Opinión · Rosas y espinas
Los periódicos
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Andamos los periódicos de izquierdas protestando todo el tiempo por lo dividida que está la izquierda, y los que estamos divididos somos los periódicos de izquierdas. La voz del pueblo sin primarias. Los niños yunteros de las palabras y las ideas. Decimos que la izquierda está dividida, y lo decimos polifónicamente desde tres, cuatro o diez mil cabeceras: público, infolibre, eldiario, tantos. Todos, haciéndonos la competencia unos a otros, decimos lo mismo. Nuestras palabras divididas adjetivan todo lo divisible. Somos el dividendo del que se ríe el cociente/consciente. Que es la derecha.
La diferencia entre un negocio y un ideal es que el ideal nos proporciona ganancias a todos. A muy largo plazo. La miseria se reparte más rápido que la justicia.
En estos días de desazón trumpiniana y marianista, a uno le da por pensar que una conjunción galáctica de los pequeños medios de izquierdas sería más poderosa que El País o El Mundo y tal. Hay más gente queriendo hacer periodismo que periodistas cobrando por no hacerlo. Y yo soy el primero, no os vayáis a andar creyendo que disfruto dando doctorados.
No está dividida la izquierda política. Vamos a ser autocríticos y dejarnos de chorradas. Hay una división en el pensamiento de izquierdas, en el periodismo de izquierdas, que convierte a este mogollón de periodistas y escritores de izquierdas en una turbamulta de minorías. Yo deseo soledad, es cierto. Pero qué bien acompañado estaría por otras soledades.
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Yo, como ciudadano, necesito un gran periódico de izquierdas. Cuando digo esto en las comidas, me responden que es imposible por los egos. Por los amores y desamores. Por las pequeñas intrigas. Pero yo soy un gallego paleto del mar y del monte, y siempre respondo lo mismo: la fuerza hace la unión, y no al revés. Lo que nos pasa es que no tenemos fuerza. Diez periodistas de nuestros muy ultraizquierdistas medios han ido a Reus a contar cómo murió Rosa escanciada por la pobreza energética. A mí me sobran nueve. Los nueve que teníamos que haber estado ayer para que Rosa no se quemara. El periodismo no es contar estas noticias, es hacer todo lo posible para no tener que contar estas noticias. Y no lo hacemos.
Me pongo profesoral, yo, que soy el hijo de puta más mezquino que conozco. No sé si me estaré empezando a parecer a Arcadi Espada, con todas sus periodísticas lecciones.
La igualdad, la libertad y la fraternidad nunca se alcanzarán desde los partidos políticos, sino desde la información, el conocimiento y la cultura. Creo yo, desde mi gallega ignorancia. Me parece a mí, en esta noche de invierno, que los periodistas deberíamos de repensar un par de cosas. Aunque tengamos que sentarnos. ¿Alguien ha visto alguna vez a algún buen periodista sentado?
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