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Opinión · Punto y seguido

Lo que une la visita de Pelosi a Taiwán al “asesinato” de Zawahiri

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La presidente de la Cámara de los representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, en Taiwán. -REUTERS

Afganistán: 1 de agosto

Un hombre se asoma por la cortina de un balcón en la “zona verde” de Kabul, y ¡Zas! dos misiles equipados con afilados cuchillos son disparados hacia su corazón. Era, según la Casa Blanca, Ayman al Zawahiri de 71 años, un supuesto líder de Al Qaeda. ¡Por una vez que, en 20 años en clandestinidad, el anciano intenta que le de sol, paga su imprudencia con su vida!

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El cuento continúa así:

La CIA, el MI6, el BND, el MOSSAD, el MIT y otros servicios de inteligencia occidentales, que andan por este país desde hace 40 años, ni se enteraron de que este individuo hacía turismo con las esposas y los nietos por Pakistán y Afganistan -ambos con bases militares de EEUU-, y viene un soplón Talibán, hace un mes, y les da la dirección del domicilio del terrorista egipcio, para llevarse los 25 millones de dólares de recompensa.

Al recibir la noticia, la CIA informa a Biden y éste autoriza matarle. ¿Por qué no mandar un comando para atraparlo e interrogarlo sobre sus planes de los próximos atentados y descubrir las células terroristas que dirige por el mundo? ¿Por qué no le mata un francotirador y los contribuyentes tiene que pagar a las fábricas de armas otros 140.000 dólares que costaron los dos misiles? ¡Este año el presupuesto militar ha sido de 840.000 millones de dólares, una parte destinada a bombas nucleares de mochila!

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Que no tienen el ADN del cadáver, confiesa el portavoz de la Casa Blanca, John Kirby. ¿No había ni un solo CSI disponible para sacarle la muestra? “Basándonos en múltiples fuentes y métodos de los que hemos recopilado información, no lo necesitamos”. Se refiere a que llevaba turbante y barba. ¿Ni una foto del cadáver, aunque fuese falsa?

¿Qué han hecho con el cuerpo, si no hay mares ni ríos cerca, para evitar que el lugar del crimen “se convirtiese en un santuario del yihadismo”, como argumentaron lanzado al supuesto Bin Laden a los tiburones?

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Los vecinos no salen de su asombro: hubieran sabido de la existencia de un hombre cuyo idioma y rasgos no eran afganos, sino árabes.

Lo curioso no es que el excepcionalísimo de EEUU le llevase a mentir una y otra vez para justificar sus agresiones militares a estados soberanos, sino que los periodistas ni le exigieran pruebas.

Ahora en serio:

  • Las coincidencias no existen. Tras un año de “ausencia” y justo cuando la temeraria Nancy Pelosi viaja a Taiwán, EEUU decide que es buena momento para cometer un megaasesinato.  El país centroasiático es el único país donde las bases militares de EEUU tienen acceso terrestre a la República Popular de China (RPC). Además, comparte frontear con Irán , el espacio de influencia rusa y de India. Esto le convierte en el país más estratégico del mundo para la OTAN. En agosto de 2021, cuando EEUU entregó el gobierno de Kabul (que no el poder) a los talibanes, tras el Acuerdo de Doha, solo empezaba una nueva etapa, y más bélica, de su intervención en este país, mirando a China.
  • Declarar el regreso de Al Qaeda (creado y dirigido por la CIA) a Afganistán, dejando la puerta abierta a un “regreso” de la OTAN. De hecho, EEUU alegó este mismo motivo para la ocupación del país en 2001, cuando fue él quien en 1992 instaló a esta banda terrorista en Kabul. De hecho, así abre el camino para la designación de un líder joven y enérgico para el grupo que sea capaz de cumplir su misión de poner patas arriba toda Asia Central, involucrando a China y Rusia en su patio trasero.
  • Recuperar la imagen de la Alianza Atlántica erosionada con el fiasco de la “retirada” de Kabul. No podía hacerlo en una guerra de verdad con una potencia incluso media, sino en un territorio sin estado, sin adversarios.
  • Creer que así Biden recuperaría algo de su popularidad caída por los suelos, en la víspera de las elecciones parlamentarias de noviembre, y en medio del aumento del descontento popular por la grave situación económica.
  • Bajo el pretexto de “castigar a los talibanes”,  apropiarse de los 3, 5 mil millones de dólares de los fondos afganos en los bancos de EEUU.
  • Sabotear las relaciones entre China y los talibanes. Entre abril y junio, los representantes de la Embajada de China en Kabul mantuvieron numerosas reuniones con ministros talibanes para retomar los proyectos chinos para reconstruir el país. Beijing puede haberse equivocado en este extraño escenario. El jefe del Comando Central de EEUU (CENTCOM), el general McKenzie expresó su “preocupación” de que China extiende su influencia en la Ruta de la Seda desde Gwadar  (Pakistán) a África a través del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC). Y ¿cuál es el problema? EEUU, que no puede competir económicamente con China, planea destruirle militarmente. El viaje de Biden a Oriente Próximo tenía el objetivo de crear una “Ruta de la Seda” occidental, con el dinero Saudí, y de paso disuadir a Israel para que deje su cooperación tecnológica con China.

Taiwán: 2 de agosto

"Nuestro enemigo es la inflación, la crisis económica. ¡En el país más rico del mundo, la gente vive en las calles! Ese es nuestro problema, ¡no China!", denuncia Sheila Xiao, la cofundadora de Pivot to Peace.

La presidenta del Congreso de EEUU, Nancy Pelosi, aterriza en Taiwán, en una visita nocturna, semiclandestina, como una “ilegal”. Numerosas organizaciones antimilitaristas estadounidenses como CODEPINK, las Mujeres por la Paz, habían exigido la cancelación de la visita. "¿Para qué tal provocación en estos momentos y a pesar de que planteará enormes riesgos?", preguntaron.

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El manejo del viaje estaba lleno de noticas falsas, manipulación de la opinión pública y también del tanteo de la reacción de los aliados europeos y asiáticos que no entendían tal innecesaria y estúpida provocación.

Ante las críticas, el gobierno de Biden empezó a lanzar informaciones ambiguas y contradictorias sobre si por fin Pelosi iba a visitar Taiwán. Hasta Forbes afirmó que la isla no estaba en la lista del itinerario anunciado. Se trataba de jugar a una ambigüedad calculada: unos, para salvar el cuello de Biden decían que "No le corresponde al presidente asesorar a Pelosi sobre una posible visita a Taiwán", y él afirmaba, de forma insólita, que los militares no estaban de acuerdo con la iniciativa de la presidenta del Congreso. ¿En serio? ¿No le incumbe al comandante en jefe de las fuerzas armadas impedir un viaje, que es una declaración de guerra a una superpotencia? Si Biden no estaba conforme, podría haberse negado a proporcionarle aviones militares y de combate para este viaje y a colocar el portaaviones USS Ronald Reagan y otros buques de guerra estadounidenses cerca de Taiwán.

La política de Biden respecto a Taiwán es la misma que de Donald Trump, o sea es del establishment. En 2018, EEUU pasó de “relaciones escondidas” con los políticos taiwaneses a aprobar por ambas cámaras y por unanimidad la ley HR535-Taiwan Travel , que permite a los funcionarios de alto nivel de EEUU visitar la isla y viceversa.

Según The Wall Street Journal, desde 2020 EEUU ha estado entrenando en secreto a las fuerzas taiwanesas para una posible confrontación con China: los muertos los pondrán los taiwaneses y las armas, EEUU.

Pero, Biden es el primer presidente de EEUU, desde 1978, en recibir al enviado de Taiwán en su toma de posesión. Designó a nadie menos que el "Zar de Asia", Kurt Campbell, un halcón anti-chino de la era de Obama, como Coordinador del Consejo de Seguridad Nacional para el Indo-Pacífico. Después, se comprometió a respaldar militarmente a Taiwán, anulando oficialmente el principio de “Una sola China”, que había sido de consenso universal y reflejado en la Resolución 2758 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1971.

La isla, a 140 kilómetros de la China continental, ha sido parte del país desde el siglo XVII, salvo cuando fue ocupada por las potencias colonialistas, entre ellas Japón, que en 1945 tuvo que entregar la “Formosa” a EEUU. Con la revolución socialista dirigida por Mao Zedong en 1949, Washington la pasó a las fuerzas reaccionarias chinas, el “Kuomintang”: fundaron la República de China, y fue reconocida por EEUU, hasta que en 1971 Richard Nixon eliminó el asiento de esta “República” de las Naciones Unidas, ofreciendo un puesto permanente a la RPC en el Consejo de Seguridad, a cambio de luchar juntos contra la URSS. Una vez desmantelado el país de los Soviets, se confeccionó en la era de Obama la doctrina de “Regreso a Asia” para ir ahora a por China.

Hoy, la importancia de Taiwán reside en su proximidad a la RPC y su valor geotecnológico: es la sede de la empresa TSMC que produce gran parte de los semiconductores del mundo.

Washington no entraría en guerra por Ucrania, pero sí por Taiwán. Decir que “EEUU puede hacer lo que quiera y donde quiera”, aunque sea romper los acuerdos internacionales, solo exhibe la chulería de una potencia depredadora dominada por las compañías de armas y una mafia financiera, cuyo poder está basado en la destrucción de cientos de millones de vidas.

EEUU eleva el peso de los factores político-militares en su relación con China ante la pérdida de la carrera comercial. El Concepto Estratégico 2022 de la OTAN le considera la principal amenaza al poder del imperialismo estadounidense.

Los objetivos de EEUU en Taiwán

  • Apoderarse de la isla, iniciando su separatismo. A pesar de no tener embajada en Taiwán, EEUU cuenta con el Instituto Americano, de 250 millones dólares, que acoge a unas 400 personas entre civiles y militares. China está rodeada por unos 80.000 militares estadounidenses estacionados en las 23 bases que posee en Japón, otras tantas en Corea del Sur, Filipinas, Tailandia, etc. Por si todo esto fuera poco, ha montado las alianzas antichinas de AUKUS, Quad y Five Eyes.
  • Provocar tensión en la región alentando el mercado de armas: Desde 2019, EEUU ha vendido unos 14.000 millones de dólares en artefactos militares al pequeño territorio chino. Pretende convertirlo en un puercoespín, un territorio erizado con púas, o sea, misiles a punto de ser disparados.
  • Demostrar que los demócratas apoyan a Taiwán tanto como los republicanos. Dice Henry Kissinger que la Casa Blanca a menudo se guía por motivos políticos internos en la formulación de la política exterior, especialmente hacia China.
  • Aumentar la presión sobre el presidente Xi Jinping, quien debe demostrar que tiene la misma valía que sus antecesores tanto en tener buenas relaciones con EEUU como en cumplir su promesa de reunificar China. En otoño se celebrará el congreso del Partido Comunista y él se presenta para un tercer mandato. Que las fuerzas armadas del país se llamen Ejército Popular de Liberación de China, refleja la importancia de recuperar sus tierras ocupadas. Durante lo que China llama el “Siglo de la Humillación”, entre 1839 y 1949, la nación perdió Macao, Hong Kong y Taiwán. La RPC ha conseguido recuperar, de forma pacífica y tranquila, los dos primeros territorios. En cuanto a Taiwán, no tiene prisa. De momento, sigue el consejo de Sun Tzu: ganar la guerra sin combatir. La prioridad estratégica de China no es competir con EEUU por una expansión territorial. A pesar de ser una superpotencia comercial, pretende asegurar la paz en el mundo y sobre todo en Asia oriental. Ahora, considera óptima la actual situación, hasta que el ejército chino considere que es capaz de vencer a la maquinaria bélica de EEUU. De hecho, en este viaje, a pesar de poder declarar una zona de exclusión aérea, utilizando el pretexto de realizar maniobras militares cerca del Estrecho de Taiwán y forzar al avión de Pelosi a buscar otra ruta, no lo hizo. China no es suicida y es consciente de que Biden necesita un "momento Pearl Harbour" para dirigir la opinión pública hacia la aceptación de una guerra mundial contra el gigante asiático: no piensa facilitárselo.

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