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Opinión · Sin filtro

Una ley injusta e innecesaria

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Desconcierto, estupor, desacuerdo, verg?enza... son algunos de los sentimientos que expresan dirigentes socialistas cuando se les pregunta por la reforma de la Ley de Extranjer?a que ha llevado al Congreso el Gobierno al que sustentan. ?No s? qu? hacemos apoyando esto?, confiesa un dirigente del grupo parlamentario mayoritario. ?Voy a tener que estudiarlo, porque no paro de recibir mensajes alarmantes de las ONG?, admite otra relevante socialista.

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La norma se ha ganado la cr?tica un?nime de la izquierda y el desprecio de cuantas organizaciones trabajan en la integraci?n de los inmigrantes. La raz?n es sencilla: endurece las condiciones actuales para vivir y trabajar legalmente en Espa?a, trata a los inmigrantes como mera mano de obra en lugar de verlos como personas y establece cuantas barreras exigen quienes sostienen el discurso xen?fobo de que los de fuera vienen a quitarnos el pan de la boca.

Entonces, ?por qu? apoya la reforma el Grupo Socialista? La respuesta es tan simple como descorazonadora: los diputados cumplen siempre con la disciplina de voto, ni se plantean oponerse a una propuesta de su Gobierno. Pero, ?por qu? la promueve el Gobierno? Para entenderlo hay que volver a principios de 2008, cuando el PP incluy? en su programa electoral la propuesta de exigir un ?contrato de integraci?n? para conceder la residencia a los extranjeros. El PSOE, alarmado por los primeros indicios de una crisis econ?mica que no quiso reconocer y agobiado por amarrar esos votos indocumentados en los que suelen prender los mensajes populistas, se subi? al carro de la xenofobia conservadora y empez? a perpetrar el endurecimiento legal que ahora est? en tr?mite.

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Pasaron las elecciones. Arreci? la crisis. Los inmigrantes dejaron de venir a un pa?s en el que ya no encuentran trabajo... pero la burocracia sigui? su curso y la estrechez de miras impidi? al Gobierno aparcar el proyecto con el que el ministro Celestino Corbacho sustituy? al peligroso Jes?s Caldera, aquel ministro que cometi? la atrocidad de sacar a un medio mill?n de personas de la econom?a sumergida y hacer que empezaran a cotizar a la Seguridad Social.

La reforma de la Ley de Extranjer?a es de todo menos socialdem?crata. Pero tiene otros defectos m?s prosaicos: es innecesaria, injusta e incoherente. Innecesaria porque en 2009 ha ca?do estrepitosamente la llegada de extranjeros a causa de la crisis (el verdadero efecto llamada, no nos enga?emos, es la bonanza econ?mica) y crece el n?mero de ciudadanos que retornan a sus pa?ses. Es injusta porque trata al inmigrante como un delincuente potencial (permite alargar su internamiento sin cargo penal alguno) y multa a quien le d? cobijo como a un c?mplice. Y es incoherente con las pol?ticas de integraci?n y de ampliaci?n de derechos de las que el Gobierno socialista ha hecho bandera desde 2004.

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Repugna a todos, menos al PP, que en su escalada populista a?n la encuentra blanda. Ya ha recibido 500 enmiendas, muchas de ellas del propio PSOE. Ojal? el tr?mite parlamentario la deje irreconocible, aunque sea a costa de malgastar el tiempo de los diputados en una batalla que podr?a haberse evitado.

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