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Opinión · Versión Libre

Hablen con ellos

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Si algo ha puesto de manifiesto el movimiento Democracia Real Ya, más allá de sus reivindicaciones concretas, es la necesidad creciente que tienen muchos ciudadanos –en España y en todo el mundo– de que se les escuche. De que sus voces, y sus votos, encuentren un encaje más efectivo en una democracia que se precia de emanar del pueblo. Esa sensación de los ciudadanos de ser meros actores secundarios en una sociedad dominada por fuerzas superiores no es nueva. Sin embargo, el desarrollo sin freno del capitalismo financiero desde los años setenta y, sobre todo, la terrible crisis económica que ese capitalismo ha provocado han acrecentado la peligrosa percepción de que la democracia es una ficción y que los destinos humanos están gobernados por poderes económicos que nadie ha elegido, que doblegan a los gobiernos y que se sirven de una legión de “expertos” para propagar sus doctrinas.

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Resulta muy elocuente al respecto un análisis del Pew Research Center sobre el tratamiento informativo de la crisis por parte de los medios de comunicación estadounidenses. Los investigadores analizaron 9.950 noticias, reportajes o entrevistas en distintos soportes mediáticos –televisión, radio, prensa, internet– y, al evaluar qué fuentes se citaban en las informaciones, encontraron que la inmensa mayoría de las voces reflejadas eran de representantes gubernamentales (con Obama a la cabeza), empresarios o expertos “independientes” (que suelen servir a intereses económicos, como queda bien expuesto en el documental Inside job). Ciudadanos y/o trabajadores, por contra, sólo aparecen citados en el 8% de las noticias sobre la gravedad de la recesión – pese a ser quienes la han sufrido con más crudeza– o en el 9% de las informaciones sobre el sector financiero. Y mientras empresarios son citados en casi el 40% del total de las noticias, representantes sindicales sólo aparecen en el 2%.

El estudio del Pew Research Center no hace sino mostrar el reflejo que tiene en los medios de comunicación eso que los ciudadanos observan con creciente malestar: que sus opiniones y sus inquietudes individuales no cuentan. Que el poder sólo recurre a ellos para que sufraguen, con sus impuestos, los desmanes del gran capital.

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