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Opinión · Otras miradas

La fallida despedida europea de Biden, y la real despedida de EEUU de Europa

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La fallida despedida europea de Biden, y la real despedida de EEUU de Europa

Esta semana el presidente Joe Biden tenía previsto realizar una visita de Estado a Alemania. Además, estaba previsto que el 12 de octubre tuviera lugar una nueva cumbre del grupo de Ramstein. Estos acontecimientos tenían una potente carga simbólica, pero ninguno de ellos se realizará.

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La visita oficial de Biden a Scholz tenía una especial relevancia. La última visita de Estado de un presidente norteamericano a Alemania había sido hacía ya cuarenta años cuando Ronald Reagan, en 1985 viajó a la capital de la Alemania Federal, Bonn. Así pues, nunca antes se había visitado la Alemania reunificada. La idea era la de dar apoyo a Scholz en un momento muy delicado para su gobierno muy tocado tras las últimas elecciones en Brandeburgo, Turingia y Sajonia, y de paso, celebrar las bondades de la amistad germano- estadounidense.  Desde luego el carácter simbólico de la visita era gigantesco, especialmente para un país que se enfrenta a un cambio de paradigma y, probablemente de gobierno, durante los próximos meses. La gran locomotora económica de Europa se ha comenzado a gripar. Los problemas de la industria automovilística germana no hacen mas que crecer y con ellos también crecen el malestar social  que va inextricablemente unido con fuerzas políticas antisistema que ponen en jaque a los partidos mainstream.

Esta visita, además, iba acompañada por otra, no menos relevante, una cumbre de 56 países incluidos los 32 miembros de la OTAN, donde Biden iba a presidir la reunión del Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania, el conocido como formato Ramstein. En dicha visita el punto principal del orden del día iba ser Ucrania. De un lado, con la presentación en sociedad del Plan de la Victoria de Zelensky que, por supuesto también asistiría a la misma, de otro para medir el nivel de compromiso de todos los aliados con dicho plan o, por lo menos, convencer de la necesidad de proveer de más armas y de mayor alcance para combatir a los ocupantes rusos.

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Sin embargo, el huracán Milton lo ha cambiado todo. Por el momento no habrá visita a Alemania de Biden y todavía se está negociando si la reunión del grupo de Ramstein podría hacerse coincidir con una reunión de ministros de Defensa de la OTAN prevista para los días 17 y 18 de octubre.

En todo caso, lo más relevante de estas reuniones que nunca tendrán lugar es precisamente lo eso, que no se llevaron a cabo. La primera por razones obvias. Sin Biden no es posible una visita de Estado comme il faut. Pero lo realmente sorprendente es que a la reunión de Ramstein no haya asistido nadie en sustitución de Biden. Es cierto que Kamala Harris está en plena campaña electoral, pero quizás el secretario de Estado Blinken, se podría haber hecho cargo. Sea como fuere, lo cierto es que la cumbre se ha suspendido. Nadie ha osado tan siquiera sugerir que se siguiera adelante con la agenda.

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Y este es el quid de la cuestión. Lo que evidencia esta decisión y el hecho de que sin EEUU el Grupo de Contacto no es nada es lo que debería hacer reflexionar a los socios europeos. Es cierto que esta visita estaba siendo analizada como la despedida de Biden, pero ahora la lectura que se podría hacer es si realmente no se trata mas bien de la despedida de EEUU de Europa.

Lo que los europeos llevan años temiendo parece estar ocurriendo. Independientemente de lo que suceda el próximo 5 de noviembre, gane Harris o gane Trump, la realidad es tozuda y lo que nos dice es que EEUU tiene unos objetivos estratégicos prioritarios y entre ellos no se encuentra Europa. No es nada nuevo, ya se venía advirtiendo desde la Cumbre de Gales de 2016, el primero en dar pistas fue Obama con su giro hacia Asia-Pacífico. Trump profundizó y Biden, a todas luces parece que puede ser el último presidente atlantista de la historia.

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Europa veía con ansiedad un momento que ya ha llegado. Siempre se va a preferir a Harris frente a Trump, pero sólo porque esto le permitiría ganar tiempo para reforzar la Europa de la Defensa y aumentar sus capacidades industriales. Casi seguro que un Trump en la Casa Blanca acelerará más el proceso de separación y, por tanto, reduciría el tiempo disponible. Y este es el dilema que se plantea la UE, cómo avanzar y cómo hacerlo rápido en la construcción de una arquitectura de seguridad y defensa sin la cobertura norteamericana. Las voces críticas con este modelo de construcción de Europa son minoría en los centros de poder. La salida de EEUU de la defensa europea, acelerará sí la autonomía estratégica europea al tiempo que enterrará la posibilidad de un modelo europeo que apueste por la ciudadanía y sus necesidades.

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