Opinión · Otras miradas
Viento Sur. 25 años de una revista “insumisa y mestiza”
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Manuel Garí, economista y miembro del Consejo editorial y Jaime Pastor, politólogo y editor de Viento Sur.
Con la vocación declarada de apostar “por una izquierda alternativa” nacía Viento Sur hace poco más de 25 años como órgano de expresión de la organización unificada de dos formaciones de la izquierda radical (el Movimiento Comunista y la Liga Comunista Revolucionaria). “Eran tiempos de crisis de referencias, de malestar político, de ‘alejamiento de la política’, llegaba a decirse. La caída del muro de Berlín planteaba interrogantes a todas las corrientes marxistas (especialmente a quienes habíamos esperado y luchado por que el derrumbe de la burocracia fuera el origen de un renacimiento socialista) a las que era necesario buscar respuestas, más allá de la reafirmación doctrinal”. Así describía aquel momento histórico, finales de 1991 y comienzos de 1992, Miguel Romero, quien hasta su fallecimiento en enero de 2014 sería su editor.
Su título, elegido por pura casualidad, iría siempre acompañado de unos versos de Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca: “…un viento sur que lleva/colmillos, girasoles, alfabetos/y una pila de Volta con avispas ahogadas”. Poco tiempo después, tras el fracaso de la experiencia de aquella unificación, la revista seguiría su propio vuelo, siempre buscando conectar con “el movimiento real que critica el orden existente” para, como escribió su editor en el número 100, “dar un nuevo aliento a la izquierda política radical”. Buena muestra de ello es la composición de la redacción y del Consejo Asesor, en donde hemos participado –y seguimos haciéndolo- no sólo personas procedentes de la LCR y de las nuevas generaciones que se reconocen en esa corriente (y hoy forman parte de Anticapitalistas y de Podemos), sino también otras con diferentes orígenes y trayectorias. Entre ellas, dos a las que queremos recordar especialmente: Ramón Fernández Durán y Ladislao Martínez, ya desaparecidos, que siguen siendo referentes imborrables del ecologismo radical en el Estado español.
A lo largo de estos 25 años la revista en papel nunca ha faltado a su cita con sus lectores y lectoras cada dos meses. Además, se han ido desplegando una diversidad de actividades, jornadas, encuentros y foros de debate propios y con otras revistas afines, junto con una buena relación de libros en colaboración con otras editoriales. En febrero de 2003 se creó un sitio web ( www.vientosur.info ) que hoy cuenta con un alto número de visitantes y en el que diariamente tratamos de seguir la actualidad política internacional y estatal, junto con contribuciones que ayuden a una mayor reflexión teórica, teniendo como referencia siempre “un marxismo abierto, crítico y autocrítico, que necesita y busca la comunicación y el encuentro con otras corrientes del pensamiento emancipatorio, especialmente aquellas vinculadas con los movimientos sociales”.
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No es frecuente en nuestro país que las publicaciones teóricas de la izquierda tengan una vida tan dilatada y una autosuficiencia financiera como es el caso de Viento Sur. De ahí que la ocasión merece una consideración. Coincide ahora este 25 aniversario con la aparición de nuestro número 150 y con el centenario de la Revolución rusa. Por eso hemos publicado un número especial con el tema general “1917-2017: Repensar la revolución”, en el que dedicamos varios artículos a la reinterpretación de aquellas jornadas que conmovieron el mundo junto con otros que abordan diferentes problemas y retos que tenemos delante en estos tiempos de Gran Involución civilizatoria y caos sistémico en que nos encontramos.
Conmemoramos la efemérides de hace 100 años como un Acontecimiento que, pese a su nefasto devenir posterior y como recuerda Michael Löwy en este número, es comparable a lo que dijera Kant a propósito de la Revolución francesa: es, como ésta, “demasiado grande, está demasiado ligado a los intereses de la humanidad y tiene una influencia demasiado extendida sobre el mundo y todas sus partes, como para que no sea recordada a los pueblos en cualquier ocasión propicia y evocada para la repetición de nuevas tentativas de esta índole”. Por eso, ni nostalgia ni reivindicación acrítica sino voluntad de, como también apunta Catherine Samary en este número, “retomar el hilo de los debates más ricos del pasado” para “repensar la revolución” haciéndonos siempre preguntas y buscando respuestas en torno a lo que continúa siendo esa vieja y cada vez más necesaria aspiración a “transformar el mundo, cambiar la vida”.
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