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Opinión · Otras miradas

Abrid las malditas fronteras

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Los servicios sanitarios reciben una patera, en el muelle de La Restinga, a 8 de octubre de 2023, en El Hierro (Foto de arhivo). / Europa Press

Doudou Diop. Joven cineasta senegalés. Murió este pasado julio, en un cayuco rumbo a las Islas Afortunadas cuando rodaba el viaje, junto a otros 13 jóvenes. Quería documentar qué supone para un emigrante tomar la decisión de jugarse la vida en una pequeña barca de madera para alcanzar una vida mejor, digna de ser vivida. Fue su último viaje. Su última película.

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Ousseynou y Assane. Gemelos. Ambos murieron a finales de septiembre en un cayuco que partió de Kayar, en Senegal. Soñaban con llegar juntos a Europa y comenzar un proyecto de vida seguro. Nunca podrán llevarlo a cabo.

En los últimos días estamos viendo con horror el despiadado ataque masivo al pueblo palestino por parte de un Estado de Israel que no tiene contemplación en asesinar sin discriminación a hombres, mujeres y niños civiles en Gaza, la mayor cárcel del mundo a cielo abierto, que llevan 16 años sitiados y décadas de apartheid, cada vez más hacinados en menos kilómetros cuadrados.

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Sin embargo, este hecho, que tiene a gran parte de la sociedad española sin entender cómo la mal llamada “comunidad internacional” (en realidad, es básicamente occidente) mira para otro lado, se pone de perfil o, directamente, defiende que Israel deba cometer crímenes de lesa humanidad en pro de una supuesta autodefensa contra el grupo terrorista Hamás, está haciendo que no se hable, o no tanto como se debería, de la crisis migratoria que en las últimas semanas estamos sufriendo en las costas españolas, sobre todo, las de las Islas Canarias. La llamada ruta canaria.

Son más de 8.500 personas las que han llegado a las islas la primera quincena de octubre. Nunca se habían contabilizado tantas llegadas en una quincena desde que hay registros. De hecho, es el octubre con más llegadas desde hace 15 años. Y representan el 28% de las personas migrantes que han llegado a lo largo de todo el año 2023 a través de la ruta canaria. Otro dato más. 2023 es ya el segundo año con más llegadas de migrantes desde la crisis de los cayucos en 2006. Más de 3.800 menores están acogidos en Canarias. El 6 de octubre, en particular, fue una jornada sin precedentes desde 2020, con más de un millar de personas llegadas en su mayoría a El Hierro, la isla canaria más pequeña y occidental del archipiélago. Antes, los cayucos llegaban a El Hierro por error. Ya no. Se la juegan al todo o nada. Un dato más. Este octubre ha sido también noticia en las islas la llegada de la primera patera del año a La Graciosa, con dos personas a bordo.

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Una de las grandes diferencias respecto a la crisis de los cayucos, en 2006, es el punto de partida. Las mafias utilizaban las costas de Marruecos para embarcar a los migrantes hacia Canarias. Con el control actual de esa frontera, los desplazamientos para embarcar se han desplazado hacia el sur, que se une a la inestabilidad sociopolítica de Senegal. Más distancia, embarcaciones “más seguras y grandes”. De pateras a cayucos.

Gráfico de la evolución quincenal de la llegada de personas a Canarias 2020-2028

Esta semana, Fernando Grande Marlaska, ministro del Interior en funciones, ha viajado a Canarias. Muchas de las instalaciones están desbordadas, pero no de ahora, sino de manera crónica. Las organizaciones llevan mucho tiempo solicitando más espacios y solidaridad del resto del territorio español para hacer frente a la acogida de los migrantes que llegan cada día, más de 20.000 personas a lo largo de 2023.

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Como dato de última hora, se han rescatado en las últimas horas a, al menos, 452 personas en 8 embarcaciones, en su mayoría en aguas de Lanzarote.

Grande Marlaska, ministro que ante la Eurocámara afirmó, hace unos meses, que no tenía que asumir ninguna responsabilidad ante el fallecimiento de 23 personas migrantes en la valla fronteriza de Melilla “porque la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado fue proporcional” ha sacado pecho por su gestión, sobre todo, al aumento de las plantillas de la Policía Nacional y Guardia Civil como elemento importante para hacer frente al fenómeno migratorio.

Sin embargo, más control policial dentro y fuera de nuestras fronteras, no soluciona el problema. Es evidente. De hecho, puede conllevar consecuencias peligrosas.

Las vías seguras, legales y ordenadas para facilitar la migración regular y asegurar la protección internacional son escasas. Actualmente, el modelo está centrado en intereses a corto plazo y con una perspectiva que coloca a personas con proyectos de vida legítimos como amenaza. De esta forma, se ha dado una progresiva militarización y externalización de las fronteras en Estados con graves carencias en los sistemas de protección de los derechos humanos. Además, al centrar la mayor parte del presupuesto en la contención militar, no se desarrolla suficiente infraestructura para la acogida digna de las personas migrantes y refugiadas.

Y, por otro lado, la criminalización de la migración se materializa en un recrudecimiento del refuerzo de las fronteras físicas y barreras simbólicas a nivel nacional y en terceros países. La falta de vías regulares para una migración segura dificulta la protección a las personas, en especial las que se desplazan forzosamente y/o con motivo de solicitud de asilo y se fomenta el racismo.

El mundo, tal y como lo conocemos, se ha construido gracias a las migraciones. España, sin ir más lejos, pero también Europa en su conjunto, tendrá que acoger obligatoriamente a miles de migrantes en las próximas décadas para seguir desarrollándose en este mundo globalizado. El envejecimiento de la sociedad europea se acelera.

Hace pocos días, un informe sobre cambio demográfico de la Comisión Europea alertaba de que la sociedad europea envejece rápidamente y la migración se valora como una de las respuestas para mitigar el problema.

El informe asegura que, a partir de 2026, la población comenzará a invertir la pirámide y terminará por ser un 60% de población dependiente y un 40% de población activa a finales de siglo.

¿Qué significa esto? Pues que se pondrá patas arriba el mercado laboral, descenderán las tasas de crecimiento y productividad y decaerá la competitividad.

Una menor mano de obra reducirá la solvencia de las arcas del Estado. Al mismo tiempo, aumentará exponencialmente la presión sobre los presupuestos públicos destinados a sanidad y pensiones, por ejemplo. A su vez, podrían descender, por ejemplo, las inversiones en energías renovables o tecnologías que nos ayuden a combatir el cambio climático.

Sin embargo, hay dos situaciones preocupantes que atañen directa o indirectamente a Grande Marlaska y que urge resolver:

Por un lado, la forma de acogida de los menores extranjeros en desamparo que llegan a través de la ruta canaria a las islas, sin familia. En estos momentos hay más de 3.800 menores acogidos en instituciones, algunos en los macro-campamentos de adultos por no poder demostrar la minoría de edad, al no tener partida de nacimiento u otro documento que lo acredite.

Es necesario que, desde el Gobierno de España, se replantee el proceso de acogida que ahora mismo recae exclusivamente en la región de llegada. La situación es desbordante y absolutamente desigual.

Por otro lado, el reciente acuerdo del Consejo de la UE sobre la regulación de Gestión de Crisis en la cumbre de Granada, durante la Presidencia de España de la Unión Europea.

El Pacto de Migración y Asilo, tal y como está planteado hoy, es una victoria de la extrema derecha. La eliminación del reparto de la responsabilidad con las personas que llegan a Europa es una decisión xenófoba y tremendamente racista, además de poco solidaria con los países que están en primera línea. Los procedimientos acelerados y la creación de campos de concentración (los llamados procedimientos fronterizos) para refugiados es inmoral, ilegal e irresponsable.

Frente a ello, el Pacto de Migración y Asilo debería atajar las verdaderas causas de la migración, facilitar vías legales y seguras y acabar con las devoluciones en caliente. La dejación de funciones de la Unión Europea respecto a sus obligaciones con el derecho internacional lo están supliendo las ONG que salvan vidas en las costas españolas y europeas. Desde 2014, más de 27.000 personas han desaparecido en el mar.

La ES23 tiene la oportunidad de devolver el enfoque de derechos humanos al Pacto Europeo de Migración y Asilo. Petición al Gobierno para que negocie estos procedimientos devolviendo los expedientes al marco de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario para asegurar que las muertes no vuelvan a repetirse.

No son tragedias, no son desgracias. Son muertes que se podrían haber evitado. Son consecuencia directa de la política antipersonas y racista de la UE. La UE en general y España en particular, deben poner solución a esta crisis migratoria que tiene como consecuencia directa la muerte de miles de seres humanos cada año, da igual el mar u océano en el que se produzcan.

Volviendo a Kayar...

De Kayar, al igual que los gemelos fallecidos en septiembre con los que comenzaba este artículo, también es mi querido compañero y amigo, Serigne Mbayé. Pescador de oficio, tuvo que emigrar en un cayuco hacia Europa por la falta de alternativas de vida en su país, con una fuerte competencia y expolio internacional de buques industriales extranjeros, que arrasan con el medio de vida de millones de familias no solo en Senegal, sino en buena parte de África. Afortunadamente, tenemos la suerte de poder escuchar sus vivencias y de que pueda seguir luchando, día tras día, en defensa de todos los migrantes que llegan a nuestras fronteras. Su valentía y su compromiso ha sido recompensado recientemente con una nominación a los Premios Emmy, al mejor documental que lleva por título su nombre “Serigne”.

Él tuvo suerte, llegó a Tenerife con vida. Otros y otras, no.

Cartela de la película de Serigne Mbayé.

Algo positivo en este drama sin fin: la semana pasada fue la semana con más supervivientes desde que hay registros: 4.107 personas.

Open the borders, please…

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