Opinión · La trama mediática
Erre que erre
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Aquella vieja batalla por la Ñ va a quedar en broma al lado de la guerra por la R auténtica que han declarado los emplumados cavernarios. “Con R de Rajoy”, ruge en La Razón José Antonio Vera, tan entregado que se diría que el famoso gol de hace un año no lo marcó Iniesta: “El cambio que formula [Rajoy] es un cambio con R de verdad, con la R de la responsabilidad que transmite su candidatura, de las reformas que recoge su programa, del recuerdo de una gestión que recuperó en muchos ciudadanos el orgullo de ser español”. Oé, oé, oé, oé.
En ABC, nada menos que seis columneros disparan sus saetas verbales al candidato socialista. ¿Todo palos? No crean. A Juan Manuel De Prada le ha debido de picar algún tábano de estío, porque su pieza es más bien laudatoria: “Basta ver cómo se desenvuelve en la tribuna del Congreso o en las comparencias ante los periodistas para descubrir en él recursos que la mayoría de sus colegas no huelen ni de lejos: es sagaz, sarcástico, muy aceradamente insidioso y corrosivo, encantador cuando quiere serlo, viperino cuando las circunstancias lo exigen, de una rapidez mental temible y fustigadora”. Diagnóstico: síndrome de Estocolmo.
El ordenador de Dávila
Que no se entere Carlos Dávila, porque lo cruje, igual que hizo ayer en su recuadrito de La Gaceta con los adoradores de El País, a los que se les había la mano en la loa al viejo hombre nuevo: “Desde luego que a estos colegas paisanos no les va a faltar de nada ni les pasará nada. Bueno, de hecho, no les ha pasado. ¿A que no han tenido que cambiar de teléfono cada dos por tres? ¿A que su ordenador no parece una carraca chivata?” ¡Anda! Aquella cuestación de Intereconomía era para comprar material informático.
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Más metralla, aportada ahora por el editorialista de Libertad Digital, que no necesita bola de cristal para adivinar el porvenir: “El ex ministro del Interior dedicará todos y cada uno de los días que resten hasta las elecciones a su acreditada especialidad: retorcer, manipular y tergiversar la realidad. Por eso será necesario que, mientras tanto, sus mentiras se combatan con la verdad. Lo último que necesitaría España son otros cuatro años de un desnortado radicalismo izquierdista”.
Y como síntesis y corolario de la torrentera de invectivas contra el de Solares, la de Federico Jiménez Losantos en El Mundo: “Este Rubalcaba no es E de errático, es R de Ridículo”.
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