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Opinión · Punto y seguido

Biden cambia el nombre del “Océano Índico” por el “Océano Paquistaní”

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Golfo Pérsico

¿Qué? ¿Cómo? Pero ¿qué es eso? ¡No me lo puedo creer! ¿Tiene autoridad para hacerlo? ¡Estos yanquis se han superado!

¡Tranquilos! ¡Es falso! Me lo he inventado para llamaros la atención sobre: 1) las dos varas de medir que las potencias suelen aplicar a muchos asuntos internacionales y 2) los mecanismos de la manipulación de la opinión pública para normalizar diferentes tipos de agresión a otras naciones.

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Nadie, salvo los iraníes, reaccionó cuando el expresidente de EEUU Donald Trump llamó Golfo Árabe al Golfo Pérsico, con una clara intención política e incluso bélica.

Numerosos medios de comunicación, previo cobro de los costes de un cambio histórico de tal envergadura a cuenta de los jeques árabes, no sólo han eliminado el adjetivo “Persico” del legendario golfo, sino que lo han bautizado como el Golfo Árabe. Se trata de los mismas compañías de “información” que han bloqueado la difusión de las noticas sobre las atrocidades de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y sus aliados occidentales en Yemen desde que en 2015 empezó la masacre de su gente por motivos geopolíticas. Luego están los periodistas que coleccionan petrodólares o simplemente practican el “corta y pega” de lo que atrapan en internet, ignorando las posibles consecuencias de su alineación por desconocimiento. Encajar el término de “La Guerra del Golfo” para referirse a la agresión militar de una treintena de países comandados por EEUU a Iraq en 1991, y la ocupación militar del Golfo Pérsico, fue la guinda de este despropósito.

En Irán, el malestar por la falsificación del milenario nombre de las aguas del sur del país es tal que el Ministerio de Exteriores de la República Islámica ha enviado un queja oficial a Rusia, país amigo, por el uso del nombre de Golfo Árabe en lugar del Golfo Pérsico por el viceministro de Relaciones Exteriores Mikhail Bogdanov después de una reunión con el embajador de Irak en Moscú, Abdulrahman Al-Hussainión. La explicación de un experto en el diario Sputnik fue que el cambio se habia producido cuando los iraquíes tradujeron el texto al árabe.

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Este fluvial albergar grandes reservas de petróleo y gas, una rica vida marina, flora y fauna, la contaminación por ser el escenario de varias guerras (Iraq-Irán de 1980-1988, las dos guerras contra Iraq en 1991 y en 2003), pero además es uno de los elementos que dan forma a la identidad nacional de los iraníes. Hoy el Golfo Pérsico está siendo ocupado por miles de soldados armados hasta los dientes de varios países extrarregionales (EEUU, Reino Unido, y ahora se espera a Israel) instalados en los países árabes ribereños, que amenazan seriamente la seguridad de cientos de millones de personas y no solo a los que habitan esta zona.

El eterno conflicto entre los persas y los árabes que ya estaba lleno de símbolos puede desatarse con el actual choque entre las teocracias chiita y sunnita en ambos lados de la orilla de estas estratégicas y codiciadas aguas, y el cambio de su nomenclatura, que ataca directamente el orgullo nacional de los iraníes para humillarles, está jugando un destacado papel.

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Una mirada a la historia

Pars es el nombre de uno de los decenas de pueblos que han habitado el vasto territorio de Irán 'La Tierra de los arios' (¡y no tiene nada que ver con las falsas leyendas nazis!).

El hecho de que los emperadores de Irán, hace 2500 años, recibieran a los representantes de las satrapías del Estado en el palacio Takht-e Yamshid 'Trono de Yamshid' (el Rey Sol) ubicado en la región de Pars, los griegos dieron el nombre de Persia al país, el Persépolis al gran palacio y “Limen Persiko” a aquellas aguas hoy disputadas, las mimos a las que los romanos bautizaron como Sinus Persicus y los árabes “al-Bahr al-Farsi”.

Para el Imperio de Irán, cuyas conquistas alcanzaron, además de  los territorios fronterizos, África, China, India y la Europa occidental, se trataba simplemente de “El Mar Inferior” siendo el Mediterráneo El Superior. En una de las tablillas localizadas en Egipto, Darío (Dariush 'El que sujeta el firmamento') se refiere al Golfo Pérsico como “EL Mar del Sol”, su nombre sumerio, y presume de haber construido el canal (de Suez) con el fin de abrir el camino de la flota naval iraní hacia el Medi Terraneum.

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La ocupación del impero persa por las tropas del bárbaro y nada “Magno” Alejandro Macedonio en 324 a.C., y arrasar ciudades, quemar el Persépolis, violar a mujeres y matar a decenas de miles de civiles, no supuso la helenización de Irán ni un cambio en el nombre de sus mares y montañas. Todo lo contrario: fascinado por la civilización persa Alejandro obligó a miles de mujeres iraníes a contraer matrimonio con los macedonios en una «boda entre Oriente y Occidente» y él mismo se casó con dos hijas de Darío III, las princesas Estatira y Parisátide.

Incluso, los árabes tras invadir Irán en el siglo VII, imponer su religión islámica a la nación derrotada (practicante del mitraísmo, mazdeísmo, budismo y cristianismo), su vestimenta y sus costumbres y tradiciones, mantuvieron el nombre del Golfo Pérsico.

Es a partir del movimiento de la Nacionalización del Petróleo en Irán en 1950 que el panarabismo liderado por Jamal Abdel Nasser utiliza el término Golfo Árabe, dejando en una anécdota el intento de la prensa británica de bautizarlo como el "Golfo de Gran Bretaña" en la década de 1830. Sin embargo, el respeto empapado de miedo que sentían las monarquías árabes de la región al poderío militar de la dictadura del Sha, respaldada por EEUU, les restaba fuerza para desafiar al Gendarme del Golfo Pérsico “por un nombre”.

Tras el derrocamiento de la monarquía de Pahlavi en 1978 por una gran revolución, -abortada debido a la alianza entre EEUU-Europa y los ayatolás unidos por su profundo anticomunismo, y en un país vecino de la Unión Soviética-, la teocracia chiita empezó a arabizar los nombres de las personas, ciudades, espacios naturales del país, bajo el pretexto de su “islamización”. El chovinismo persa de los Pahlavis, que negaba la identidad de los iraníes kurdos, balcuhes, turcomanos o árabe, daba su lugar a un intento de eliminar toda la historia preislámica de Irán (y del mundo) considerada por el Corán parte de la era Jahiliyyah, la "edad de la ignorancia" de la humanidad antes de la llegada de Mahoma en el siglo VII. En 1980 la teocracia islámica prohibió toda manifestación de la identidad iraní, como la celebración del año nuevo pagano Nourzu, la fiesta del fuego (idéntica a San Juan en España), etc., mientras enviaba al clérigo Sadegh Jaljali a los EAU para proponer el cambio del Golfo Pérsico por el "Golfo Musulmán". Y ¿por qué no llamar “Mar Cristiano” al Mar Cantábrico? Jaljali fue el presidente de los tribunales de la neoinquisición chiita en Irán, autor orgulloso de haber ejecutado él mismo a miles de presos políticos, en su mayoría de la izquierda iraní: “si he matado a algún inocente, no hay que preocuparse, irá al Cielo” dijo ante las críticas de otros clérigos estupefactos por la carnicería que habia organizado. Los iraníes verán a los hombres barbudos con turbante como “la segunda invasión árabe a Irán”. La televisión “islámica” tenía que emitir en diferido los discursos de Jomeini, para corregirlos, al estar rebosados de arabismo, incomprensible para los persas, azeríes, kurdos, y otras naciones del país, que tardarán en darse cuenta del secuestro de la revolución por una extremaderecha fundamentalista disfrazada de la inexistente “Teología Islámica de Liberación”.

Meses después y con la invasión de Iraq ¡país “musulmán”! a Irán, el clérigo recién salido de las madrasas se dará cuenta de que el “Mundo islámico” solo está en su imaginación, y que los Estados del mapamundi establecen alianzas a base de sus intereses que no de la fe que practican sus mandatarios.

Será bajo la presidencia de Mohammad Jatamí (1997-2005) cuando el régimen muestre algo de sensibilidad hacia la lengua, la cultura y el patrimonio persa-iraní, rebajando el peso del fundamentalismo religioso. En 2004, designa el 30 de abril del calendario como el “Día Nacional del Golfo Pérsico”, conmemorando el aniversario de la expulsión de los portugueses de las islas del Golfo Pérsico en el siglo XVI. Su sucesor, Mahmud Ahmadineyad, un fanático religioso, cerrará el portal del primer Festival Nacional del Golfo Persico y lo reabrirá sólo después de darse cuenta de la fuerza del “patriotismo” de los iraníes: el hombre de chaqueta grande se apuntó a la defensa de Irán, aun sin el símbolo de Alá.

Lentamente, los islamistas descubren que la bandera del chiismo no atrae a las naciones “musulmanas”, en su gran mayoría sunnitas, por lo que empiezan a reivindicar la “iraniedad” de su gobierno, para paliar las sensibilidades en el “mundo islámico”, y de paso satisfacer a los iraníes, que observan cómo su país y su  civilización y cultura ha ido perdiendo peso y respeto en el mundo, y se les presenta como una nación violenta, subdesarrollada  y hasta medieval: curiosamente, la “opinión pública” llama Persia a este país antes de 1978, e Irán -con connotaciones negativas- al gobernado por la casta clerical. En esta línea, el centro comercial Kurosh «Ciro» de Teherán que tuvo que cambiar su nombre a Qods (denominación árabe para Jerusalén) ha obtenido permiso para recuperar el nombre del fundador del Imperio Persa.

En 2016, Irán estableció la Copa de Fútbol del Golfo Persico con la participación de los clubes nacionales en respuesta a la Copa del Golfo Árabe (2009) en la que compiten los países de la región salvo Irán.

¿El “Golfo Árabe”?

La Organziación Mundial de la Propiedad Intelectual de la Naciones Unidas registró en 2018 el “Golfo Pérsico” en un certificado oficial basado en el Acuerdo de Lisboa para la Protección de las Denominaciones de Origen. Nombre usado también por la Organización Hidrográfica Internacional. En cambio, la BBC, o The Times Atlas of the World, por ejemplo, usan el “golfo” o el “Golfo árabe”. Google se ha curado en la salud y ha decidido que la masa de agua de esta región carece de nombre, y dependiendo de la geolocalización y la configuración del idioma, mostrará “Pérsico” o “Árabe”. Otras publicaciones están optando por “El Golfo de Oriente Medio”, como si éste fuese el único de la zona, sacrificando al golfo Omán.

Uno de los argumentos de dicha innovación es el respeto hacia el derecho de las poblaciones árabes de la región: ¡Pero, si cerca del 80% los que habitan en EAU, Qatar o Kuwait son indios, pakistaníes, bengalíes, filipinos y de otras nacionalidades!

Otros dos factores que han influido en este despropósito son:

  1. La escasa actividad diplomática y cultural del régimen islámico sobre Irán. Gasta miles de millones de euros en las actividades religiosas en extranjeros (desde levantar mezquitas chiitas, hasta patrocinar grupos de derecha religiosa en rivalidad con Arabia Saudí), pero no en la promoción de los 7.000 años de la civilización iraní, todo lo contrario: decenas de artistas, cineastas, escritores han sido ejecutados o están encarcelados.
  2. El protagonismo de países árabes, sobre todo Qatar y EAU, en la escena mundial, utilizando el deporte o el arte. El Louvre Abu Dabi construido en el distrito cultural de la isla de Saadiyat es solo uno de los recursos de aquellas dictaduras para lavarse la cara, dejando sin querer también algunas migas para iluminar mentes oscurecidas.

¿Cambiarán el nombre del Estrecho de Ormuz (uno de los apodos de Ahura Mazda) por el de un santo islámico?

La importancia de un nombre

Irán mira con angustia la desintegración de su territorio en los últimos siglos: perdió gran parte de Kurdistán a los otomanos (1533); los territorios de Armenia, Azerbaiyán y el este de Georgia a Rusia (1828 y 1813); las regiones orientales del actual Afganistán a Gran Bretaña (1857 y 1905), y recientemente y con la disolución de la Unión Soviética en 1991, una importante parte del mar Caspio: De repente, el lago salado más grande del mundo, con inmensos recursos naturales y dividido entre Irán y la URSS se tuvo que compartir con las repúblicas de Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán. Teherán esperaba que Rusia, como heredero de la URSS, compartiera su propia zonas con los nuevos estados, pero eso no sucedió e Irán se sometió sin siquiera exigir la mediación de las entidades internacionales.

Ahora, los iraníes temen que la nomenclatura Golfo Árabe sea, no solo un arma psicológico empleado por los jeques árabes y sus aliados occidentales e israelíes, sino un paso más para estrangular el país, e impedir la salida de los barcos hacia las aguas libres. Pero, recuerden: un nombre que no se puede cambiar no es un nombre, es una realidad.

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