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Opinión · Otras miradas

Los armarios de la sanidad

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Consulta del médico.- Freepik.

¿Tiene la misma información sobre salud sexual una mujer no heterosexual que una que sí lo es? ¿Se le ofrece información adaptada a las distintas orientaciones cuando consulta algún problema de salud? ¿Cuántas mujeres sáficas han sido leídas como heterosexuales en consulta? Estas preguntas, que deberían hacerse quienes gestionen algún ámbito de nuestro sistema sanitario, llevaban mucho tiempo rondando mi cabeza, más que como dudas, como hipótesis a demostrar. 

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Así que un buen día, mientras exploraba los posibles temas a trabajar para culminar mi máster de sexología clínica, se me ocurrió que lo mejor que podía hacer era preguntar a otras mujeres. Explorar la experiencia sentida y vivida de muchas y plasmarla en estadísticas. 

Cuando salimos a las calles a defender derechos para todas, todos y todes, a menudo ponemos el acento en cuestiones que son una emergencia para el colectivo LGTBIQA+, como el ascenso de agresiones y delitos de odio que denunciaba recientemente la FELGTB. Por desgracia, además de esta gravísima problemática existen muchas otras discriminaciones que enfrentar en el día a día.  

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El acceso a nuestro derecho a la salud debería ser igual para todas las personas, pero en la práctica esto no se produce cuando existen barreras como la que supone la presunción de heterosexualidad en una consulta. De todas las mujeres que respondieron la encuesta formulada, el 86,1% reconoció vivir esa situación en primera persona siempre o casi siempre y el 9,5%, algunas veces.  

Obviamente, este aspecto condiciona las recomendaciones en salud que el personal médico o de enfermería puede ofrecer a una paciente. ¿Podría asesorar bien en salud sexual si no tengo en cuenta que mi paciente puede no tener relaciones heterosexuales? La respuesta es claramente no, porque en el mejor de los casos no estaré ofreciendo información sobre cuidados generales, fertilidad o prevención de ITS que le sirva.  

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Tras una presunción de heterosexualidad, sólo el 45,6% de las mujeres decide siempre o casi siempre aclarar su orientación al personal que las atiende. El resto, o lo hacen por necesidad de preguntar algo muy concreto o nunca llegan a hacerlo. Lo peor es que el 17% que no comenta su orientación no lo hace porque le preocupa la reacción que pueda tener el personal que le atiende. Algunas mujeres especificaron que no sentían que ese fuese un sitio seguro o que le parecía que podía ser incómodo para el personal sanitario. 

Algo estamos haciendo mal cuando muchas pacientes no pueden hablar sintiéndose seguras o cuando se ven forzadas a dar explicaciones que no les apetecen. ¿No deberíamos el personal sanitario dar información amplia que incluyese las distintas posibilidades y permitir que se formulen dudas? Si no hubiese presunciones, quizá las consultas serían más eficientes y la gente estaría mejor informada. 

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Si hablamos de información, no todo son noticias negativas. Afortunadamente, el 95,5% de las mujeres encuestadas (cisexuales) sabe que las citologías y revisiones periódicas son igual de importantes para ellas que para una mujer heterosexual. Este es un dato tranquilizador, sin embargo, quise saber también si en el caso de haber trasladado al personal sanitario de que mantenían relaciones con otras mujeres se les había recomendado los mismos controles. Para mi sorpresa, sólo el 46,4% afirma que le recomendaron realizarlos. A la mayoría del resto, simplemente les dijeron que no podían orientarlas y, en el peor de los casos, que no era tan importantes las citologías siendo sáficas. 

¿Cómo establecer una relación de confianza profesional-paciente si la persona atendida percibe que la profesional no sabe ayudarle? Difícil. Afortunadamente, las cosas también están cambiando entre parte del personal sanitario, y algunas mujeres relataron experiencias positivas en su atención. Pero estamos lejos de que eso sea lo habitual y es necesario insistir en la necesidad de formación del personal sanitario para cambiar una tendencia que hace que el 47,2% de las mujeres no heterosexuales hayan recurrido a internet ante una duda sobre salud sexual y no a su centro de salud. Cierto es que el deterioro de la sanidad pública en muchas de nuestras comunidades autónomas no ayuda. Y esa también es una denuncia que hacer ante los diferentes gobiernos. 

Gobiernos que debieran encargarse también de invertir en investigación y campañas de información. Después de todo, ¿qué formación basada en la evidencia podemos trabajar si las mujeres que tienen sexo con mujeres (MSM) casi nunca son objeto de estudio en relación con problemas de salud? Esa carencia de información disponible hace que solo el 65% de las mujeres no heterosexuales consideren tener el mismo riesgo de contraer VPH que las que sí lo son, o que sólo el 55,9% consideren que tienen el mismo riesgo de adquirir VIH y los mismos medios de prevención a su alcance. 

Es urgente atender estas cuestiones. Se trata no solo de la equidad en el sistema sanitario, si no de un derecho fundamental. ¡Pongámonos las pilas! Toca exigir formación para el personal sanitario, inversión en investigación, campañas informativas y trabajo conjunto para derribar las barreras. Que nunca más una mujer no heterosexual escuche en consulta un comentario como el que refirió una participante en la encuesta: “Dile a tus amigas que laven bien los juguetes y no hace falta que vengas a la revisión de VPH anual”. Derribemos también estos armarios. 

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