Opinión · El repartidor de periódicos
Cero cortesía
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Se despertaron nuestros periódicos de papel esta mañana pidiendo al unísono un adelanto electoral. La desaprobación en el Congreso de la senda de déficit socialista ha reducido a la mitad los 100 días de cortesía que se le hipotecan gratis a cualquier gobernante nuevo. "Bienvenidos a la democracia", se jacta el director de ABC en su billete cotidiano. Bieito Rubido le recuerda a los de Pedro Sánchez "que están gobernando con 84 escaños, más el apoyo de filoetarras y golpistas. En cualquier otro lugar, la náusea estaría garantizada".
La Razón, en sosegado editorial, se pregunta "si no haría mejor Pedro Sánchez en adelantar las elecciones, quizás al próximo otoño". El Mundo alza la voz ya desde el mismo título: Sánchez se queda solo, abocado al adelanto electoral. En El País, Íñigo Domínguez habla del destino de España como "un tortuoso desfiladero donde transita una tropa de 84 voluntariosos exploradores, rezando para no perecer en la siguiente emboscada".
El efecto Casado ya está aquí. Hay prisa por un adelanto electoral. Y nadie repara en que unas nuevas elecciones solo repetirían, más o menos, la fragmentación parlamentaria de hoy. Quizá podría gobernar Casado, pero también con un gobierno Frankenstein, como gustan llamar a las alianzas electorales los que no han leído a Mary Shelley ni han entendido muy bien el concepto de democracia.
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Pedro Sánchez gobierna desde el 2 de junio y, antes de que agoste julio, ya están pidiendo nuevas elecciones, nuevo presidente, nuevo jefe de planta en el camisero de La Moncloa. Son los conservadores personas de grandes urgencias cuando no tienen el poder.
En tiempos de Mariano Rajoy en minoría, eran irresponsables los partidos de la oposición que no votaban con el PP, pues ponían en peligro nuestra estabilidad. Ahora que los partidos de la oposición no apoyan al PSOE, los irresponsables son los del PSOE, "voluntariosos exploradores", que escribió el brillante ID.
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No habrá paz para los malvados ni cien días de cortesía para Pedro Sánchez.
Echa uno de menos una seria reflexión sobre nuestra gobernabilidad tras esta fragmentación política que parece irreversible. Sin ganas de dar sermones, creo evidente cierta irresponsabilidad en los medios al pedir elecciones tan de amanecida. Ninguno se plantea el día de mañana tras las urnas. Será igual de fragmentario que hoy. Porque somos un pueblo fragmentario, y si no lo entendemos seremos un pueblo fragmentado (si no lo somos ya). Tendremos ya siempre un gobierno Frankenstein porque somos un pueblo Frankenstein. Y no es algo malo. Los pueblos optimistas, tan abundantes en algunos continentes como los unicornios, lo llaman diversidad. Y hay muchos que preferimos al monstruo de Frankenstein que al doctor.
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