Opinión · Otras miradas
De mujeres y probetas
Analista política en Canal Red, graduada en filosofía e ilustradora
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Mujeres y ciencia, ¿por qué aún siguen siendo un matrimonio mal avenido, especialmente en la medicina? Aquí trato de explicar por qué el objetivo no puede ser nunca sólo pasar por la probeta ni mucho menos ser pisadas por ella: las mujeres no somos el problema, ni como objetos, ni como sujetos. El obstáculo sigue siendo el paradigma científico.
En primer lugar, estamos las mujeres como agentes en la ciencia. En las últimas décadas vemos reivindicar cada vez más el "Women in STEM": (acrónimo de mujeres en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). La vergonzosa ausencia histórica de las de mujeres en las "ciencias puras" parece estar cambiando, a pesar de que aún hoy en las películas de cartelera se reduzca a imprescindibles científicas (¡y militantes comunistas!) como Katherine Oppenheimer a "a mujer de-" y encima cornuda, o que en cada avance científico nos anuncien en las noticias como "Una Mujer descubre la cura de x" sin mencionar nuestra identidad. Una vez más, hace falta que no solo estemos en la ciencia en número (acabando con frases como "en mi carrera somos un campo de nabos"), sino que se nos reconozca cualitativamente como agentes en la investigación. Esto parece imposible mientras ser mujer en este mundo, da igual cuánto una se esfuerce, siga significando ser la novia/madre/compañera/musa de-, o si no pueden pasarnos por el marco romántico-sexual-afectivo, simplemente seamos el número n de la especie "Mujer".
Aun así, no todo es que haya más mujeres en la ciencia, ni más mujeres en puestos de poder. Insto a pensar la posibilidad de que deje de haber puestos de poder en general en vez de solo aspirar a conquistarlos. Buscar cambios reales para las mujeres y para el grueso de la población con respecto a la ciencia es cambiar la idea y finalidad del paradigma científico. De poco sirven más científicas si esos proyectos siguen una lógica academicista, financiados por iniciativas, empresas y farmacéuticas privadas, si el modelo biomédico contribuye a que los y las pacientes seamos más productivos y reproductivas en el capital y nuestros cuerpos sean controlados; no que seamos más sanos, felices, y se persiga la plenitud de la comunidad humana. Independientemente de la intención de los y las profesionales -la cual no pongo en duda que suele ser buena-, por cómo está diseñado el modelo biomédico, una médica sigue ejerciendo como figura de autoridad correctiva, y no tanto de cuidado e intervención social integral.
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Si no se cuestiona el paradigma científico y el modelo de producción capitalista en el que este existe, la población, y especialmente las mujeres, seguiremos aplastadas por la probeta. La falta de visión crítica y de género lleva a carencias de estudios donde la mujer es el objeto. Esto no quiere decir que las mujeres no hayamos sido intervenidas, sino que aún no se nos trata dignamente, con precisión científica y más allá del ámbito reproductivo, reduciéndonos a cuerpos que paren bebés.
Necesitamos que nos atiendan basándose en estudios que no solamente tomen como muestra de investigación hombres de mediana edad, que se tengan en cuenta nuestras hormonas, órganos, ciclos, organismo como un conjunto, y cómo la sociedad y el contexto influye en este por ser mujeres, ojo, seamos cis o no (y si no es mucho pedir, en general, cómo el sistema capitalista influye en todos los cuerpos). Cuántos síntomas se presentan distintos en mujeres, cuántos fármacos o anticonceptivos nos recetan para tapar un problema hormonal que se debe erradicar de forma integrativa, cuántas violencias se denuncian en consulta -no solo obstétrica-, cuánto infradiagnóstico. Incluso a la misma Katherine Oppenheimer le mal-diagnosticaron unos quistes de ovario como apendicitis, lo que la incapacitó en el viaje a España para unirse a las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española. Además de esto, los profesionales se quejan de la desinformación médica de nuestra población, la cual es un gran problema, pero no olvidemos: muchas veces las mujeres prueban métodos alternativos y erróneos de forma desesperada, poniendo en riesgo sus vidas, a causa de no haber sido informadas, tratadas correctamente, o directamente ignoradas por su dolencia.
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Una vez empecemos por aquí, podremos decir que la ciencia médica, con investigadoras y objetos de estudio en femenino, está equiparada. Y a pesar de estos mínimos, repito que pienso que seguimos quedándonos cortas. No debemos aspirar a conquistar solo la ciencia como sujeto y objeto, sino superarla. Que el científico, o la científica, rompa el dualismo de comprenderse como un agente externo a la realidad en la que interviene y por una vez se entienda como individuo de una comunidad política en la que participa y a la que condiciona. De nuevo: la medicina y el modelo biomédico, tal y como se presentan hoy día, no garantizan la salud y el bienestar de los ciudadanos (más allá del propósito de los profesionales e investigadores, no siendo una cuestión moral).
Se siguen perpetuando violencias y negligencias sobre los cuerpos de una gran cantidad de ciudadanos, aislando a los pacientes de su contexto socioeconómico, habiendo financiación privada para la investigación, garantizándose una salud solo asequible para quien pueda permitírsela, no disponiendo de servicio público en una gran cantidad de áreas indispensables como fisioterapia, nutrición, odontología, oftalmología… O directamente, una medicina integrativa y de género que no caiga en separaciones ni diseccione al cuerpo en partes sin conexión entre el individuo ni su contexto. Por mucho que cueste reconocerlo, la realidad es que, a lo sumo, se está cubriendo de forma incipiente la función de parche y mantenimiento de las heridas del capital. Por eso, ni solo pasar por la probeta, ni mucho menos ser pisadas por ella. El nuevo mundo todavía tiene la puerta abierta, debemos saber buscarla con distintos y mejores métodos.
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