Opinión · Trabajar cansa
Europa se hunde; por la tarde voy a la piscina
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“Las aguas revueltas de los mercados volverán a su cauce; haremos lo que sea necesario para garantizar la estabilidad.” -Elena Salgado, vicepresidenta económica-
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Según leí en toda la prensa española y europea, el lunes fue el peor día de la historia del euro, Europa se tambaleó, la unión monetaria entró en zona de grave peligro, fue un lunes tenebroso, nos asomamos al abismo, a un punto de no retorno, vivimos una situación de emergencia económica y de estado de excepción en los mercados, fue la jornada más aciaga desde la creación del euro, y podría seguir copiando titulares durante varios párrafos: jornada negra, caída libre, caos…
Eso sí, Europa se hundía pero yo por la tarde fui a la piscina, si me permiten la paráfrasis de la famosa entrada del diario personal de Kafka: “2 de agosto. Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, clase de natación.” Aquel día de 1914 se desataba la guerra mundial, pero Kafka lo anotó con frialdad en su diario, y siguió su rutina nadadora, equiparada en importancia al conflicto continental.
Sí, es verdad que no es el primer lunes negro, y ya hemos perdido la cuenta de las veces en que la economía europea ha sufrido terremotos, pánico y ataques, y por eso nadie se arrojó por la ventana el lunes, día al que se añadía la amenaza de suspensión de pagos de Estados Unidos -que al final quedará en nada, pero ya son ganas de jugar con más fuego-.
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Pero que llevemos más de un año de susto en susto no justifica la tranquilidad con que seguimos yendo a nadar mientras la guerra económica va a más. Porque aunque no sea tan visible como una guerra con misiles y tropas, sus consecuencias serán también devastadoras: en el corto plazo (con reformas y recortes que ya estamos sufriendo, y millones de cadáveres económicos), en el medio plazo (pues la crisis va para años), y a largo plazo (nada volverá a ser como antes, y en cuanto al riesgo de una generación perdida, hasta acabaremos celebrando que sólo sea una).
Sí, está el 15-M, pero tampoco es una respuesta proporcional a la gravedad del momento. Nos estamos jugando mucho, podemos perder muchas cosas, pero parece que estamos a verlas venir. Los primeros, los gobernantes europeos, que también van a nadar por las tardes.
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