ha sobrevivido y sobrevive a 75 años de dolor…

Ahora sí: ¿para cuándo una solución justa y definitiva a su situación?

Mientras eso suceda, pase lo que pase, seguiremos con ellos, con ellas. Es un compromiso inquebrantable.

 Y sus refugiados, siguen esperando 

en esta sinrazón  

de la que somos... testigos*. 

**Los versos que guían este artículo construyen una canción que desde UNRWA España hemos creado, junto a la cantante Maddy Beyton, para honrar la esperanza y la confianza en un futuro mejor de las personas refugiadas Palestina

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