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Opinión · Rosas y espinas

El rosa Felipe y las rosas del PSOE

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Entre los colectivos que merecen más respeto intelectual en esta España democrática, observo a los futbolistas, a los rojos, a los gais y a las lesbianas. En el orden que el aturdido lector quiera elegir. Yo escojo el orden inverso, ya que inversión suena parecido a perversión, y la perversión es el motor del arte y del futuro. El arte no es moral ni inmoral, es amoral, como debería de ser la política. Supongo que el lector avezado ya habrá descubierto que plagio al maricón de Oscar Wilde cada vez que me pongo viril, femenino, ser humano, digno e inteligente al mismo tiempo.

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Las razones del respeto intelectual que profeso a estos cuatro colectivos son variadas. A los futbolistas los admiro porque han conseguido que un penalti ocupe mayor espacio informativo que una reforma constitucional que nos miserabiliza. A los rojos, al contrario que a los dinosaurios, los adoro por haber desaparecido sin habernos castigado a todos con una fría glaciación, con lo que nos cuesta calefactar nuestras covachas a los pobres tras las pertinaces subidas de la tarifa de la luz. A los gais y lesbianas los venero porque han sido capaces de permanecer constantemente en la vanguardia siendo todavía perseguidos. Me objetará algún semántico que todo perseguido está siempre en la vanguardia, pues es muy difícil que te persigan estando tú en la retaguardia. Pero el buen entendedor entenderá. En los dos sentidos.

Intentaba la España libertaria y socialista capturar un bosón de Higgs con un cazamariposas, como corresponde a cualquier pueblo que aun conserve un sueño o una quimera no dormilones. Y en eso llega Felipe González y nos cuenta que él ya no es rojo, que ahora es rosa. No hablo de hace 20 años. Hablo de ayer.

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Higgs-event

Le preguntó ayer una alocada periodista al presidente de todos nuestro bonsáis (incluidos los ideológicos) que, si tras la algarada roja y abastillada de la última conferencia política del PSOE, se había vuelto también el señor González de la tal color. O sea, de la color roja.

-Yo soy moderado… Yo, como soy rosa, no sé responder a eso –dijo FG antes de huir despavorido.

A mí se me alumbran tres interpretaciones de las palabras del sevillano. Una: que Felipe González ha salido del armario (a su edad), pues lo rosa ya se sabe. Dos: que Felipe González ha urdido un chiste malo y homófobo para decolorar la palabra rojo. Tres: que Felipe González, al decir rosa, se refería a la rosa socialista. Pero entonces, Felipe, te has olvidado de que el sintagma iconográfico del PSOE también lleva un puño. Y unas espinas. ¿Qué hacemos las rosas sin el puño y las espinas? Si Mike Thysson militara en el PSOE, te daría un par de ideas iconográficas en los morros. Con el puño. Por supuesto.

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psoe

A Felipe González lo adoptó en Suresnes un Partido Socialista que era marxista y defensor del derecho a la autodeterminación democrática, o al derecho a elegir que ahora niega a vascos, gallegos y catalanes. Ahora nos propone un partido carmesí, moderado, pidiendo paciencia neolibreal a seis millones de parados y con los derechos humanos puestos en almoneda. Vaya mierda de socialista obrero. Nunca he visto a una obrera que se rebaje a utilizar un mono rosa. Aunque claro, entre ironía e ironía, a lo mejor Felipe les limosnea al obrero y a la obrera españoles alguno de los sestercios que cobra de esa cooperativa popular y ecológica llamada Gas Natural Fenosa, de la que es consejero desde 2010 percibiendo un mísero sueldo de más de 125.000 euros anuales.

Decía Alfonso Guerra (1980 o así) que cuando gobernara el PSOE a España no la iba a conocer “ni la madre que la parió”. Es el problema de decir frases grandilocuentes. A quien no conoce “ni la madre que lo parió”, desde FG, es al PSOE. Ay, qué triste la lucha por la libertad cuando se enarbolan solo lábiles pétalos de rosa. Si yo fuera capitán pirata al frente de cualquier marinería socialista, la rosa me la colocaría en la solapa y empezaría a utilizar el puño y las espinas contra ciertas jetas. Como la de FG.

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Felipe_y_Guerra(1)

José Bono decía anteayer que es mejor pactar con el PP que con IU. FG pinta ayer su viejo rojerío de rosa Fenosa. De momento, nadie los expulsa del PSOE de un rosazo y los manda a las FAES de las JONS. Y el PSOE de Rubalcaba, después del giro a lo rojo y a la revolución anunciado en la conferencia política de este fin de semana, vuelve a sus rutinas hebdomadarias de siempre y vota ayer, junto al PP, la partida presupuestaria que sigue manteniendo el choriceo aristocrático de nuestra Casa Real, de Urdangarín, y del asesino de elefantes (siempre que no haya bebido y al elefante no lo vea rosa, que igual le pega un tiro al PSOE). O sea, que los renovados rojos aprueban seguir soltando pasta a Juan Carlos para sus Corinnas y sus cosas de la mano de Rajoy y de Durán Lleida. Venga, coño, por lo menos abstenerse. Como cuando yo voy a entrevistar a cualquier ministro de la ultraderecha y le digo que no, que no me apetece el whisky de malta que me ofrece. Aunque me apetezca.

bono

Yo, personalmente, con tanta tontería, me estoy empezando a enfadar un poco. Como socialista, como obrero, como puño, como espina y como rosa. Debe ser que llevo estos últimos 31 años, desde que ganó las primeras elecciones aquel Felipe González, un pelín rojo rubicundo y susceptible. Pero es que los obreros, los parados, los socialistas, los rojos y la gente de a pie y de a rodillas nunca han sabido hacer política de izquierdas. Por eso no entienden este giro de 720 grados a la izquierda que ha dado el PSOE tras su conferencia política, y por eso tampoco les contrata Gas Fenosa. Y por eso, también, deseo fervientemente que nunca esos obreros y obreras nada rosas vuelvan a votar vuestra papeleta rosa. Jamás había visto una salida tan deshonesta del armario como la de este PSOE. Cuando volváis a entrar en el armario, que es ya, dejad la llave por fuera. Que ya nos encargamos de la llave nosotros. Los que una vez fueron vuestros votantes. Los obreros, los abandonados, los esperanzados, los socialistas y los gais que odian el rosa.

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