Opinión · Planeta Axel
La ansiedad contra la euforia
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¡Qué semana tan distinta han vivido Liverpool y Arsenal! Mientras Europa entera elogiaba el juego de los gunners en el 7-0 ante el Slavia de Praga, los reds volvían de Estambul con la cabeza gacha y su futuro en la Champions muy comprometido. Dos realidades radicalmente opuestas que se encontrarán mañana en Anfield. Si las dinámicas tuvieran un peso decisivo, los de Wenger serían claros favoritos. Pero los grandes partidos, muchas veces, no tienen nada que ver con el contexto ni el estado de ánimo.
Cesc Fàbregas está instalado de nuevo en el primer plano mediático. Desde que terminó el encuentro ante los checos, los periodistas no dejan de reclamarle. Todos quieren hablar con el chico del momento, con el motor del engranaje que mejor carbura, con el director de la orquesta que mejor suena. Y es que su trascendencia en el juego ya no pasa inadvertida para nadie. Quizá antes era preciso observarle con detenimiento para darse cuenta de su papel central y apreciar su claridad absoluta en la lectura de los partidos. Si no mirabas con atención podías perderte sus pases inteligentes, su visión exquisita, su precisión milimétrica. Ahora, hasta los aficionados más distraídos se percatan de su impacto. Lleva nueve goles en lo que va de temporada. Su producción realizadora está incluso por encima de la de los delanteros consagrados.
Pero si algo se elogia de este Arsenal es su sentido colectivo. Su fluidez permanente, su armonía perfecta. Las piezas se mueven de forma aparentemente caótica, pero siempre se encuentran las unas a las otras. El intercambio de posiciones, el fútbol combinativo, la velocidad en la circulación de balón. Los mandamientos de Wenger, los mismos del equipo invencible que ganó la Premier sin perder un solo partido en la campaña 03-04. La regeneración cíclica con el esplendor de la nueva hornada. Sólo Kolo Touré repite en el once de gala, pero los nuevos chicos de Arsène reproducen el modelo de los Pires, Ljungberg, Vieira, Bergkamp y Henry. Incluso Flamini ha logrado sentar a Gilberto Silva, otro superviviente que asiste atónito a un relevo generacional imparable. Theo Walcott, dieciocho años y una presión inmensa sobre sus espaldas desde los dieciséis, también pide paso. Sus dos últimas actuaciones piden a gritos la titularidad mañana en Anfield. Y Wenger, que es atrevido, probablemente se la dará.
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Hablar del Liverpool es cambiar el discurso. A Benítez le llegaron refuerzos este verano para que su fútbol fuese más desequilibrante en ataque y no se perdieran puntos costosos en partidos atascados ante rivales encerrados. Sin embargo, y aunque aún no ha sido derrotado en Premier, su conjunto parece vivir por cuarta temporada la misma historia de siempre. Y la crítica también se repite: la tendencia irresistible a las rotaciones del técnico madrileño. La prensa especializada no comprendió la suplencia de Torres cuando el Niño empezaba a deslumbrar y a conquistar el corazón de los hinchas ingleses. Ahora, tras la nula aportación de la pareja Kuyt-Voronin en Estambul, los reds suplican para que Fernando se recupere a tiempo de su lesión para enfrentarse al Arsenal. La participación de Xabi Alonso tampoco está garantizada, aunque al menos en su posición Rafa puede confiar en el talento del brasileño Lucas Leiva, que ha gustado bastante en los escasos ratitos de los que ha dispuesto. Pero la presión será esta vez enorme: un triunfo visitante los dejaría a nueve puntos del líder. Tocaría, de nuevo, aprender a vivir a remolque.
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