Opinión · Tiempo real
Traducciones
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Una traducción literal suele ser mala, cuando no ilegible. Y una traducción “libre” suele ser infiel al original. En alguna parte entre estos dos extremos se sitúa la traducción buena. Hay muchos traductores que “explican” en lugar de traducir. Temen que la frase tenga sentido sólo en la lengua original, y la versión que dan es en realidad una paráfrasis de lo que escribió el autor. Los grandes autores, sin embargo, suelen servirse de la lengua para expresar un concepto que, vertido sin arte en la página, habría resultado insulso. Un gran autor expresa, nunca explica. Las maneras de decir algo, posibles gracias a la infinita riqueza de sus propias lenguas, son igualmente infinitas, y son todas diferentes.
La gracia de una buena traducción es que, sin violar las reglas de la gramática, no viole la expresión del autor; y si, además de buena, la traducción llega a ser grande, que conserve los matices singulares del autor y, como apunta con genio Susan Sontag, transmita el espíritu “extranjero” del original; que no sea perfecta, en una palabra, al punto de parecer lo que no es: un texto escrito originalmente en la lengua de la traducción. “Para comenzar por el principio el relato de mi vida”, reza la segunda frase de una traducción más o menos reciente de David Copperfield. Es un caso clamoroso de una traducción “explicativa”. El original de Charles Dickens no dice eso, sino: “To begin my life with the beginning of my life”. Juguetón y dueño absoluto de su lengua, Dickens repite “life”, “vida”, bien sabiendo que el término tiene el doble significado de “vida” y de “autobiografía”, exactamente como en castellano. Una traducción literal habría sido en este caso fiel al original y a su matiz cómico: “Para comenzar mi vida por el comienzo de mi vida”. La reciente traducción española roba al original toda la gracia y lo traiciona.
Los títulos suelen ser quebraderos de cabeza para los traductores. Para seguir con Dickens, la traducción exacta de Great Expectations no es Grandes esperanzas (demasiado ambiguo) sino Grandes expectativas. Legítimo término legal, las “expectations”, simplemente “expectativas” en castellano, son, por ejemplo, las herencias en ciernes. Pip, el protagonista de la novela, es un futuro heredero. Heart of Darkness se debería traducir, para no traicionar el título de Joseph Conrad, Corazón de tinieblas. No El corazón de las tinieblas que, en inglés, habría requerido el artículo: The Heart of Darkness. Si Conrad no lo puso, por algo será…
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