Opinión · Trabajar cansa
Políticas activas con ánimo de lucro
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“No queremos tener una generación subsidiada y perdida para el empleo; no queremos que estén parados, aunque estén en desempleo.” -María Luz Rodríguez, secretaria de Estado de Empleo-
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Prepárense los parados, que vienen las políticas activas de empleo. Vaya novedad, dirán algunos. Sí, es verdad que ya existían aunque pocos las hubieran visto, pero a partir de ahora van a ser mucho más activas, hasta podríamos llamarlas hiperactivas para distinguirlas de las anteriores, que eran activas pero menos.
Una de las banderas del nuevo ministro es la reforma de tales políticas, que es como decir que los servicios de empleo van a pasar al ataque y no se limitarán a lamer las heridas del mercado laboral. La música suena bien, sí, pues todos coincidimos en que los parados quieren un trabajo antes que un subsidio, y tal es el objetivo declarado.
En cuanto a la letra, en primera lectura despista, porque el lenguaje político-laboral está siempre inflado de conceptos positivos y técnicos de soniquete irresistible. Así, nos hablan de políticas activas (¿quién quiere ser pasivo?) mediante orientadores (pues estamos perdidos) profesionales (mucho mejor que los orientadores aficionados) que diseñarán (verbo prestigiado) itinerarios (para no perdernos de nuevo) de inserción (lo contrario es la fea exclusión) y formativos (ay, la santa formación, bien la conocen quienes llevan años acumulando títulos, cursos y prácticas sin comerse más que alguna rosca, y dura).
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Vale, muy ilusionante, pero queremos saber qué sale de toda esa retórica. Y por ahora la primera medida es la entrada de las “agencias privadas de colocación”, que ya existían pero a las que ahora se añade la coletilla “con ánimo de lucro”, y ahí no hay retórica, se entiende todo perfectamente.
Dijo ayer la secretaria de Empleo que la finalidad de las políticas activas es “preparar a los parados para un escenario productivo y económico diferente”. Y es cierto: los parados de esta crisis deben prepararse para un escenario diferente, pero no el prometido de la economía sostenible, la tecnología y los molinos de viento, no. El nuevo escenario para quienes logren volver a trabajar será uno de mayor precariedad, sueldos más bajos y peores condiciones. Y para acostumbrarnos a eso sí pueden servir esas agencias privadas.
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