Opinión · Carta con respuesta
Malasaña
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Últimamente somos muchos los madrileños que padecemos la permanente y masificada presencia de la policía en nuestro barrio favorito: Malasaña. El barrio más demócrata y gentil de la capital está tomado por las fuerzas del orden y muchos se preguntan por qué. Pues les voy a contestar. La única razón por la que Malasaña presenta en la actualidad el aspecto del recinto del Parque Móvil Militar o la Escuela Superior de Policía reside sencillamente en que en un palacete de la calle Jesús del Valle vive la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, la cual ha tomado el barrio como feudo propio y ha tenido a bien hacer de las fuerzas del orden su particular guardia mora. Eso es todo, amigos.
MARIO LÓPEZ SELLÉS MADRID
Debe de hacer treinta años que frecuento este barrio y hasta hace poco creía que su deterioro era ya irreversible. Había que dar un rodeo y evitar hordas de hotentotes que encendían hogueras en el suelo y mantenían a los vecinos en vela con tambores sacados de una película de Tarzán. La policía no hacía jamás nada. Qué curioso, ¿verdad? Ahora, en cambio, la plaza está tomada. El resultado: mi hija juega en los columpios hasta que cae la noche, los ancianos pasean al sol, es posible sentarse a beber y charlar, sin más incordio que los inevitables acordeonistas (como en todo Madrid), y están abriendo sin parar bares, tiendas y restaurantes (pero, qué curioso: mucho más caros y distinguidos que antes).
Malasaña se había convertido en una especie de poblado del Oeste, un Shinbone en manos del pistolero Liberty Valance, también llamado Divino Tesoro. Dice la leyenda que James Stewart se atrevió a retarle a duelo y le mató (aunque otro hizo el disparo), y así llegó a senador.
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Es verdad que Divino Tesoro era un pistolero y en cambio ahora los hotentotes ya no esparcen vidrios, vómitos y basura por el suelo ni organizan aquelarres y tamborradas durante toda la noche. Sin embargo, estoy convencido de que la vergonzosa manga ancha fue deliberada. La degradación (provocada) del barrio espantó a los más débiles y permitió comprar barato. Ahora es necesaria esta pax burguesa, que cada día vuelve Malasaña más pijo, más “manuchao” y más enrollado de boutique. Una vez que la propiedad ha cambiado de manos, hay que “recuperar” el barrio y subir los precios, ¿verdad? Puede que Esperanza mande a la policía para proteger los sagrados intereses inmobiliarios. Este es el esquema que se ha seguido con éxito en otras ciudades: dejar que los barrios del centro se degraden, para comprar barato y luego matar a Liberty Valance y “recuperar” el barrio para subir el precio. Se llama negocios: es lo que suelen hacer los políticos del PP (y también del PSOE).
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