Opinión · La trama mediática
Carpetovetonia feliz
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Compréndanlo. Es muy molesto que en plena carrera hacia Moncloa unos periodistas zarrapastrosos encuentren una cloaca -llámenla Gürtel- bajo tu alfombra. ¿Cómo lo arreglamos? Prohibamos a los plumíferos meter las narices donde no les llaman. Triste, si esto lo defendiera un político; tremendo, que lo haga todo un magistrado de la Audiencia Nacional y ex portavoz del Consejo General del Poder Judicial. Vean lo que proponía ayer Enrique López en La Razón: “Sólo queda una solución, drástica, hasta cierto punto un poco antidemocrática: la prohibición legal bajo sanción penal de publicar cualquier noticia relacionada con unas actuaciones judiciales practicadas bajo secreto sumarial. Entiendo que esto no guste a los periodistas”. Je, “un poco antidemocrática”, dice el locuaz togado. Será cachondo...
Después de eso, se puede proponer cualquier cosa. ¿Qué les parecería, por ejemplo, que a los pobrecitos estafadores multimillonarios se les librase del engorro y el oprobio de ir a la plebeya trena? Según Alfonso Ussía -de nuevo en La Razón- sería justo y necesario: “Sólo deseo la cárcel para los terroristas, los violadores, los secuestradores, los maltratadores y los violentos. Los delitos económicos se pueden subsanar devolviendo lo indebidamente apropiado”. Claro, hombre. En cómodos plazos y sin intereses.
Ni Igualdad ni Memoria
Prohibido descubrir marrones del PP y encarcelar ricachos. Sigamos construyendo la Carpetovetonia feliz. Desde las páginas de El Mundo, Martín Prieto levanta el dedo y sugiere terminar con la vaina esa de la igualdad. Según él, las mujeres serían las primeras en aplaudir: “Alguna vez se han preguntado los sociólogos qué harían las mujeres si las priváramos de una ancestral discriminación positiva muy anterior al mercadeo del mujerío con ZP y que va del lugar en un bote salvavidas al piropo y toda suerte de zalemas y cortesías. Los propios etólogos humanos se contestan: que las féminas se enfadarían muchísimo si los hombres las tratásemos tal como nos tratamos entre nosotros”. Rostro de cemento.
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Y para redondear el Paraíso liberal, que los huesos de los vencidos en la guerra civil se queden en cunetas y barrancos, que si alguien los puso ahí, sería por algo. En una viñeta de Mingote en ABC -¡hace falta valor!- dice la caricatura de Federico García Lorca: “Mejor sería que no encuentren mis restos donde los están buscando y así podría seguir en todas partes, como ahora”.
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