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Opinión · Punto y seguido

El "matrimonio blanco" desafía la sexualidad del islam

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Una pareja pasando por las calles de Teheran (Irán). REUTES/Majid Asgaripour/West Asia News Agency

Primero fue el alto índice de los divorcios, luego el aumento del número de mujeres que han preferido soportar la etiqueta de “solterona” a someterse a las leyes que ningunean a la “esposa”, y ahora es la expansión sin parar de parejas heterosexuales que optan por vivir juntas y en “pecado”, lo que preocupa profundamente a las autoridades islamistas de Irán y Turquía, dos principales actores dinámicos del llamado “universo musulmán”. Incluso en Afganistán, cuyo progreso se paralizó en 1978 por los “yihadistas” patrocinados por EEUU, estas uniones “libres” han conseguido abrir su espacio a pesar de sus riesgos.

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Aunque en Europa, el término Matrimonio Blanco ha hecho referencia a los matrimonios registrados y legales, pero sin relaciones sexuales (por ser de conveniencia: camuflar la homosexualidad de una o de ambas partes, conseguir permiso de residencia, ocultar a un perseguido, etc.), en los países mencionados se está utilizando justamente para lo contario: se trata de parejas que cohabitan y tiene relaciones sexuales sin estar casadas.

El miedo a que los ciudadanos recuperan el control sobre su cuerpo expropiado es tal que las autoridades de dichos estados están recurriendo a amenazas, incluida la pena de muerte, para evitar su auge.

Irán

El matrimonio blanco se desarrolló en este país a mediados de la década de los sesenta, cuando los jóvenes universitarios (con la posibilidad de vivir separados de las familias y en los colegios mayores de otras ciudades), así como los simpatizantes de las ideologías de izquierda decidieron regir su vida personal acorde a los nuevos tiempos. Con un parón de unos treinta años, y debido a la dureza de la persecución político-religiosa desatada por la teocracia islámica instalada en 1979, estas uniones han resurgido, poniendo en jaque a los jeques, quienes han intentado, sin éxito, mantener el control sobre la sexualidad de los ciudadanos con medidas propagandísticas y coercitivas al mismo tiempo: sus leyes castigan cualquier relación sentimental (aun no física) fuera del matrimonio heterosexual, incluso con lapidación, sin embargo hoy por hoy para ejecutarla se encuentran con dos principales motivos: 1) ya no se trata de unas cuantas parejas sino de miles que optan por esta unión, y 2) están más centrados en perseguir a los opositores políticos que a los infractores de la moral islámica.

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En el Irán reislamizado, la crisis sexual generada por la obsesión de la teocracia en la vida íntima de los ciudadanos, sobre todo las mujeres, está tenido graves consecuencias de salud física y mental tanto para las personas como para el conjunto de la sociedad.

¿Por qué se oponen al “matrimonio blanco”?

Los motivos que alegan las autoridades de la República Islámica son:

  • Es un "estilo de vida importado de Occidente", y por lo tanto negativo para las sociedades musulmanas. Los ayatolás suelen utilizar este mismo argumento para reprimir las reivindicaciones obraras (como el derecho de organizarse en sindicatos, tener convenios colectivos, etc.), afirmando que la “lucha de clases” fue introducida en los países islámicos por un hombre occidental además judío llamado Karl Heinrich Marx para robarles la estabilidad. Con esta regla, entonces ¿por qué es “positivos” que ellos mismos importen y usen automóviles antibalas, o móviles de la última generación fabricados por Occidente?
  • Por tener su único propósito el placer sexual, y se sorprenden que los hombres de estas asociaciones se compliquen la vida cuando pueden contratar una esposa “Sighé” («de placer»), una  concubina: fórmula existente en la Península arábiga antes del siglo VII, y que persiste en el chiismo, por la que un hombre puede contratar legalmente por horas, días o meses a mujeres viudas o divorciadas (o sea, aquellas que no son propiedad de ningún hombre, y por lo tanto, pueden ser usadas y compartidas por todos ellos), a cambio de un dinero. Este tipo de uniones sexuales no requieren ser registradas y la propia pareja puede realizar un “contrato privado” verbal cuyo valor es legal. Sin embargo, sucede que en la cultura iraní el Sighé es sinónimo a prostituir a las mujeres sin recursos, y los hombres y las mujeres que lo hacen son estigmatizados socialmente.
  • Retrasa la edad de contraer matrimonio formal, privando a la sociedad de más hijos. Desde 1978, tener hijos fuera del matrimonio oficial está duramente castigado. El control sobre el útero de las mujeres es uno de los rasgos de los sistemas totalitarios. A los dirigentes actuales de Irán les preocupa la caída brusca de la natalidad. Calculan que en 2050 habrá un apocalipsis poblacional por el crecimiento cero. ¿Necesitan otras decenas de miles de niños y niñas sin escolarizar, sin haber sido examinados en su vida por un médico, quienes sobreviven con la venta de flores y chicles en los semáforos, exponiéndose a todo tipo de abusos? Muchos de ellos son justamente frutos de Sighé en las calles abarrotadas de Teherán y otras grandes urbes. A pesar de prohibir todos los medios anticonceptivos (pastillas, la vasectomía, etc.), el índice de Fecundidad en 2019 ha sido de 1,7% , y la tasa de bodas ha descendido en un 40% desde el 2014: un tercio de los matrimonios terminan en separase antes de los cinco años.
  • Menosprecia y desmantela los valores tradicionales. ¡Bienvenidas sean todas las iniciativas que envíen a la papelera de la historia aquellos modos de vida que son contrarios a los derechos de las personas! ¡Los esclavos dejan de serlo cuando rompen las cadenas tradicionales!
  • Significa huir de las responsabilidades que supone formar una familia, y por ende quienes lo practican no son gente de fiar. ¿Qué hay de malo en que el ser humano busque la felicidad personal y colectiva y tenga el derecho de “ensayo y error” hasta encontrar las fórmulas de una vida sin ataduras innecesarias? Cierto, las religiones semíticas, al no poder ofrecer el bienestar en “esta vida” lo prometen en “la otra”, eso sí, sólo a quienes se sometan a sufrimientos y la resignación.
  • Es por falta de fe entre los jóvenes. ¡Y por el incremento del peso de la “razón” en ellos!
  • Es una anomalía social y debe ser corregida. Lo anómalo no es un acuerdo entre dos personas adultas, sino autorizar la pedofilia y la compra-venta legal de niñas de 7-8 años, bajo el nombre de  “niñas-esposa”, entre hombres pervertidos (el padre y el marido), o que unos sacerdotes dirijan las páginas webs de cita, cobrando, evidentemente, mientras prohíben las relaciones sin intermediarios entre los interesados.
  • La falta de seguridad psicológica en las mujeres, esas criaturas dominadas por las emociones y sentimientos, e incapaces de saber lo que les conviene, caen en la trampa de los hombres astutos que se aprovechan de ellas. El “sociólogo” islamista Mehdi Bayati cree que estos enlaces perjudican a la mujer ya que “con el paso de los años, al perder ella su vitalidad, el hombre dejaría de tener interés en vivir con ella y podría ir con otra”. ¡Eso es justo lo que hacen los hombres desde que se ha legalizado la poliginia, y la ideología dominante ha cosificado a la mujer! Este señor cree, además, que estos matrimonios provocan la adicción a los estupefacientes.

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Mediadas de lucha anti-matrimonios blancos

  • Penalizar su publicidad: En 2014, las autoridades de Irán cerraron la revista mensual Zanan-e Emruz «Mujeres de Hoy», dirigida por Shahla Sherkat, por la “propaganda de prostitución” al publicar artículos de opinión sobre estas uniones y otros en defensa del derecho de la mujer en tener la custodia de sus hijos o poder asistir a los estadios deportivos.
  • Bajar aun más la edad nupcial, porque desde su ideología, esta relación simplemente refleja un “problema sexual” de sus actores que no una alternativa al matrimonio tradicional disfuncional.
  • Ilegalizar el hospedaje de las parejas no casadas en un hotel, viajar juntos, o alquiler una vivienda. Bajo el pretexto de la “ley antiterrorista”, las agencias inmobiliarias están obligadas a facilitar los datos de los inquilinos a las autoridades.
  • Condenar a las parejas: el artículo 736 del Código Penal de la República Islámica (basado en las leyes judeo-árabes de hace miles de años), condena una relación sexual fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer, cuyo castigo no es rezar cuarenta veces un versículo, sino 99 latigazos si están solteros, y la pena de muerte por lapidación en caso de estén casados. Los conservadores desconocen lo que Ulrich Beck llama la 'conciencia de riesgo'.

Detrás del  “matrimonio blanco”?

Los seres humanos adaptan conscientemente su vida personal y sus necesidades a los cambios sociales objetivos, y no son suicidas para imitar los modos de amar de otros pueblos, arriesgando su integridad física. En este caso, se trata de una actitud antisistema: un sistema obsoleto y un patrón del matrimonio que nunca funcionó.

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  • Por el progreso inevitable de las sociedades, que son organismos vivos y dinámicos, y que avanzan ignorando la barrera que les imponen las fuerzas reaccionarias y sus “tradiciones y culturas”, quienes intentan despolitizar las desigualdades, santificando la discriminación de la mujer.
  • El deseo de los jóvenes de “simplificar” sus vidas desatándose de las engorrosas normas establecidas por los poderes de hace siglos y también de costosas ceremonias. Además, la propia vida urbana, así como el aumento de la esperanza de vida, ofrecen a las personas la posibilidad de compartir su larga vida con personas distintas, corregir posibles errores de elección, y vivir lo que Anthony Giddens llama la “Relación Pura”.
  • Las mujeres cohabitan debido a los cambios en los roles de género, mientras los hombres lo hacen porque buscan mejores oportunidades laborales, hasta decidir qué hacer con su vida íntima.
  • Debido a las leyes contra los derechos de la esposa: el estatus de subgénero de la mujer coloca su existencia bajo el dominio del esposo (debe tener su permiso para salir de casa, estudiar, viajar, trabajar, hospedar en un hotel, e incluso ser ingresada en el hospital, etc.), otorga el derecho al divorcio al esposo, así como la guarda y custodia de los hijos, así como “corregir” a su esposa, maltratándola como Dios manda, entre otros. Esta teocracia está en el número 148 del índice de Desigualdad de Género sobre 153 países (2019).
  • Los problemas económicos: aunque las leyes son de corte medieval, la economía es el capitalismo islámico neoliberal. Por lo que, las privatizaciones no solo han expulsado a millones de hombres y mujeres de sus puestos de trabajo en las empresas públicas privatizadas condenándoles al desempleo, sino que la “libertad” de los precios y el alto costo de la vida cotidiana han hecho que millones de jóvenes no pudiesen comprar una vivienda ni alquilarla para formar una familia. Por lo que, las parejas siguen en el hogar familiar, mientras comparten momentos juntos.
  • Para algunas parejas, estas uniones son la antesala del matrimonio convencional, un periodo provisional para conocerse. El aumento del nivel de educación de la mujer, así como su independencia económica en las clases medias y altas, retrasan la edad para contraer matrimonio “permanente”.
  • La pérdida de fe en el matrimonio debido a las altas tasas de divorcio: la institución familiar o se renueva o desaparecerá.
  • La familia negociada puede ser más igualitaria, a pesar de que estar dentro del sistema patriarcal. Sin embargo, el estrés que genera su clandestinidad acorta su duración a par de años: terminan en el matrimonio formal o la separación.

Afganistán

En este país, donde los “yihadistas” de EEUU y sus aliados han conseguido paralizar el progreso desde 1978, las autoridades ni reconocen la existencia de este tipo de familia postradicional “pecaminosa”, aunque las redes sociales revelan las experiencias de estas parejas: “hemos nacido libres y tenemos derecho a decidir”, dice una de las “esposas”.

Para el teólogo afgano Enayatullah Baligh se trata simplemente del adulterio y un acto "contrario a la decencia pública para difundir la prostitución y violar los principios del islam", y amenaza con eliminarlo si descubre que se practica en su tierra.+

Uno de los poemas atribuidos a Omar Jayyam, así responde a la hipocresía inherente a la casta clerical:

Un beato le dijo cierta vez a una hetaira:

“En los brazos de todos, te abandonas borracha”.

“Oh beato: es verdad lo que tu boca dice,

"pero ¿acaso eres tú, tal como te declaras"?

(Revisión por Ricardo Roízo)

Debido a décadas de guerra en este estratégico país centroasiático, la mayoría de los matrimonios (que están concertados) no están registrados, y tampoco hace falta: la “comunidad” y sus autoridades saben qué mujer a qué hombre pertenece y en qué condiciones.

Turquía

En el área metropolitana de Estambul o Ankara hay muchos jóvenes y personas de mediana edad que se niegan a contraer matrimonio formal y han optado por vivir solo o por relaciones libres, huyendo de convivencias abusivas e infelices. En este país, el divorcio sigue considerado un acto inmoral, a pesar de una generalizada violencia contra la mujer: cerca de 2000 mujeres han sido víctimas de feminicidio por sus esposos en la última década.

El gobierno de Tayyeb Erdogan, que anima a la gente a casarse a edades tempranas, ha permitido los matrimonios “por la Sharia”, lo que significa directamente “casar a las niñas menores”. Aun así, " la edad promedio de matrimonio de muchos de nuestros hijos e hijas ha llegado a los 30", confiesa el sultán turco, “Tal cosa no es aceptable. Deberían casarse antes”, ordena el fiscalizador del útero de las mujeres de Turquía. Por cierto, la Sharia no determina una edad mínima de contraer matrimonio ni para las niñas.

Se ha desmitificado el sexo y la familia, una institución social basada en la propiedad privada, una jerarquía del poder y la división de roles, en perjuicio de la esposa.

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