Opinión · Trabajar cansa
El copago, a sorbitos
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“En ningún momento hablé de copago sanitario, dije que había que ser valiente y aplicar medidas.” -Ramón Luis Valcárcel, presidente de la Región de Murcia-
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Después de tantas veces como se abre y reabre el debate sobre el copago sanitario, y la manera en que suele cerrarse con desmentidos y promesas de jamás de los jamases, tengo dos cosas claras: una, que más pronto que tarde habrá copago. Y dos, que cuando eso ocurra no se llamará copago, tendrá otro nombre y nos jurarán y rejurarán que aunque lo parezca no es copago, es otra cosa.
El del copago es un globo sonda frecuente, pero de vuelo cortísimo: apenas levanta del suelo, corren a pincharlo, en ocasiones el mismo que lo ha inflado, como ayer el presidente murciano. Y sin embargo, no pasa mucho tiempo sin que vuelva a cruzar el cielo brevemente el globo del copago.
Parece como si se hubiesen puesto de acuerdo para que cada vez lo lance uno, y que no pasemos mucho tiempo sin sobresalto: unas veces le toca a un dirigente, otras un experto, la siguiente un organismo nacional o internacional, otro día aparece un estudio… Y aunque en todas las ocasiones se apresuran gobierno y oposición a rechazarlo, ahí queda, y va haciendo su labor de zapa.
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Porque tras cada globo pinchado queda claro que no hay ambiente para el copago –que en realidad habría que llamar ‘repago’, pues pagaríamos dos veces-; pero los desmentidos siempre van seguidos de llamamientos al debate sobre la financiación sanitaria, lo insostenible del sistema, la obligada revisión de la cartera de prestaciones, etc.
No digo que no haya que debatir sobre la sanidad, incluida su financiación. Pero en esto, como en otras materias sociales, estamos en el peor momento para abrir debate, pues como ha pasado en las pensiones o el empleo, toda reforma sería a peor, a menos, e irreversible.
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Está claro que una reforma sanitaria que afecte a su carácter universal, público y gratuito es una medicina muy dura de tragar, y que provoca en el cuerpo social intolerancia, irritabilidad, ardores y descomposición entre otros efectos secundarios. De ahí que nos vayan dando sorbitos espaciados para que el cuerpo vaya tolerando el jarabe. Aunque visto lo que cuesta tolerarlo, más que una medicina parece un veneno.
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