Opinión · Punto y seguido
16 notas sobre las razones y causas del actual ataque de Israel a los palestinos
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1. El día 6 de mayo, tras cuatro fracasos consecutivos de Benjamín Netanyahu en su objetivo de conseguir apoyo parlamentario y formar gobierno en Israel, el presidente Reuven Rivlin emplazó al líder del partido centrista Hay un futuro (Yesh Atid), Yair Lapid, a buscar una coalición (que podría incluir, por primera vez, a un partido árabe) y gobernar el país. La derrota política del primer ministro de Israel se había unido a otra derrota personal, aún más grave: podría pasar los siguientes años en prisión por un presunto delito de soborno, fraude y corrupción en el caso de que perdiese la inmunidad que le otorga el cargo. Por este motivo, Netanyahu ha convertido mantenerse en el cargo como su principal objetivo. El político pensó que la vieja fórmula de abrir una guerra contra un enemigo (ficticio o real) para reunir a tus detractores, unidos en un amplio bloque anti-Netanyahu, funcionaría y que estos se unirían a quien se ha presentado durante años como un “soldado-salvador” de la patria acechada. Así, con la idea a de que “no se debe cambiar un gobierno en medio de la guerra" ha podido, de momento, posponer un "gobierno para el cambio".
Por esta razón, el día 10 de mayo tuvieron lugar tres acontecimientos paralelos con un claro objetivo de provocar a los palestinos e iniciar una nueva ronda del conflicto bajo el nombre en clave de "Operación Guardián de los Muros". Estos tres acontecimientos son:
- El envío de la Policía al barrio Sheij Jarrah en el Jerusalén Este para desahuciar a las familias palestinas que se resisten a perder sus casas por el plan de judaizar la ciudad santa por Tel Aviv. Estas familias cuentan con el respaldo de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que exige a Israel retirase de los territorios capturados durante la guerra del 1967. Sin embargo, la propia ONU ha sido la primera en permitir que Israel infrinja todas y cada una de sus resoluciones con total impunidad.
- El asalto de cientos de soldados a la mezquita de Al-Aqsaa con pistolas paralizantes, balas de goma y gases lacrimógenos provocando caos, pánico y terror a los feligreses musulmanes que estaban rezando.
- La concentración de supremacistas judíos en las proximidades de Al-Aqsa para festejar el Día de Israel, que conmemora la ocupación israelí de Jerusalén en la Guerra de los Seis Días de 1967. Los seguidores del ultraderechista Itamar Ben-Gvir, diputado y ex miembro del movimiento Kach (grupo terrorista ilegalizado en 1994 después de que uno de sus miembros, Baruch Goldstein, matara a 29 musulmanes que rezaban en una mezquita), se pusieron a bailar y pedir en sus cánticos genocidas “¡Matar a los árabes! “Borrar sus nombres”! 2.No se sabe cómo, ante tales provocaciones, Hamás, la organización de derecha islamista que gobierna Gaza, pensó que sería buena idea ponerse a lanzar cohetes sobre Israel: justo lo que buscaba Netanyahu. Así empieza una nueva ronda de una 'carnicería' de Israel contra la población indefensa palestina, que al contrario de los israelíes ni cuenta ni con misiles inteligentes ni con una “Cúpula de Hierro” ni con búnkeres donde cerca de dos millones de civiles (la mitad niños) puedan resguardarse.
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3. Acto seguido Netanyahu pronunció el discurso victimista que decía: “Tenemos derecho a defendernos de los terroristas”. El primer ministro, sin embargo, no se dio cuenta de que esta vez ya no colaba. El mundo pudo ver en directo lo que estaba sucediendo por canales de televisiones árabes, que emitían la ceremonia religiosa desde Al-Aqsa; por las cámaras de los móviles de los palestinos (¡a pesar de las censuras de Facebook, Twitter e Instagram!), que transmitían el brutal ataque a los vecinos de Sheij Jarrah y los fieles que estaban en la gran mezquita; y, por último, también gracias los vídeos colgados por los ultraderechistas israelíes que animaban a la Policía y a los colonos armados a “ir a por los árabes”. Ahora, Israel no podrá seguir contando el cuento de que los propios palestinos “vendieron voluntariamente” sus casas a los judíos (¡vendieron su patria por dinero!), como sí mantiene hasta el momento sobre la expulsión de 800.000 palestinos durante el Nakba de 1948.
4. Dichas imágenes, en EEUU, pusieron en una situación embarazosa al candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, Andrew Yang, que fue duramente criticado en las redes sociales por defender en un tuit a Israel y no condenar la matanza de los niños palestinos. Al final, un asistente del candidato neoyorkino intervino para intentar poner fin a los debates sobre el tema: 'No digas nada que arruine tu campaña'. Horas después, su tuit fue borrado, pero aumentó la indignación de militantes demócratas, con muchos musulmanes en sus filas, que retiraron la invitación cursada a Yang para compartir con ellos la fiesta del fin de Ramadán. Mientras, el lobby proisraelí se está volcando con el candidato republicano por haber mantenido exactamente la misma postura. El ala izquierda del Partido Demócrata exige que Jose Biden utilice los 3.8 mil millones de dólares de ayuda anual al militarismo israelí para presionar a Israel y respete a los derechos de los palestinos.
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5. EEUU se negó a firmar la declaración del 11 de mayo del Consejo de Seguridad de la ONU que condenaba a Israel y pedía la máxima moderación contra los manifestantes desarmados. El mundo, así, pudo comprobar que la promesa de Biden de “proteger los derechos humanos” era una farsa. Las declaraciones del presidente de EEUU y la cansina retórica del “derecho de Israel a defenderse” (¡de los niños palestinos, que son la mitad de los asesinados por Israel, y que ni tenían pistolas de juguete!) dieron la luz verde a Netanyahu a continuar con su plan. De alguna manera, la actitud de Estados Unidos ha sido como darle un caramelo (la vida de miles de palestinos) a Israel a cambio de que no descarrile el acuerdo con Irán: pura ilusión. Israel lo quiere todo: quiere un Oriente Próximo hecho cenizas y escombros para poder acceder al petróleo y al gas, al agua y a sus tierras.EEUU es el único país del mundo capaz de influir sobre Tel Aviv, pero no lo va a hacer porque Palestina no es su prioridad. Los motivos del apoyo incondicional de Washington a Israel siguen intactos.
6. Otro de los objetivos del ataque es sabotear las negociaciones nucleares que están tenido lugar entre EEUU e Irán en Viena. Unos 40 senadores republicanos han pedido a Joe Biden abandonarlas por el apoyo de Irán a Hamás. Israel no ha podido convencer al presidente de EEUU de que deje morir el acuerdo que EEUU firmó con Irán en 2015, por lo que hará todo lo posible paraa) retener a las tropas de EEUU en la región (como lo hizo en 2015, neutralizando la Doctrina de Obama de “Regreso a Asia”)b) que sea Teherán quien rompa las negociaciones. No solo porque la CIA y el MOSSAD están cometiendo atentados en el propio suelo iraní, destruyendo instalaciones militares y nucleares, sino en “defensa de los palestinos”, sobre todo si la guerra alcanza al Líbano y a Hizbolá, partido patrocinado por la República Islámica.Lo graves es que ante la guerra económica, política y la ciberguerra de EEUU-Israel contra Irán más de un comandante de los Guardianes Islámicos desea tal enfrentamiento bélico. En vísperas de las elecciones presidenciales de junio, en las que los reformistas y los moderados han sido apartados por completo y la extrema derecha militarista ha ocupado la totalidad del poder, tal tentación, en caso de llegarse a materializar, desencadenaría una guerra de dimensiones apocalípticas.
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7. Los ataques militares de Israel a Gaza también son una gran fuente de ingresos para el Estado y las empresas armamentísticas de Israel (y de EEUU por ser su principal suministrador de armas). Israel es el mayor exportador de armas per cápita del mundo y el octavo exportador del planeta. Este dato se traduce en dos mil millones de dólares sólo 2019. Gaza es un “campo de tiro” para los fabricantes de armas israelíes donde exhiben la eficacia de sus inventos ante una clientela que mira con admiración: el país aumentó sus exportaciones del material bélico en un 77% entre 2015 y 2019.
8. El conflicto pone en evidencia el error (y la traición) de los países árabes firmante de los Acuerdo de Abraham. ¿Por qué sus mandatarios pensaron que sacrificando a los palestinos podrían dormir tranquilos? Ahora, rezan para que Netanyahu ponga fin, cuanto antes, a la actual masacre de los “musulmanes” para salvar el acuerdo. Egipto, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos se han visto forzados a condenar la matanza en Gaza, aunque con menos dureza que en el pasado y con la novedad de criticar también a Hamás.La crítica a Hamás no se produce, sin embargo, por utilizar la vida de los palestinos para sus propios intereses partidistas sino por sus vínculos con Turquía, país que está aumentando su influencia en Gaza (igual que en el Líbano y otra naciones árabes como Libia). Tampoco iban a permitir que los ayatolás de Irán lleven la bandera de los “musulmanes oprimidos”.
9. La caída de algunos misiles palestinos a Israel si bien no significa ni de lejos un “equilibrio militar” sí que crea un “equilibrio de terror”.
10. Las elecciones generales palestinas, que estaban previstas para el 22 de mayo, se anulan y con ello la esperada reconciliación nacional entre la Autoridad Palestina en Cisjordania y Hamás en Gaza. El partido islamista pierde apoyo popular por su incapacidad de gestionar la “Causa palestina” y una paz duradera y justa. Hamás es el símbolo de la desesperación e impotencia de un pueblo asediado por las bombas y el hambre. Su discurso de que “Israel nos ataca porque somos musulmanes” es falso y confunde a los gazatíes. Netanyahu se lleva muy bien con Mohammed Ben Salman, el General Al Sisi y otros oligarcas musulmanes.
11. Se frustran los esfuerzos de Turquía para reparar los lazos con Israel. Erdogan, que se ha autoproclamado el líder del inexistente “mundo islámico”, tendrá que esperar y conformarse con ataques verbales a Israel.
12. Cualquier intento de poner la etiqueta de “guerra religiosa” al actual conflicto, que es la agresión de un estado imperialista a una nación a la que despojó de sus tierras, es una desviación y manipulación de los interesados. Atacar sinagogas y mezquitas solo beneficia a la extrema derecha de ambos lados y abona el terreno para una nueva fase de persecución a los inmigrantes ( la clase trabajadora) de Oriente Próximo en Occidente, además de justificar el militarismo bajo el pretexto de la “Guerra contra el terrorismo islámico”.
13. La guerra también paraliza, de forma provisional, las protestas de los ciudadanos israelíes contra la gestión de su régimen en cuanto a la propagación de la covid-19 (a pesar de la propaganda sobre la vacunación de su población), la inflación, la falta de viviendas, etc.
14. Por primera vez, los palestinos israelíes (un 20% de una población), que sufren un apartheid legal y social, y solían mantenerse al margen de la guerra de Israel contra Gaza y Cisjordania, han reaccionado: los disturbios en las ciudades mixtas árabe-judías (con linchamiento y quema de templos incluidos), no va a desembocar en una guerra civil (pues, los árabes no pueden llevar armas), pero sí que podría desestabilizar Israel confirmando el hecho de que se trata de un Estado inviable por declararse en 2018 como una “República exclusivamente Judía”, un régimen etnonacionalista, chovinista-religioso. Esto sucede también en la “República islámica”, que niega los derechos más elementales de gran parte de la población femenina, no creyentes o no islamistas. En Israel, la conciencia de los árabes de sus derechos ha despertado.
15. Es poco probable que Israel pretenda, en estos momentos, ocupar toda Gaza. Por un lado, decenas de miles de gazatíes se refugiarían en Egipto, algo que no le gustaría al amigo de Netanyahu, el general Al Sisi, y por otro, no podría gestionar una pequeña franja que alberga a dos millones de almas desesperadas. Israel ha destrozado la causa palestina y la última palabra la tendrán los propios palestinos.
16. El conflicto se enquista aún más. La situación, además, se ve agravada por la ausencia de fuerzas progresistas en una región que está controlada por el imperialismo y los regímenes de extrema derecha religiosa (judía, sunnita y chiita).
Dijo Friedrich Engels que “un pueblo que oprime a otro pueblo no puede emanciparse. El poder que se necesita para oprimir a los demás siempre se vuelve contra sí mismo": se trata de la lógica de los vascos comunicantes.
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