Opinión · La trama mediática
Plumas cortesanas
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La irreal casa real manda cortar la cabeza —metafóricamente, no fastidiemos— al pariente político tarambana. Sólo entonces el sumiso, silente y cortesano ABC se atreve a editorializar sobre el asunto. “Corona ejemplar”, titula con el incensario en una mano. En la otra, la daga para descabellar al que ha manchado la sagrada institución: “Los pescadores en río revuelto chocan contra el prestigio y el arraigo social de la Monarquía Parlamentaria como forma política del Estado”. Hasta ayer nomás todo eran reverencias para Don Iñaki.
También en La Razón se han vuelto lanzas las cañas protectoras del infante consorte. “El nivel de información que circula es más que suficiente como para apartarle temporalmente de sus actividades oficiales, tal y como se comunicó ayer”, aplaude José Antonio Vera. Y con más fervor a la vez que saña, el editorialista: “Acierta plenamente Spottorno, no sólo en desvincular nítidamente a la Familia Real de los negocios privados del esposo de la Infanta Doña Cristina, sino también en calificarlos de inadecuados en virtud del rango institucional que ocupa”.
Juan Carlos I el autoritario
En El Mundo, curiosamente piadoso, este titular de primera página a todo trapo: “Golpe de autoridad del Rey al apartar de la Casa a Urdangarin”. El editorialista (¿Han leído Pedro Jota?) corre a explicarlo: “Se trata de un golpe de autoridad del Rey que tiene trascendencia en los dos tableros en los que se dirime esta partida. El primero, y más importante, es el de la opinión pública”. O sea, que lo han hecho por el qué dirán.
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Con mayor belicosidad, en virtud de las cuentas pendientes con la coronada testa de su mandamás Jiménez Losantos, Libertad Digital editorializa: “Cada minuto que Urdangarín permanece a cobijo de sus suegros, con particular énfasis por parte de doña Sofía, la Casa del Rey, la Familia Real y la Corona sufren el deterioro de lo que como mínimo ha de calificarse de deslealtad por parte del padre de los cuatro hijos de doña Cristina”. La pieza rezaba “La casa real da la nota”.
Fuera de concurso, un poltergeist en La Gaceta. Su editorial se titulaba “Rajoy escuchó a CiU” y era un lamento porque los malmetedores catalanes habían influido en el elegido por el pontevedrés para presidir el Congreso. Justo debajo, el director del papel intereconómico, Carlos Dávila, se hincaba de hinojos y proclamaba: “Bien por Rajoy”. Curioso.
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