Opinión · La trama mediática
Cascos a la cabeza
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Sigue, y parece que va para largo, la trifulca entre casquistas y anticasquistas allá en la Tierra Diestra. Izada la bandera rajoyesca en La Razón, los hasta hace diez minutos partidarios del ilustre rebotado se cambian de acera. A la cabeza, José Antonio Vera: “Cascos se ha ido del PP muy a su estilo: con mucho ruido y general escándalo. Haciéndole un favor extraordinario al socialismo que dice combatir y perjudicando sobremanera a los votantes de 'su' partido”. Aún está fresca la tinta de la columna en la que lo ensalzó como el candidato imbatible en Asturias.
Alfonso Ussía, que también blandió su pluma por él, le pide ahora que haga mutis y se dedique a pescar salmones en el Sella: “Por esta vez, y reconociéndole toda la justificación a su monumental cabreo, haría bien en sosegarse y contemplar los aconteceres venideros desde la grada. Nos estamos jugando, entre otras cosas, una maravilla heredada que se llama España, y Cascos siempre ha sido un gran español”. Exactamente esa llaga le escuece también al editorialista de Cope: “Sería una trágica ironía que Cascos, que tanto hizo por desarrollar una derecha moderna, alimentara un nuevo proyecto personal regionalista. El bien de Asturias y el bien de una alternativa sólida para toda España deben estar por encima de otras consideraciones”.
La bragueta del sexagenario
Es la misma teoría de Luis María Anson, que sin evitar la bofetada a Rajoy y a quienes el académico moteja reiterativamente como “púberes canéforas”, sentencia en El Mundo: “Revolverse contra un partido al que se ha pertenecido durante tres décadas no es una posición elegante. (…) Hay algo de venganza personal en semejante actitud. El exministro quiere poner a Rajoy a los cascos de los caballos”. Desde la última página del diario de Pedro Jota, Raúl del Pozo, que casi siempre elude escoger bando, reparte brea a tirios y troyanos antes de definir tal que así la reyerta: “Ha estallado una desigual y descarnada batalla entre Cascos y la parte más confesional del PP asturiano, que critica la bragueta alegre del sexagenario”.
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En ABC, oficialmente aliado con las huestes marianas, Tomás Cuesta hace de verso suelto y desmonta con una sola frase a los anticasquistas sobrevenidos: “Los mismos que jalearon a Tomás Gómez cuando plantó cara a Zapatero en el episodio de las primarias para elegir al rival de Esperanza Aguirre descargan ahora plomo y metralla sobre Francisco Álvarez Cascos”.
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