Opinión · Otras miradas
¿Es feminista meterse con Cristina Pedroche?
Psicóloga. Ex diputada en el Congreso
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¿Es feminista meterse con Cristina Pedroche? Es una pregunta que podríamos llevar haciéndonos años, y que de hecho, muchas se han hecho ya, con diversidad de respuestas. Pedroche ha sido protagonista de no pocos debates, la grandísima mayoría de ellos, a raíz de su cuerpo y la relación que tiene con él. A la presentadora le gusta tener un físico bonito en términos normativos, y le gusta mostrarlo. Una actitud perfectamente legítima y respetable, que de paso ha generado reflexiones de lo más interesantes desde el feminismo sobre el papel del cuerpo de las mujeres en los medios de comunicación, hasta dónde llega nuestra libertad cuando decidimos exponerlo, si es poco feminista y contribuye a nuestra cosificación presentar las campanadas de Nochevieja semidesnuda, o si por el contrario, es un acto de empoderamiento hacerse dueña de una misma y un derecho mostrarse públicamente con la cantidad de ropa que a cada cual le salga de donde le salga. Obviamente, no todo han sido reflexiones y debates políticos estos años. Cristina Pedroche también ha sido víctima de ataques crueles, que en ocasiones han rozado el linchamiento, y que en muchos casos tenían un evidentísimo componente machista. Ser mujer en la esfera pública nunca es cosa fácil, la verdad es que no la envidio (por mucho que facture).
Este fin de semana, la presentadora subió a sus redes sociales una foto y un vídeo en bikini, acompañados de un texto en el que contaba que ese era su aspecto tras tres semanas de posparto y que su vientre plano no era fruto de la "suerte ni milagros" sino de sus esfuerzos ("vida saludable, deporte, comida sana y meditación"). Las respuestas no se hicieron esperar, muchas mujeres le han reprochado ser cómplice de un sistema que nos obliga a tener un cuerpo determinado (y siempre insuficientemente perfecto) y nos culpa por no conseguirlo. Otras, recordaban a Pedroche que no es cuestión de suerte, sino de dinero: para pagar tratamientos, profesionales, tiempo de descanso, etc. La belleza se compra con dinero, se cultiva con dinero. Algunas reacciones eran críticas pero empáticas, otras furibundas e incluso hirientes. En cualquier caso, recomiendo darse una vuelta por los comentarios en Instagram (no tanto por los de Twitter, os los podéis ahorrar), he aprendido mucho sobre el posparto y sus implicaciones, realidades que permanecen ocultas del debate público y que no está de más que se visibilicen de una vez.
La vallecana ha salido al paso de las numerosísimas críticas a su post con un comunicado en el que defiende que ella estaba hablando de su caso personal y su experiencia, no de las del resto de mujeres y sus pospartos. También respondía a un tuit de Lucía Etxebarria, aclarando que no tiene personal contratado ni para ayudar a cuidar de su hija, ni para su preparación física. Ambos mensajes en tono de disculpa.
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Pero volvamos a la pregunta que encabezaba este texto: ¿es feminista meterse con Cristina Pedroche? La respuesta corta es no. Me explico. No estamos ante una cuestión individual, no creo que exista una sola mujer que no haya sentido en mayor o menor medida a lo largo de su vida que su cuerpo no está a la altura. Y entiendo, y comparto, el enfado cada vez que nos recuerdan lo defectuosas que somos y lo culpables que deberíamos sentirnos por ello (y no solo por no ser guapas, también por ser malas madres, por ser malas novias, por ser malas hijas y básicamente por ser en general), porque no es cosa de genética, ni de tiempo, ni de dinero, sino de que no tenemos la voluntad suficiente para alcanzar esa supuesta perfección. Y desde ahí, claro, podemos afirmar rotundamente que es feminista (y nuestro deber) no dejar pasar esos discursos.
Pero ojo, no erremos el tiro sancionando a quien también es víctima de ellos (desde una posición mucho más privilegiada que la de la mayoría de las mujeres, pero presa del mismo sistema). Señalar que mensajes como el de Pedroche pueden hacer muchísimo daño a muchas mujeres que además se encuentran en un momento especialmente vulnerable es importante. Dejar claro que equiparar un vientre plano a una buena salud es peligroso es indispensable. Desmentir que los únicos cuerpos deseables son duros, jóvenes y tersos es fundamental. Claro que sí. Pero linchar a una mujer que ha errado en su discurso no puede ser feminista, es un error moral y también político. Todas nos esforzamos cada día en ser coherentes, avanzar y hacer que avancemos colectivamente, pero vivimos en un sistema que nos arroja contianumente en brazos de las contradicciones, a veces podemos con ello, a veces fallamos.
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Cristina Pedroche es una aliada en potencia, de hecho, hace poco suscitó una conversación muy interesante a raíz del orden de los apellidos de su hija, que forma parte de ese mínimo porcentaje (menos del 1%) de criaturas que llevan primero el de la madre. Pero Pedroche no vive fuera de la cultura en la que residimos todas las demás, no vive libre de complejos ni cánones de belleza inalcanzables. Señalarla y recriminarle que no se dé cuenta nunca será el camino, lo es mostrarle que hay tantos cuerpos bellos como mujeres en el mundo, que buena madre se puede ser de infinidad de maneras, pero que no todas las mujeres tienen las mismas posibilidades de vivir (y disfrutar) su maternidad, porque las condiciones materiales tienen un peso infinito en ello y que ella puede utilizar su proyección pública para visibilizarlo. Menos meterse con Pedroche, y más meterse con el patriarcado, que era a eso a lo que veníamos.
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