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Opinión · Punto y seguido

EEUU: las grandes compañías y los grupos de presión votan a Trump

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EEUU: las grandes compañías y los grupos de presión votan a Trump

Si algo "está escrito en piedra" es que los pueblos, ni siquiera en los países "democráticos", eligen realmente a sus representantes. El dinero del que disponen los partidos primero, y la manipulación de la opinión pública en favor de uno de ellos - mediante los medios de comunicación de masas- después, son los dos factores determinantes en colocar a un candidato en el palacio: es así que, con las mismas normas del sistema, un delincuente como Donald Trump, condenado por 34 cargos de delitos graves, no sólo anda libre sino que puede volver a convertirse en el hombre más poderoso del planeta, y precisamente gracias a su inteligencia y sabiduría.

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  1. Sector militar

Hay que tener en cuenta dos cuestiones:

1) Que no es lo mismo apoyar los megapresupuestos para inyectar fondos a la industria militar que lanzar guerras contra otras naciones. Si bien el Trump I, fue repudiado justamente por esta industria, uno de los pilares de la economía y el poder global de EEUU, por negarse a atacar a Irán, por ejemplo, fue otro presidente al servicio del militarismo de EEUU: entre sus logros, endosar a Arabia Saudí un sistema de defensa antimisiles por el valor de 15.000 millones de dólares, o conseguir que el Congreso de EEUU aprobase un presupuestos inicial de 40.000 millones de dólares para el proyecto  Código Escalibur, cuyo objetivo es convertir el espacio en un arma contra otros pueblos: versión nueva de la Guerra de las Galaxias de Ronald Reagan, otro actor ocupando un cargo real.

2)  Que Trump, quien durante su mandato siguió una política exterior anti-intervencionista y aislacionista, haya sido el único presidente de EEUU de las últimas cinco décadas que no lanzó ninguna guerra contra otros estados, fue el motivo por el cual los militaristas (no sólo de EEUU, sino también del resto de la OTAN) le acusaron de haber puesto en peligro la hegemonía mundial de la superpotencia en favor de China y Rusia.

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"Expulsaré a los belicistas. Tenemos a esta gente que quiere ir a la guerra todo el tiempo. ¿Sabes por qué? Los misiles cuestan dos millones de dólares cada uno", volvió a denunciar Donald Trump, criticando al Complejo Industrial Militar, que ha secuestrado la política exterior de EEUU.  Sin embargo, esta vez, el astuto y oportunista magnate, que ha aprendido la lección anterior, lo ha hecho  con el único objetivo de manipular a la opinión pública (durante su mandato vertió unas 30.000 mentiras sobre la verdad), mientras ya ha conseguido el respaldo de los generales y vendedores de armas.

En una carta firmada, alrededor de 200 altos cargos militares retirados, que se postulan por el candidato republicano, acusaron a la Administración demócrata de llevar al país "hacia el abismo mortal del socialismo y el marxismo cultural autoritario...que impone programas de ingeniería social divisivos encarnados en la Diversidad, la Equidad y la Inclusión a expensas de la preparación para la guerra contra China, Irán, Rusia".

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Los militaristas de la Nueva Era en Silicon Valley, entusiastas de la guerra automatizada y el uso de la inteligencia artificial para fabricar «armas milagrosas» para sus locuras, optan por el trumpismo, al igual que la mayoría de los veteranos militares, y las compañías Northrop Grumman, Lockheed Martin o Boeing que han donado muchos millones de dólares a su campaña, encantadas de que el futuro presidente ampliase el derecho de los ciudadanos de llevar armas, o incluso reanudar la fabricación de las mini bombas nucleares, que ordenó en 2019: una nueva generación de ojiva termonuclear llamada W76-2, de sólo 164 kilogramos y una potencia explosiva de cinco kilotones -"sólo" un tercio de la bomba arrojada sobre Hiroshima-, que podrá ser lanzado desde un submarino Trident.

Trump, que insinuó que Israel debería atacar las instalaciones nucleares de Irán -con una bomba nuclear o una MOAB (Massive Ordnance Air Blast), "la madre de todas las bombas no nucleares", lanzó una sobre Afganistán, sólo y exclusivamente para exhibir la magnitud de su capacidad de destrucción en un país frontera con China e Irán. El 17 de octubre, la Administración Biden, mandó arrojar un GBU-57 sobre Yemen, ya no para asustar a Irán, sino como un ensayo y también un regalo a la industria armamentística, en la víspera de las elecciones: La bomba que cuesta 14.6 millones de dólares, además debe ser transportada por un B-2, el avión más caro jamás fabricado, que vale 1.000 millones de dólares, y una hora de su vuelo unos 150.000. Una guerra contra Irán es  mil veces más beneficios para las compañías de armas de EEUU que la guerra de Ucrania, que ya no da más de sí. Será más venta de armas a Israel, y también a los jeques árabes del Golfo Pérsico: sus países podrán volver a convertirse (como en los años de la guerra contra Irak) en almacenes de las armas oxidadas del Pentágono, y encima deberán pagar por ello.

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Los generales "patriotas" y antitrump no le reprochan por tal locura sino por su propuesta de utilizar a las fuerzas armadas para aplastar las protestas internas. "La persona más peligrosa para este país... Un fascista hasta la médula", le define el ex jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley. La opinión compartida por el general James Mattis, exsecretario de Defensa, quien le tacha de incompetente y de querer dividir a los estadounidenses.

La Asociación Nacional del Rifle (que disparó sus acciones en la bolsa con el atentado contra la punta de la oreja de Trump) le apoya públicamente, mientras los fabricantes de armas Lockheed Martin, General Dynamics, o RTX Corporation saben que se beneficiarán del regreso de Madman a la Casa Blanca. Da igual que ni China ni México tengan planes o ganas de disparar misiles contra la Estatua de la Libertad, pero la propuesta del empresario de telebasura de construir una Cúpula de Hierro para EEUU es rentable y divertida. La empresa de tecnología aeronáutica Bigelow Aerospace, es otra que ha contribuido con 9,2 millones de dólares a la campaña de este personaje.

  1. El sector de la tecnología y el financiero

Elon Musk, jefe de Tesla y SpaceX, Woody Johnson, propietario de los New York Jets, Howard Lutnick, director ejecutivo de la empresa de servicios financieros Cantor Fitzgerald, Jeff Bezos, director de Amazon y nuevo propietario del Washington Post (que ha roto con el tradicional apoyo del diario a los demócratas, amordazando a la redacción), los ejecutivos de Appel, Sundar Pichai, Meta, o los multimillonarios hermanos Charles y David Koch, forman parte de este sector cuya codicia sin límites y mirada miope minará desde dentro los escasos logros democráticos que aún quedan de la lucha de su pueblo.

Aunque los mercados son conservadores y odian las agitaciones políticas, Wall Street ha optado por el candidato que ha regresado a la lista de los 500 individuos más ricos del mundo. Las acciones de su empresa Trump Media & Technology Group se han multiplicado por cuatro en el último mes.

  1. El sector de Petróleo

La industria de hidrocarburos, a la que Trump pidió una donación de mil millones de dólares, le demanda a cambio:

- Desmantelar la agenda verde del Joe Biden.

- La eliminación de las regulaciones sobre la contaminación.

- Levantar la moratoria sobre los permisos para las exportaciones de gas natural licuado.

- Deshacer las limitaciones a las perforaciones en el Ártico de Alaska, y permitirlas en el Golfo de México.

  1. El lobby proisraelí

A Kamala Harris sólo le faltaba que le acusasen de utilizar el término "genocidio" para referirse al Genocidio de los Palestinos dirigido por Benjamin Netanyahu y conseguir que los judíos de EEUU cambiasen su tradicional voto demócrata mirando a Trump.

Pues, en su anterior mandato, Israel consiguió lo que Netanyahu ni se imaginaba de un presidente de EEUU:

- Rompió el acuerdo nuclear con Irán.

-Reconoció a Jerusalén como la capital de Israel y trasladó su embajada de Tel Aviv a la ciudad que iba a albergar la capital de un imposible Estado Palestino, poniendo una "Solución final" a la causa del sufrido y luchador pueblo.

- Reconoció la soberanía (ilegal) de Israel sobre los estratégicos Altos del Golán sirios ocupados.

- Promovió los Acuerdos de Abraham, en los que Arabia saudí se comprometía a reconocer a Israel a cambio de nada para los palestinos.

- Retiró la financiación de EEUU a la Autoridad Palestina (que la administración Biden/Harris restableció).

Por si fuera poco, Israel acusa a los demócratas de haber sido benévolos con el régimen de Irán, propiciando el asalto de Hamas del 7 de octubre de 2023. Justo esta extraña acción de consecuencias previstas para los palestinos y la región, ha sido la principal razón del descenso del apoyo de los judíos de EEUU al partido de Harris; aún así, sigue recibiendo el apoyo del 60% del pueblo de Yahava.

El Comité de Asuntos Públicos de EEUU e Israel (AIPAC), el lobby proisraelí, dirigido por los rabinos de extremaderecha fundamentalistas-etnocéntricos, ha organizado continuos viajes de los diputados y sus familias a Israel, concretamente al lugar del asalto de Hamas, para favorecer a las políticas de Netanyahu en Washington. Sólo el año pasado, gastó unos 3 millones de dólares en actividades relacionadas con llevar adelante la agenda israelí en en las instituciones norteamericanas, según el sitio Open Secrets.

¿Se imaginan que en España, un grupo marroquí, por ejemplo, haga de agente extranjero, sobornando públicamente a los diputados para comprar sus votos?

Alguien dijo que, en las elecciones presidenciales de EEUU, el resto de los pueblos del planeta también deberíamos tener el derecho a votar.

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