Opinión · Otras miradas
Otro futuro es posible
Entre junio de 2015 y junio de 2019 fue primera teniente de alcaldesa del Ayuntamiento de Madrid y titular del área de gobierno municipal de Equidad, Derechos Sociales y Empleo.
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Puede que la responsabilidad más gratificante de nuestra actividad política municipal, como concejalas y concejales, sea nuestra facultad para oficiar bodas civiles. Son muchas las uniones que, como concejala de la oposición, he celebrado en estos cuatro años, cuando me ofrecí a casar a quienes no deseaban que lo hicieran gobernantes de extrema derecha, esa que denigra al colectivo LGTBI. Y ha sido un privilegio poder compartir ese momento tan especial con quienes decidieron unir sus vidas.
Oficié mi última boda, antes de que terminara este mandato, hace solo unos días. Fue la de Ricardo y Kenneth. Como en muchas otras, hubo felicidad hasta las lágrimas. Satisfacción por disfrutar de un derecho que por muchos años se les negó a las parejas del mismo sexo. Gratitud por la compañía y el afecto de la familia y las y los amigos. Orgullo por formar parte de una sociedad que avanza sin dejar a nadie atrás. No pude evitar recordar a tantas parejas que he casado y me han escrito años después para contarme que son padres o madres. Celebro compartir ese día tan especial en la vida de la gente.
Ese momento resume mejor que cualquier otro lo que me llevo de mi tránsito por la política municipal. No solo quise contribuir a recuperar el municipalismo como herramienta para administrar con más equidad y conciencia nuestra ciudad, sino que también quería contribuir a que quienes nos dieron el mejor regalo: su confianza, pudieran tener una vida mejor. Quería que avanzáramos defendiendo los derechos humanos de todas las personas, en especial los derechos de las excluidas, y tenderles una mano amiga. Ese abrazo que nos identificaba como gobierno y que tanto significado tiene en esta ciudad.
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Fue posible gracias al compromiso desinteresado de tantas y tantos que trabajamos en torno al liderazgo de Manuela Carmena, la alcaldesa que nos permitió hacer un frente común en defensa de la gente y de sus derechos. Y es lamentable que a esos cuatro años de amabilidad -un paréntesis excepcional en la historia de Madrid-, los hayan seguido cuatro de retrocesos en libertades y en cuidados, de desprecio por las personas más vulnerables, de caricaturas de las vidas diversas, de carencia de solidaridad. Han sido cuatro años de violencia institucional.
Participé en la legislatura de Manuela Carmena porque creo que la política se hace desde muchos ámbitos y no solo desde los partidos políticos, que sin duda son instituciones necesarias. Quisimos trabajar en y con los barrios, con los movimientos vecinales y asociativos, con cada persona y en cada portal. Sobre todo, quise, quisimos, mirar por los márgenes, por esos márgenes de la sociedad en los que cualquiera puede estar en más de una ocasión. Demostramos entonces que es posible hacerlo.
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Claro que nos criticaron y se burlaron de nuestro gobierno y de cada integrante. Era de esperar de una derecha cuyo poder se basa en estereotipos y simplezas sobre el género, sobre la edad, sobre la lengua, sobre la raza y la nacionalidad, sobre la economía y el desarrollo, sobre lo que es valioso y lo que no lo es para que una vida humana pueda llamarse buena.
Nos retrataron entonces como personas poco preparadas para los cargos que desempeñábamos, como ilusos o utópicas, como gente con valores ajenos a los democráticos. Pero hicimos bien nuestro trabajo y eso me da una gran satisfacción: le dimos a esta ciudad el mejor gobierno que ha tenido en mucho tiempo, un gobierno con corazón. Y también le hemos dado luego la mejor oposición que ha tenido. Logramos que los cuidados y la solidaridad se convirtieran en asuntos claves en la política y así cambiamos el discurso y la forma de gobernar Madrid. Hoy hay temas que ni la derecha puede obviar y es así gracias a ese período.
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No podemos olvidar lo que hemos logrado. No podemos dejar que la falta de perspectiva y el marketing electoral diluyan algo tan excepcional, que ya es patrimonio común de las madrileñas y los madrileños. A pesar de las dificultades que atraviesan los partidos y las personas de izquierdas en esta comunidad y de esta ciudad, hay posibilidades de que se replique el éxito que tuvimos en el pasado y que ha marcado el discurso y las acciones políticas aún en estos cuatro años de gobierno del Partido Popular.
Independientes, socialistas, activistas, los espacios de Podemos y de Ahora Madrid consolidaron en el pasado una relación privilegiada que vale la pena retomar. Hoy de nuevo Madrid puede recorrer un camino electoral que frene el retroceso al que aspiran Almeida y Ayuso.
Por eso vamos a votar este domingo. Hagámoslo por Ricardo y Kenneth, por tantas personas como ellos, por tantas que por diversos motivos están hoy en los márgenes de la sociedad, y por quienes creemos que en Madrid otro futuro es posible.
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