Opinión · En zapatillas por Redmond
Capítulo 4: De paseo por el campus
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A algo menos de media hora de Seattle (si el tráfico lo permite) y después de atravesar las poblaciones situadas alrededor de diferentes lagos y montañas que dan a esta zona su aspecto tan singular, se llega a Redmond, donde Microsoft ha extendido sus oficinas centrales.
El campus de Microsoft en Redmond parece una enorme universidad que se distribuye en varias decenas de edificios, repartidos entre verdes praderas, pequeños bosques y circundada por ríos artificiales y serpenteantes calles. Sí, es un lugar romántico en el que apetece quedarse más de una jornada. En lugar de ubicar el cuartel general de Microsoft en un enorme edificio de muchas plantas, la idea es distribuir los diferentes departamentos y equipos de trabajo en edificios separados. “Buscamos que cada equipo se sienta independiente y autónomo, pero sin olvidar que pertenece a una gran familia”, indica el guía de la compañía a los visitantes.
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Un recorrido por cualquiera de estos edificios permite ver los largos pasillos repletos de despachos. En el campus de Redmond nadie puede quejarse de no disponer de un despacho personal. “Cada trabajador opta a uno, aunque hay equipos de trabajo que prefieren estar juntos”, comenta el guía. “Además, cada uno puede adornar su despacho como más le guste”, añade, mientras muestra con orgullo las paredes decoradas de posters y muñecos en un despacho totalmente desordenado.
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Microsoft tiene actualmente 92.000 empleados en todo el mundo, de los que algo menos de la mitad trabajan en estas instalaciones, por lo que es casi seguro que cualquier producto de la compañía haya pasado por las manos o las ideas de los que trabajan aquí. El campus cuenta, además de oficinas y salas de reuniones, con diferentes laboratorios, instalaciones deportivas, varias cafeterías, gimnasios, e incluso una tienda para empleados, donde todo está al alcance de los que trabajan aquí.
Llama la atención la limpieza en todas las instalaciones y la falta aparente de seguridad. Entre los empleados de Microsoft hay un poco de todo: desde trajeados ejecutivos, hasta jóvenes con el clásico aspecto con el que se define a los geeks, pasando por hombres y mujeres de todas las edades y de diferentes nacionalidades, que van de sala en sala siempre con un café o un refresco en la mano (las bebidas y algunas chocolatinas las pone la empresa). Existen diferentes líneas de autobuses para el transporte entre edificios, aunque el visitante comprueba rápidamente que el futuro ya ha llegado a Microsoft, al ver que muchos empleados prefieren utilizar un Segway.
“La idea es que todos los trabajadores, independientemente del puesto que ocupen en la compañía, se sientan cómodos y orgullosos de trabajar aquí”, concluye el guía. Lo cierto es que cuando se habla con ellos transmiten esa energía. Además, se les anima a que “exploren opciones” y, contra todo pronóstico, a que “compartan código”.
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