Opinión · Otras miradas
Alemania 2024: una peligrosa deriva
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El eurodiputado Miguel Urbán ha presentado una pregunta a la Comisión Europea sobre la represión en Alemania de las protestas contra el genocidio en Gaza y contra las muestras de solidaridad con el pueblo palestino.
Urbán ha mostrado su preocupación por la actuación del Estado alemán y la Policía contra los activistas de la causa palestina: “La respuesta de Alemania ante el genocidio palestino va a pasar a la historia como uno de los hechos más vergonzantes de su historia. La represión […] de la solidaridad con el pueblo palestino en ese país es parte de su estrategia cómplice con el sionismo. Como lo ha sido apoyar a Israel en el caso de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia. Y no es casualidad que Alemania sea uno de los mayores exportadores de armas a Israel. Debemos exigir el cese inmediato de la represión contra todo lo palestino, y esto incluye que se respete el derecho a la protesta y que se investiguen todos los casos de violencia policial contra las y los manifestantes”.
La represión de las manifestaciones a favor del pueblo palestino no es algo nuevo en este país. En el año 2023 se intentó ilegalizar toda reunión pública conmemorativa del 75 aniversario de la Nakba. Se ha intentado ilegalizar movimientos pacíficos como el BDS y asociaciones internacionales como Samidoun son consideradas terroristas. Desde el 7 de octubre las prohibiciones y abusos del Estado y la Policía han ido en aumento.
Las primeras semanas de octubre, en muchas ciudades del país todas las manifestaciones en apoyo a Palestina estaban prohibidas y las que se realizaban eran violentamente dispersadas. En la ciudad de Berlín, con una importante diáspora de palestinos, los altercados se sucedieron durante semanas hasta que los organizadores de las protestas ganaron la batalla legal y a partir del 27 de octubre se permitieron las manifestaciones. Solo en los nueve días transcurridos entre el 11 y el 20 de octubre se realizaron 600 arrestos de personas que se solidarizaban con Palestina, según recoge European Legal Support Center (ELSC).
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Tras la legalización de las manifestaciones en la ciudad de Berlín, estas y todo tipo de actos se han producido bajo una desproporcionada presencia y vigilancia policial. Las retenciones y detenciones son constantes y sirven como arma disuasoria contra la población migrante en situación precaria o irregular.
Eslóganes, prendas de ropa y dibujos son controlados y prohibidos a veces en el mismo transcurso del acto. Han sido “demonizadas” consignas como “Del río al mar”, pero también se han efectuado retenciones por otras como “Free Palestine” y se ha sancionado la exhibición de los mapas de la Palestina pre-1948 (incluso los que están fechados en el documento).
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En las últimas dos semanas han ocurrido dos graves hechos que han llevado a Miguel Urbán a lanzar la pregunta a la Comisión: en la marcha anual en recuerdo de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en Berlín, el domingo 13 de enero de este año, los manifestantes del bloque palestino fueron agredidos con fuerza excesiva por la Policía, 16 manifestantes tuvieron que ser atendidos en el hospital con heridas graves y otro sufrió un grave trauma craneoencefálico que puso en peligro su vida.
Una semana después, el domingo 21 de enero, mientras en muchas ciudades de Alemania se celebraban manifestaciones contra los xenófobos planes de AfD, en esas mismas concentraciones hubo manifestantes que mostraban su solidaridad con el pueblo palestino y que fueron atacados por otros manifestantes mientras la Policía no solo no reaccionaba a ataques claramente xenófobos, sino que segregó del grueso de la manifestación a las gentes solidarias con el pueblo palestino y en algunos casos llegó a retenerlos, no dejándoles marchar.
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Los organizadores de varias estas marchas comunicaron con antelación a las asociaciones palestinas que no permitían exhibir símbolos palestinos (banderas, sandías...) y algunos amenazaron con recurrir a la Policía.
Salah Said, activista palestino de Berlín describe esta última movilización: “Participé el domingo en una manifestación contra la extrema derecha junto con otros activistas, portando banderas palestinas y keffiyehs. A nuestra llegada, el grupo fue blanco de varios manifestantes que nos insultaron, empujaron y escupieron. Algunos miembros del personal de seguridad los entregaron a la Policía, que nos rodeó y nos impidió movernos hasta el final de la manifestación”.
Ante la pregunta de si ha notado un cambio en la sociedad alemana en los últimos meses, Said dice: “En algunas regiones, entre ellas Berlín, se han prohibido manifestaciones recientes en las que se pedía un alto el fuego en Gaza, pero han seguido produciéndose concentraciones propalestinas, aunque fuertemente reprimidas. He sido detenido ya varias veces en Berlín por mi activismo en favor de Palestina desde octubre, lo que pone de relieve la obstrucción de las libertades fundamentales de expresión y organización de los activistas propalestinos en Alemania”.
Todo ello supone graves atentados a la libertad de expresión y manifestación. Con la extrema derecha en aumento y el Gobierno de coalición alemán con políticas de inmigración cada vez restrictivas, puede producirse en Alemania una deriva xenófoba y racista no vista desde hace unos 100 años.
Y lo más grave: sólo una parte minoritaria de la izquierda social y política alemana es consciente de la gravedad de la situación. Solo una parte diferencia bien entre el antisemitismo y antisionismo. Solo una parte entiende que la lucha contra el horror del Holocausto es hermana de la lucha contra el genocidio palestino.
La Corte Penal Internacional ha dictado la adopción de medidas inmediatas y urgentes por parte de Israel para preservar la vida en Gaza. Pero eso no basta. Los gobiernos de la Unión Europea deben obligar al Estado sionista a parar la guerra; por ello es importante cancelar el envío y comercio de armas, reconocer los derechos del pueblo palestino y, si Israel no reacciona de inmediato, romper relaciones diplomáticas, comerciales y militares. Empezando por Alemania.
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