Opinión · Punto y seguido
Ucrania, 'Prometeizm' y un nuevo orden mundial
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A principios del siglo XX, el estadista polaco Józef Piłsudski diseñó la estrategia de guerra Prometeizm (Prometeísmo, en polaco), con el objetivo de debilitar a Rusia en el tablero euroasiático y provocar su desintegración mediante la actividad de los grupos separatistas no rusos, que harían de Prometeo, resistiendo a la “autoridad despótica” de Zeus- Moscú para iluminar al mundo con el fuego robado. A finales del mismo siglo, otro polaco, Zbigniew Brzezinski, y esta vez desde la Administración del presidente demócrata Jimmy Carter, creó al ejército terrorista “islámico” para conducir a los soviéticos a la trampa afgana. En 1992 la URSS ya había perdido el control de más de 5,3 millones de kilómetros cuadrados de su territorio. Pero, la codicia de EEUU no tenía fin: la estrategia Prometeica apuntó a desmantelar la Federación Rusa. Lanzar la consigna "Ayer Kiev, mañana Moscú" en las protestas del Maidan (Plaza, en árabe) del 2014, y la posterior Guerra Civil de Ucrania (que fueron acompañadas por un clásico: prohibir el Partido Comunista y sus símbolos, así como la aprobación de "leyes de descomunización") era dar un paso más en esta peligrosa estrategia.
La OTAN, que fue creada para oponerse a la Unión Soviética, potencia que ya no existe, en vez de disolverse ha elevado el número de sus miembros de 16 países en 1991 a 30 en la actualidad. Y no se trata sólo de la suma de armas destructivas que posee y emplea contra las naciones desarmadas y caídas en desgracia, sino también de que su expansión está dirigida a cercar a dos superpotencias armadas con bombas nucleares: Rusia y China. ¿Se imaginan que, tras una hipotética disolución de la OTAN, el Pacto de Varsovia no solo siguiera existiendo sino que se instalara en las fronteras de EEUU y Europa?
Todo indica que los halcones del Pentágono ansían una gran guerra tras varios años de “sequía” del mandato de Donald Trump, y poco les importa que un conflicto con Rusia significas la Tercera Guerra Mundial. La OTAN busca nuevos pretextos para desplegar tropas en Ucrania, y los ha encontrado con los bombardeos del ejercito ucraniano sobre los civiles de las repúblicas independientes y prorrusas de Donetsk y Lugansk. Rusia no ha tenido la intención de invadir Ucrania, entre otros motivos porque le es imposible ocupar un país de 41 millones de habitantes aliado de la OTAN. El asalto a dichas republicas por miles de neonazis, instalados desde hace años en el país, busca provocar a Moscú: “ya dijimos que iba a invadir Ucrania” intentando remendar el desprestigio de sus medios de comunicación y de sus servicios de inteligencia, y de paso tender una trampa mortal a los rusos. Kremlin ya advirtió de posibles acciones de "falsa bandera” por parte de los mercenarios de la OTAN para justificar la guerra.
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Hace unos años, el criminal de guerra Tony Blair juraba que “las armas biológicas de Sadam llegarían en 45 minutos a Europa”. Que los artífices de la destrucción de la vida de 24 millones de iraquíes sigan sueltos hace que un tal Boris Jonhson se atreva a decir que Rusia planea la "mayor guerra en Europa desde 1945": la guerra, además de un negocio redondo para sus organizadores, también es una magnífica cortina de humo: de momento ha salvado al Trump británico de la dimisión por el asunto de “Partygate”.
A EEUU, el bombero pirómano que prende fuego a los hogares de los demás a miles de kilómetros del suyo, le resisten las tres principales víctimas de su plan: Rusia, Alemania y Francia. Emmanuel Macron, plantea una política europea independiente de EEUU hacia Rusia, y de paso se venga de la traición de Biden tras haberle robado el negocio de venta de submarinos, con el agravante de planear una guerra nuclear contra China. Alemania, por su parte, vuelve a ser el centro del pulso entre las potencias mundiales.
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La mayoría de los países europeos (independientes de EEUU) han decidido apostar por la diplomacia y no mandar a morir a sus militares a la guerra por el régimen de extrema derecha de Kiev, que ocupa el puesto 122 del mundo en el Índice de Percepción de la Corrupción entre 180 países. Algunos incluso se dan cuenta de que la OTAN, el instrumento para promover los intereses de EEUU y los de su complejo militar-industrial, pone en peligro la seguridad de Europa al expandirse hasta las fronteras de Rusia y China. “La OTAN existe para gestionar los riesgos creados por su existencia", sentencia el profesor Richard Sakwa. Todos los movimientos de la OTAN a nivel global están diseñados para desgastar el poder y la influencia de Rusia y China y no para garantizar la paz y la seguridad de Occidente.
Factores que marcan esta crisis
La situación económica y social de EEUU es gravísima. El índice de precios al consumo aumentó un 7,5% en enero en comparación con el mismo mes del año anterior, lo que lo convierte en el "ritmo anual más rápido desde 1982", afirma el Financial Times. Uno de cada 10 adultos estadounidenses pasó hambre en diciembre pasado, dice Forbes, mientras la tasa de pobreza infantil alcanzó el 17%, una de las más altas entre los países desarrollados. El 75% de los trabajadores afirmaban que "era muy o algo difícil llegar a fin de mes", resalta Shift Project, mientras aumenta el presupuesto militar que alcanza un nuevo récord de 770 mil millones de dólares.
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La prioridad del partido de Biden es ganar las elecciones de 2024, que no aplicar políticas sociales para paliar la crisis del capitalismo, por lo que 1) culpa de todos los males del país a los republicanos (durante el mandato de Trump, le acusaban de haber sido “elegido por Rusia”, y organizaron el “Me too” para atacar su falta de moralidad), y 2) y corre una cortina de humo desde la política exterior para tapar su incompetencia en la política doméstica (“amenaza de China”, “invasión rusa inminente”, etc.).
A pesar de su promesa de que “Washington no tiene intención de desplegar armas de ataque ofensivas en Ucrania", las declaraciones contradictorias del anciano Joe Biden sólo aumentan la inquietud de lo que está sucediendo en Casa Blanca. De hecho, antes de que los halcones de la OTAN creasen la “crisis de Ucrania”, el presidente de EEUU estaba inmerso en otros problemas: el acuerdo nuclear con Irán, la atención sanitaria a los ciudadanos, revertir la recesión, paliar el problema de desempleo y los bajos sueldos, etc. Al belicismo renovado del presidente se unió su falta de ética de siempre: ha dado orden de destinar los 7.000 millones de dólares de fondos afganos depositados en los bancos de EEUU a las víctimas del 11-S (a pesar de que la CIA señaló a Arabia Saudí), mientras UNICEF advierte que un millón de niños afganos pueden morir de hambre.
El MICIMATT (siglas del complejo Militar-Industrial-Congresional-Inteligencia-Medios-Academia-Think-Tank de EEUU) procura convencer a los ciudadanos del país y al mundo que sus principales enemigos son Rusia y China que no los multimillonarios que no pagan impuestos, y se llevan billones de dólares de las arcas públicas, o que las corporaciones farmacéuticas y el capital financiero están recibido miles de millones de dólares a la vez que se les ha concedido más exoneraciones fiscales. La deuda nacional pública de EEUU que ha superado los 30 billones de dólares, no para de crecer: de hecho, esta cifra estaba prevista para 2025 que no para este año, lo cual refleja una peligrosa y profunda crisis del capitalismo estadounidense, que busca en una gran guerra su salvación, con la ayuda inestimable de diarios belicistas como New York Times hábiles en fabricar casus belli (como contra Irak en 2003).
Y en época de crisis, el negocio de las armas es el amuleto para salvar la economía de mercado. La supuesta "invasión rusa” a Ucrania con fecha y hora fue una artimaña de las compañías de armas para que el Congreso autorizase con urgencia un paquete de ayuda militar a Kiev por el valor medio billón de dólares. La administración Biden ya había anunciado una nueva venta de armas de 125 millones de dólares a este país, y aunque la transacción se suspendió temporalmente en junio pasado, 60 millones de dólares de ese paquete se le entregó durante la visita del secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin (uno de los hombres de la industria de amas en el gabinete de Biden), a Kiev a fines de octubre. EEUU acaba de firmar con Polonia la venta de unos tanques por el valor de 6.000 millones de dólares. Cuando Polonia se unió a la OTAN, por ejemplo, reemplazó sus aviones de combate de fabricación soviética con 32 F-35A construidos por Lockheed Martin, a un precio de 4.6 mil millones de dólares, a pesar de que la mayoría de los polacos vivían en la extrema pobreza.
Otro ingrediente de esta crisis es el plan de EEUU de expulsar a Rusia, la principal reserva mundial de gas y petróleo, del mercado energético de Europa, aunque no pueda sustituirle por la simple razón de 1) carece de reservas suficientes, 2) está bastante lejos del continente, por lo que aumentaría el precio de la compra, y 3) la negativa de Alemania, el principal receptor del gas ruso, a renunciar a esta fuente. El proyecto del gasoducto Nord Stream 2 aumentará la dependencia actual del 40% de la Unión Europea a Rusia, que paradójicamente podrá actuar como una garantía de paz entre las partes.
Alemania vuelve a estar en el centro de las disputas Moscú- Washington: una asociación entre Rusia (energía) y Alemania (tecnología) preocupa y mucho a EEUU, que pretende evitarlo a cualquier precio.
La decadencia del imperialismo estadounidense se aceleró justo con el fin de la Unión Soviética cuando el ideólogo de NeoCon Francis Fukuyama escribió con entusiasmo “El fin de la historia”, no tuvo en cuenta un datos sustancial: que la desaparición de la URSS fue una victoria (provisional) del capitalismo pero no de EEUU, al que le salieron muchos rivales capitalistas, entre ellos la propia Rusia (también Francia, Alemania, Brasil, Turquía, incluso Israel, etc.,) que cuestionaron la hegemonía unilateral de Washington, que sólo duró una década. Durante estos años, Rusia y China intentaron no distraer a EEUU mientras se ahorcaba en las guerras contra Yugoslavia, Irak, Afganistán, etc. En 2001, las dos potencias se unieron en la Organización de Cooperación de Shanghái, y luego fundaron el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) y el Nuevo Banco de Desarrollo BRICS (NDB) para acabar con la supremacía de las instituciones de Bretton Woods (el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional). Los países de Africa, América latina y Asia mostraron su elección el 31 de enero, cuando rechazaron en el Consejo de Seguridad de la ONU la condena contra Rusia propuesta por los occidentales. Hoy, Ucrania consolida este irreversible proceso.
Siguientes pasos
La OTAN no puede librar una guerra contra Rusia, ni contra China, ni muchos menos contra una alianza entre ambos, sellada en el medio de la crisis de Ucrania cuando el presidente Xi disipó cualquier duda sobre su apoyo a Rusia, invitándole al Sr. Putin a China para celebrar los lazos "sin precedentes" entre las dos capitales justo cuando crecen tensiones en el seno de la OTAN. Moscú y Bejín están de acuerdo en el que Occidente solo entiende el lenguaje de Machtpolitik (política de poder), y son conscientes de que la OTAN podrá atacar a Rusia desde otros frentes:
1. Siria, reactivando al ejército “yihadista” del Pentágono. El día 26 de enero, reaparece “de repente” el Estado Islámico (en una Siria con al menos 12 bases militares de EEUU), asalta una cárcel en la zona kurda controlada por el Pentágono, y libera a sus presos. Días después, Biden anuncia el asesinato del supuesto líder del grupo Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurayshi, otro fantasma que nadie sabía de su existencia. El día 15 de febrero, el ministro de Defensa ruso Serguéi Shoigú visita Siria para recordar a Europa que Rusia cuenta con una base naval en Tartús, mar Mediterráneo. El grupo terrorista también empezó a cometer atentados en Irak y en Afganistán: ¿Plan de reenviar tropas estadounidenses a la zona?
2. Reactivar la guerra entre Armenia y Azerbaiyán en el Cáucaso sur con la ayuda inestimable del socio islamista de la OTAN y vendedor de armas a Ucrania Tayyeb Erdogan.
El almirante Charles Richard, jefe del Comando Estratégico de EEUU (STRATCOM) afirma que Washington debe estar preparado para la "posibilidad real" de una guerra nuclear con Rusia y China. En la misma línea, el senador Roger Wicker baraja la posibilidad de usar estas armas contra Moscú “en caso de agravamiento de la situación en Ucrania”: EEUU ya está fabricando minibombas nucleares con el objetivo de usarlas.
El orden mundial ha entrado en una nueva era en la que la OTAN hará de Hidra de Lerna, el monstruo de mil cabezas, para salvar a EEUU.
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