Opinión · Carta con respuesta
La gota gorda
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¿Cómo hablar de fracaso de la vergonzosa manifestación racista y xenófoba del 20 de enero en Madrid? Sus 170 manifestantes han encontrado así gratis un increíble eco propagandístico en los medios, que otras veces callaron o relegaron a un rincón distintas manifestaciones de miles de personas de toda España en favor de la república. Esperemos que una mayor madurez política haga comprender que no basta con la buena intención de fomentar así la democracia, sino que cualquier exceso al hablar, aunque sea en su contra, de los racistas (como de los terroristas), así como cualquier censura y amordazamiento de quienes propugnan otra forma legítima de convivencia, como la república, daña objetivamente ese mismo sistema democrático.
EMILIA NOVAS SOLER, Madrid
Supongo que sí, que ése es uno de esos “grandes dilemas morales” a los que se enfrentan los atribulados periodistas. Qué pereza. Disyuntivas del tipo: ¿qué hago, compañeros? ¿Salvo al que se ahoga o mejor sigo filmando cómo se ahoga? O esos razonamientos de cajón: lo que buscan los terroristas es publicidad para sus crímenes; si se la damos, les hacemos el juego, ¿lo pilláis? Qué cansancio. Me los imagino, con el nudo de la corbata flojo, la camisa remangada y esas gotas de sudor en la frente, el “sudor ético” del que hablaba Barthes, el que sale en todas las películas como indicio de duda moral: está sudando (o mejor todavía: “tiene la frente perlada de sudor”), ergo se “debate en un terrible dilema ético”. Qué aburrimiento.
Este mismo periódico ha establecido normas sobre el tratamiento de la violencia de los hombres contra las mujeres. Muy sospechoso: no podían ser ocho ni once, claro está; tenía que ser “un decálogo”, era inevitable. A mí no me gustan un pelo (también era inevitable, dado mi metabolismo), pero sí considero útil que al menos dediquemos un rato a pensar, con o sin sudor en la frente, sobre lo que hacemos.
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En principio, a mí me parece que es noticia lo excepcional, sobre todo cuando sirve para sacar a la luz cuestiones de interés general. Que alguien sepa mover las orejas a ritmo de bolero será excepcional, pero sólo interesa (quizá) a sus sobrinos. En cambio, un grupo de menguados que expresan en público prejuicios racistas, no sólo es excepcional, sino que nos ayuda a combatir nuestros propios sentimientos racistas. Porque yo creo que quien afirma que no es racista se engaña. A mí su expresión “los racistas” (los otros, faltaría más) me suena como quien dice “los egoístas”. Creer que uno no es egoísta es el mejor abono para que el propio egoísmo se fortalezca sin la menor traba. Lo mismo pienso de los prejuicios racistas. Y sí, claro: visibilidad para las manifestaciones republicanas, cómo no.
RAFAEL REIG
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