Opinión · Palabra de artivista
Recuperar el activismo
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Hoy martes tengo la suerte de dar una charla y debate en la sede de las Juventudes Socialistas de Centro en Madrid (Calle Hernán Cortés, 9. Junto al Mercado de Fuencarral). El tema sobre el que debatiremos será "Recuperar el activismo: herramientas frente a la desactivación, la censura y los mecanismos de control".
La charla que mantendremos será viva y sin guiones (como debe ser el buen activismo), pero aquí os quiero dejar algunas reflexiones que había empezado a escribir y sobre las que debatiremos.
Recuperar el activismo: herramientas frente a la desactivación, la censura y los mecanismos de control
Activismo es un vocablo nacido en la izquierda, de la precariedad, de la rabia, de la necesidad y de la desesperación. Cuando estas agencias de activismo están de paseo por las venas del pueblo, de la masa alienada, de lo que se ha venido a llamar “minorías” (por mucho que lo único minoritario sea su participación en los órganos de decisión), la limpieza, energía y deslumbrante fuerza con la que el activismo surge es imparable, incontestable, inigualable e imponente. No ha habido Goliat que haya podido resistir el impacto de esa honda lanzada desde las entrañas de las masas marginadas, oprimidas, desahuciadas.
Pero cuando los agentes de ese activismo conquistan un espacio de humanidad, de no-precariedad, o consiguen, con mucho sacrificio, conquistar un mínimo de garantías para una vida digna, algo menos precarias, algo más acomodadas, el activismo empieza a desdibujarse, a volverse borroso, a perderse en el recuerdo de lo anterior. Entonces ya no es tan clara la pulsión de activismo, esa imperiosa pulsión que antes nos guiaba hasta la superficie para conseguir la bocanada de aire imprescindible para no morir ahogados en el fondo de los mares opresores. La comunión de generosidad, de solidaridad, que antes recorría a la izquierda y sus agentes de cambio, empieza a escasear hasta ser suplantada por la desidia, la indolencia, el egoísmo. A la mayoría le parece una molestia innecesaria, un engorro que mejor si le toca al de al lado solventar. Y así va transformándose ese activismo en un paria, un vagabundo, un sintecho que va deambulando por las calles de la izquierda sumiéndose en la tristeza del ostracismo, hasta que cae moribundo ante la indiferencia de los viandantes que, como mucho, le lanzan unas monedas con las que acallar su consciencia, por obligación, casi. No es mi asunto, piensa ese antiguo camarada. Llevo prisa para llegar a la fiesta de la democracia en la que ahora puedo entrar.
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Si a esto le sumamos el saqueo, secuestro y colonización de esa retórica por parte de la derecha, la Iglesia (siempre pendiente de convertir cualquier estrategia en una nueva forma de explotar su victimismo perenne) y los poderes fácticos, nos encontraremos en un verdadero estado de latencia. La pereza, la displicencia y la falta de solidaridad hibernan la necesaria generosidad de la izquierda hasta convertirla en pura pose. La confusión hace el resto. La insistente distorsión de la derecha, que convierte a víctimas en verdugos y viceversa, unida a esa pereza burguesa acaba por convencer a todos de que el activismo es “una cosa del pasado, antigua, agresiva, intolerante”. O algo “de todos”, de la derecha y la izquierda, un mecanismo democrático que nadie debe monopolizar. "Es tan legítimo que la derecha lo use para blindar su opresión como que la izquierda lo usase para denunciar la opresión”, parecen pensar las aburguesadas masas.
Estamos viviendo tiempos complicados para la izquierda. Tiempos precarios en ilusión, claridad e inmediatez. Es urgente recuperar el activismo eficaz. Volver de la teoría profusa, de la academia acomodaticia, de las fórmulas decimonónicas completamente anacrónicas en estos tiempos de traiciones, colonización y secuestro de nuestras retóricas para distorsionarlas y ponerlas al servicio de los oligarcas, el pensamiento mágico o Iglesia y, en definitiva, del patriarcado.
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El activismo, el buen activismo, es múltiple, inaprensible, rizomático y plural. No es fácil definirlo o atraparlo en una fórmula. Eso lo convierte en dogma, pensamiento único o trampa.
La izquierda es generosidad. Nunca está de más recordar esto cuando la sociedad española está encerrada entre los muros del privilegio. Dentro de ese fortín que es Occidente y que vive a costa de ¾ partes del planeta muriendo de hambre. En esa sociedad consentida, malcriada, privilegiada, lo único que nos puede llevar al activismo es la generosidad, la solidaridad, la empatía. Los factores determinantes de los que carece la derecha. Para la derecha, el activismo es otra herramienta de marketing con la que hacer más atractivos sus negocios, incrementar sus beneficios, ampliar la brecha que separa a la élite de la masa.
Este es el texto que pensaba leer, pero creo firmemente en predicar con el ejemplo. Así que la charla y debate será viva, improvisada, indefinible, sorprendente, rotundamente visceral... como el buen activismo.
Para vivir el debate, la charla, la reflexión en directo, venid esta tarde a las 20 horas a la sede de las Juventudes Socialistas y resucitad vuestro espíritu vital. Os espero. Os esperamos.
Si dudáis sobre la efectividad de ese activismo, os dejo algunos recordatorios.
1. Basta ya de manipulación cristofascista en Telemadrid
2. Basta ya de homofobia en el PP, señor Rajoy
3. Marcha Laica (y la manipulación cristofascista)
Finalmente, recordar que el activismo surge de la invisibilidad, de la censura. Cuantos más muros levanten, cuantas más espitas cierren, con más fuerza explotaremos. En una grieta, entre una soldura, o reventando las compuertas de sus presas. Pero ellos lo saben y por eso han incluido en el sistema opresor unas falsas espitas, la disidencia manufacturada, para que la energía que debería ir contra la máquina represora esté incluida, la alimente con espejismos de disidencia. Por eso es tan importante distinguir las vias de disidencia, de activismo reales de las manufacturadas.
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