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Opinión · Otras miradas

La despedida de un diputado

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El candidato de Unidas Podemos a la Asamblea de Madrid, Agustín Moreno interviene durante el acto de cierre de campaña del partido en la Cuña Verde de Vicálvaro, a 2 de mayo de 2021, en Madrid (España). Foto: Isabel Infantes / Europa Press

El 23 de marzo se celebró el último Pleno de la Asamblea de Madrid. Después de intervenir defendiendo al sector del taxi frente al atropello del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso con la "ley Uber"; tras un debate con el consejero Ossorio sobre Formación Profesional y una PNL sobre la "olas de calor", aproveché para despedirme. Esto dije:

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Señorías, dejo la Asamblea por mi propio pie. Me comprometí a dos años de legislatura y como intento ser una persona coherente, me voy. Misión cumplida. La experiencia ha sido interesante, por supuesto. Siempre he creído lo que defiendo y lo que hago, y eso ayuda a resistir, incluso cuando el esfuerzo va más allá de lo razonable. Ahora bien, y siendo sincero, lo que se dice disfrutar…, pues no. Mas bien siento el alivio de ver la cinta de la meta.

He traído a la Asamblea las propuestas de mi grupo parlamentario, Unidas Podemos. Es evidente que hemos discrepado en muchas cosas, pero me propuse expresarlas de manera correcta y respetuosa. He intentado ser honesto y hacer bien las cosas por respeto a lo que represento, a la Asamblea y a mí mismo. También he cuidado mucho los pensamientos, porque se convierten en palabras y éstas en acciones, y las acciones determinan nuestro destino y el de los demás.

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A mis años, he aprendido algo: creo que deberíamos dar más las gracias y pedir perdón. Ello nos hace mejores. Quiero dar las gracias a los miembros de esta Asamblea porque he aprendido mucho de Educación, Universidad y Ciencia, de Transportes e Infraestructuras, de temas muy diferentes y ello te ayuda a mantener la curiosidad y abandonar la pereza cognitiva.

También quería dar las gracias a la sociedad civil con la que he estado trabajando y que ha sido la que nos sostenían en pie y daban sentido a nuestro trabajo en la Asamblea: a las familias que demandan centros públicos educativos en Valdebebas, Villa de Vallecas, Rivas Vaciamadrid, Parla, La Ilustración, Alcalá de Henares, Getafe, El Cañaveral, etc.; a las profesionales de las escuelas infantiles y a las familias; a los sindicatos del profesorado, AMPAS, Marea Verde; profesorado de Formación Profesional y de las universidades públicas y el personal de investigación. A las víctimas de la L7B de Metro de San Fernando de Henares, al sector del taxi, a los sindicatos de Metro de Madrid, a los compañeros de Cercanías y de autobuses interurbanos… A las organizaciones de la Red de Agua Pública, a la Revuelta Escolar, etc.

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También, quería agradecer el tono que he vivido en los muchos debates en los que personalmente he participado. Sobre todo, en las comisiones, hemos tenido la suerte de que nos hemos escuchado y respetado, hemos debatido sobre lo importante. No es un tema menor, porque en muchos plenos se arrancaba con un nivel de bronca y descalificación por la presidenta, que creaba esa fea espuma de la política que no aporta nada, pero hace un ruido ensordecedor.

Por último, también quería pedir perdón si he podido molestar u ofender a alguna de sus señorías, por la vehemencia o la pasión de los debates. Nunca ha sido mi intención y les aseguro que siempre he intentado entender los argumentos, y comprender las razones. También he buscado luces en todos los demás, aunque a veces no es fácil encontrarlas, pero nadie me puede arrebatar mi creencia en el ser humano.

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Querría hacerles un ruego, un consejo y una reflexión.

El ruego es muy sencillo y evidente: pongan por encima de todo el bien común, el sentido común, el sentido de justicia y de supervivencia. Construyan y rechacen la horrible facilidad de destruir, que decía Paul Valèry. Preocúpense por el futuro, porque es donde van a vivir ustedes y sus descendientes el resto de su vida. Y objetiven los debates partiendo del principio de realidad que es un argumento irrebatible. Sepan que nada de lo importante llega con facilidad y de manera inmediata. No intenten ganar solo con los votos, convenzan con las razones: nos irá mejor a todos.

Guarden siempre un tono de respeto y de escucha. No olvidemos que la democracia no es otra cosa que la capacidad de diálogo civilizado. Los modos y la ética deben ser parte fundamental de la democracia y de la política, porque la política sin ética es simple politiqueo y un club de cínicos. Y porque las instituciones sin respeto se convierten en una cesta de cangrejos que aleja a la ciudadanía de la política y erosiona la democracia.

Esfuércense en no considerar enemigos a los que discrepan: todos tienen derecho a defender sus ideas y propuestas. Recuperen la moderación, esa virtud tan desconocida. Un consejo: saquen un rato, vayan al Museo del Prado y siéntense unos minutos frente al cuadro "Las lanzas" del gran Velázquez. Refleja el momento en el que Justino de Nassau entrega las llaves de la ciudad a Ambrosio de Spínola. Todo es muy sutil: Nassau se inclina en el acto de dar la llave y Spínola también se agacha al recogerla, al tiempo que con el brazo derecho intenta alzarle para evitar el gesto de sumisión: representa la generosidad del vencedor con el vencido. Un gesto tan noble que hace aún más grande al vencedor. Aplíquelo en la política. Y piensen que la derrota tiene una cosa positiva: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene una cosa negativa: jamás es definitiva.

Ahí va el consejo: creo que las personas nos levantamos todos los días con el propósito de ser mejores. Señorías, estoy seguro de que la mayoría de ustedes son buenas personas. Y eso está bien. Pero no es suficiente: intenten ser personas buenas. Porque si una buena persona es la que no hace mal a nadie, una persona buena persona es la que nos hace mejores a los demás. No es fácil, claro, pero hay que ambicionar esto último y no creo que haya mejor propósito para toda aquella persona que se dedique a la política.

Una reflexión: dice un amigo que los seres humanos corremos poco, soportamos mal el calor y el frio, no aguantamos sin beber agua y sin comer, pero tenemos una gran virtud: la empatía. No la pierdan nunca, porque si se pierde, estamos perdidos. Tengan conciencia, por ello, de que la vida debe ser algo más que un paseo por la soledad. Por eso, preocúpense del otro, de los demás, cultiven jardines de sueños y conviértanlos en cuidados y en derechos.

Por último, una despedida. No sería sincero si les desease a todos ustedes que les vaya bien en la política en las próximas elecciones. Porque quiero que le vaya bien a Unidas Podemos, y al bloque progresista en general. Pero, señorías, puedo hacer algo más importante: desearles que la vida les trate dignamente.

NOTAS: https://mediateca.asambleamadrid.es/watch?id=MmUyMmUxNTktN2VmYi00MGExLThjZDEtM2EwYjgwZWMyYWY1

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