Opinión · Carta con respuesta
Hipnosis
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Esta mañana escribí una carta al Sr. Ehud Barak, ministro de Defensa de Israel. Le pedía que diese permiso para salir de la Franja de Gaza a nueve palestinos gravemente enfermos (cánceres diversos, cardiopatías…) a fin de que consiguieran el tratamiento imposible de obtener en ese territorio. Hasta ahora, tales peticiones han sido rechazadas por las autoridades israelíes, alegando motivos de seguridad. Al franquear la carta, el estanquero me ha dicho: ‘Israel es Europa’. Qué bien, me ahorro 20 céntimos, ha sido mi primer pensamiento. Pero luego he caído en la cuenta: no es sólo el correo, porque los equipos israelíes también juegan las competiciones deportivas europeas. ¿Estaremos los europeos premiando a Israel por sus titánicos esfuerzos por contribuir a la paz mundial? ¿Será un efecto retardado de nuestra mala conciencia por el Holocausto? Sería bueno que esos palestinos moribundos, y sus familias, supieran cuáles son las respuestas que damos a estas preguntas, porque una parte importante del problema de Oriente Medio está en ese terrible doble rasero que estamos aplicando a las dos partes en conflicto.
Francisco Anguita Madrid
Recuerdo una manifestación, en los años ochenta, en la que gritábamos no a la OTAN. A pocos metros de mí, gritaba también con entusiasmo un barbudo: “Mira, es Solana”, me dijeron. Ya sabe usted lo que ha hecho luego el tipo: antes de dar la orden de bombardear Yugoslavia (sin autorización de la ONU, por supuesto), estuvo leyendo a Víctor Hugo, según relataba con mal disimulado arrobo su entonces gabinete de relaciones públicas (El País).
Poco antes de las elecciones en Palestina, ese mismo lector refinado se dedicó a amenazar como un matón de patio de colegio: “Si gana Hamás, será muy difícil que la Unión Europea siga ofreciendo ayuda”, dijo. Mensaje recibido: democracia, sí, pero sólo si votan a quien les diga la Unión Europea o Estados Unidos. Solana y sus compinches tienen una noción de la democracia semejante al hipnotismo: que hagan lo que nosotros queremos, pero por su propia voluntad. Y si no, que se atengan a las consecuencias. Los palestinos, esos grandísimos cabezotas, votaron a Hamás. Las consecuencias: ministros y diputados secuestrados por Israel, bloqueo económico, bombardeos, etc.
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Hace años, me presentaron a otro tipo, un tal Curro Moratinos, que era director general de Medio Oriente (así se llamaba entonces, con anglicismo casi delictivo). Caramba, pensé, ¿y de la otra mitad quién se ocupa? Lo sabemos de sobra: Estados Unidos y su brazo ejecutor, Israel. La posibilidad de que decidan sus propios ciudadanos no se contempla: es que no refleja nuestra concepción de la democracia hipnótica para uso de palestinos.
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