Opinión · Palabra de artivista
Las denuncias son el botellón de los fachas
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Ayer me di cuenta de que los de HazteOrín (da mucho miedo su nivel de ignorancia e intolerancia, como para mearse) han estado hablando de mí. O sea que en cualquier momento me cae una denuncia por ir "contra el sentimiento religioso" (una norma tan genérica que podrían haberla establecido como 2.1 Bla bla bla bla bla lo que diga el beato de turno). Pero, non preocuparsi. Yo contestaré "con papé-leeees" (acento italiano).
Si me tomo este tema a chufla, es porque toda la existencia de esa norma “contra los sentimientos religiosos” es de chiste. Porque ayer mismo otra de esas asociaciones fascis... católicas (menuda imagen le están dando a la Iglesia, como si necesitase ayuda en ese departamento) ha puesto una denuncia a las Juventudes Socialistas de Andalucía por ir (todos juntos ahora) “contra el sentimiento religioso”. Y lo peor es que un carca-juez ha abierto diligencias. Es una vergüenza que la libertad de expresión, la necesaria labor de asociaciones y personas que denuncian los vicios e injusticias que venimos arrastrando desde el franquismo y que permanecen intactas, sea perseguida (desde Garzón hasta Leo Bassi). Pero lo que es una auténtica aberración, es que en este Estado se persiga cualquier campaña para difundir el uso de condón, un asunto en el que necesitamos toda la ayuda posible (el procentaje de jóvenes infectado por HIV sigue subiendo). Porque esa es la causa de la denuncia: un anuncio que se atreve a utilizar la ironía para denunciar las criminales declaraciones de Benedicto XVI en África (y en general) soltando, a lo burro, que la causa del sida es el condón. Hay que ser bestia. El condón es la única prevención frente al sida. Lo digo por si algún católico infeliz se cree la burrada del Papa-Inmóvil.
La mera existencia de esa norma en nuestro Código ya evidencia el trato de favor y privilegio que se viene dando a la Iglesia Católica y a los fascistas (de la mano desde el franquismo). Pero lo más ridículo es la rutina que esos “amigos de la represión” han cogido de poner denuncias aprovechándose de la existencia de jueces adeptos al Antiguo Régimen.
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Por todo eso, últimamente he llegado a la conclusión de que las denuncias son el botellón de los fachas. Cuando cuatro fascistas se reúnen y no saben qué hacer, en lugar de comprarse cuatro litronas y dirigirse a la plaza más cercana, se sientan en sus oficinas subvencionadas, se atusan el cilicio y se preguntan: "Oye, ¿y si le ponemos una denuncia a...?". A esta inyección de adrenalina siempre le seguirá un reafirmante: "Yo tengo un tío juez que seguro que nos la acepta a trámite". Y así comienza su orgía represora. Están tanteando el sistema a ver hasta dónde puede llegar su prepotencia.
Pues yo, sinceramente, prefiero el botellón de siempre. Sólo le hacen daño a su hígado (y a nuestros oídos, olfato y envidia por no ser tan jóvenes claro).
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