Opinión · Carta con respuesta
Juegos reunidos
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¿Puede un país permitirse que sus políticos estén en campaña electoral permanente o, mejor dicho, en gresca permanente? Tengo la sensación de vivir en una campaña electoral continua. Seguimos viendo, con tristeza, la energía y tiempo que se derrocha en enfrentamientos estériles entre el partido en el Gobierno y la oposición, que en nada ayudan a la convivencia y al progreso del país. La mejor y más convincente campaña que pueden hacer nuestros políticos para que todos salgamos ganando –también ellos– es que el partido que gobierne esté centrado en su tarea de gobernar y el que esté en la oposición, ayudar o, al menos, no entorpecer ese gobierno.
PEDRO SERRANO MARTÍNEZ, Valladolid
Estoy de acuerdo con usted, Pedro. Entre esos dos partidos, han convertido la política en un juego de suma cero. Ésta es la clase de juego en la que lo que gana uno necesariamente lo pierde el otro. Si uno se apunta cinco puntos, el otro se tiene que apuntar menos cinco: la suma (5+ –5) siempre da cero. Si el PP se apunta tres puntos de bandera, el PSOE contabiliza menos tres. Si el PSOE anota a su favor la Ley de la Memoria, el PP lo vive como una irreparable y dolorosa pérdida. Si el PP puntúa ocho como patriota, los ministros del PSOE se rasgan las vestiduras y gimotean sobre España porque piensan que les arrebatan ocho puntos. Si el PSOE apunta en el Haber la integración de los inmigrantes, el PP de inmediato lo asienta en el Debe. Daría risa, si no diera muchísima pena.
Según los expertos en Teoría de los Juegos, “cualquier juego se puede transformar en un juego de suma cero añadiendo un jugador ‘ficticio’ (el tablero o la banca), cuyas pérdidas compensen las ganancias netas de los jugadores”. Va a ser eso: a esos dos partidos les interesa transformar la política en un juego de suma cero para aumentar el beneficio de la Banca (y el suyo propio).
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La verdad, Pedro, estoy tan harto como usted. En este juego entre el PP y el PSOE, en efecto, la suma siempre da cero... para el resto de nosotros, para la mayoría de los ciudadanos. La política es de todos, más parecida a los Juegos Reunidos Geyper que a este lúgubre tablero de damas entre dos adversarios que siempre son los únicos que al final ganan. De hecho, la única otra opción que parecen contemplar es el famoso dilema del prisionero, una situación en la que cada jugador intenta aumentar al máximo su propia ventaja, sin tener en cuenta el resultado del otro jugador. Según enseña la teoría clásica, ambos jugadores obtendrían un resultado mejor si fueran capaces de cooperar, pero el egoísmo y la estrechez de miras se lo impiden, así que se perjudican a sí mismos por buscar sólo su propio beneficio.
RAFAEL REIG
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