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Opinión · Otras miradas

¿Quién se cree las fake news? Una lectura política

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¿Quién se cree las fake news? Una lectura política

Donald Trump lanza un bulo demencial (los inmigrantes se comen a las mascotas) ante una audiencia de 67 millones de personas y, a pesar de ello (o por ello), gana las elecciones. Hay que tomarse en serio las fake news y dejarnos solo de escandalizarnos por ellas o tratarlas como una patología extraña, porque no lo son. Tienen una intención política, no son neutras, tienen sesgos, son intencionados y se lo pretendo demostrar; algo que intenté el mes pasado en la Comisión para la auditoria democrática en el Parlamento, no sé yo si con mucho éxito.

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Argüía allí que ya existe literatura científica suficiente para probar la intención referida y, para ello, les propongo empezar no por quién se inventa las noticias falsas, sino quién se las cree, es decir, a qué publico van dirigidas.

¿Quién se cree las fake news?

Un estudio esclarecedor, cuya lectura sugiero: "¿Quién se cree las noticias falsas? Identificación de asimetrías políticas" se propuso entender quién es más vulnerable a las noticias falsas comparando 40 investigaciones publicadas en Europa y EE. UU y tras hacerlo, encontraron una asimetría política muy reveladora. Concluyen: "la mayoría de los estudios coinciden en identificar al público conservador o de derechas como más vulnerable a las noticias falsas [...] en Europa, la creencia en las noticias falsas se asocia positivamente con personas de derechas, especialmente de las derechas radicales y el autoritarismo de derechas".

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Ni los estudios ni la que escribe estamos afirmando que las personas conservadoras o de derecha radical sean más crédulas. Lo que afirmamos es que son más vulnerables a las noticias falsas porque son su público objetivo: están dirigidas a ellas.

¿Cómo funcionan?

El estudio citado encuentra una causa en que "el razonamiento motivado parece más fuerte y activo entre los conservadores". Detengámonos en qué es eso del razonamiento motivado porque, créanme, es relevante:

Hay un sesgo cognitivo humano por el que todas las personas creemos que tenemos razón. El razonamiento motivado explica que, por ese sesgo, las personas somos más sensibles a aceptar inputs en nuestras vidas que refuerzan nuestras creencias y, por el contrario, somos más reacios a los que las desafían o contradicen. Lo que hacen las fake news es manipular el razonamiento motivado sesgando sus audiencias. Están dirigidas a personas que pueden ver reforzadas sus ideas previas y, por ello, ser más vulnerables a creerlas. Las cámaras de eco de las redes sociales son perfectas para esa manipulación. Y lo están consiguiendo.

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¿Influyen las Fake News en el voto?

Sí. Es conocido el caso de Cambridge Analytica y su influencia en el Brexit en 2016, sesgando audiencias a las que enviaban noticias falsas sobre que la UE llenaba el Reino Unido de inmigrantes y les robaba el dinero del sistema nacional de salud.

En 2017, investigadores alemanes analizaron "Una encuesta sobre los orígenes y las consecuencias de creer en la desinformación en las elecciones parlamentarias alemanas de 2017" en el que encontraron que "debido a su política disruptiva y de derechas, estas noticias aparentemente alejaron a los votantes democristianos y, en particular, los llevó a los votar a AfD. Las creencias desinformativas fueron, aparentemente, una de las razones del éxito electoral de los populistas de derechas en las elecciones". Es decir, sí juegan un papel en la radicalización de los discursos hacia la extrema derecha y lo hacen, además, de forma global; por lo tanto, la pregunta es pertinente:

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¿Influyen las Fake News en los partidos políticos?

Sí. Es el gran debate en los partidos conservadores europeos que han pasado del cordón sanitario a la extrema derecha a dudar si adaptarse o no a sus más radicales propuestas. Afecta también a la socialdemocracia, más tendente hoy a endurecer su posición sobre migración, rebajar las demandas feministas o aceptar comisarios europeos de extrema derecha.

Es más, afecta también a la izquierda, como ejemplifica el caso de la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) en Alemania, una escisión de La Izquierda que se creó con la publicitada intención de disputarle votos a Alternativa por Alemania (AfD) a través de un duro discurso antinmigración. Pero no ha ocurrido: en las elecciones de septiembre en tres landers, BSW obtuvo un buen resultado (en torno al 13%) pero sus votantes provinieron en su inmensa mayoría de la izquierda, la socialdemocracia y los liberales; solo un 6% de ellos eran antiguos votantes de AfD, lo que nos lleva a la siguiente pregunta:

¿Sirve políticamente contemporizar con los discursos de odio?

En 2022 la Universidad de Cambridge publicó una investigación determinante para esta cuestión: "¿Funciona contemporizar? Estrategias de los partidos mayoritarios y el éxito de los partidos de la derecha radical" en el que analizaron ni más ni menos que 70 elecciones en Europa Occidental entre 1976 y 2017. El objeto era detectar si para restarle votos a la extrema derecha es buena estrategia acomodarse o contemporizar con alguno de sus postulados y sus resultados fueron categóricos: "no encontramos pruebas de que las estrategias acomodaticias reduzcan el apoyo a la derecha radical. En todo caso, nuestros resultados sugieren que hacen que más votantes deserten hacia la derecha radical".

Y podría seguir citando estudios... porque es ya una realidad innegable: para reducir el avance de la extrema derecha no sirve contemporizar con ella y es algo, que, desgraciadamente, cruza la política y, de manera desmedida, los medios de comunicación que les siguen la agenda y blanquean las noticias falsas al tratarlas de forma genérica como "desinformación", como si se basaran en un abanico ideológico variado o fuesen producto de la patología individual del influencer de turno, así que dejémoslo claro:

Las noticias falsas promueven discursos de odio y éstos siguen los cinco temas favoritos del ideario de extrema derecha: los que relacionan inmigración con inseguridad, feminismo con ataque a los hombres, democracia con desgobierno, conspiraciones y negacionismo científico. Esa es su agenda mediática, que repiten de forma compulsiva, goebbeliana, con dramáticas implicaciones políticas; pero intuyo que hay más.

Me preocupo y les alerto porque tras estudiar el fenómeno sospecho que lo que pretenden, en último término, es la aceptación social de un gobierno autoritario.

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