De Steve Bannon a la franquicia antimigratoria: así nació el discurso de odio
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El discurso del odio hace años que está causando estragos en nuestra sociedad, pero, ¿sabes de dónde viene y cómo se creó? A principios de 2010, un grupo de ideólogos, liderados por Steve Bannon, conocido asesor de Trump, desarrolló una metodología para hacerse con el poder político basada en el discurso del odio. El discurso de Bannon no es nuevo. Pero lo que sí que es novedad es la metodología que utiliza: incorpora las herramientas digitales. Desde redes sociales a tratamiento de datos o inteligencia artificial. Y su estrategia funciona. Ha sido utilizada, con éxito, en una gran cantidad de países durante todos estos años: desde Estados Unidos con Trump, a Italia con Salvini o Meloni hasta España, con Vox. Desde porCausa le pusimos un nombre: franquicia antimigratoria. Son como un McBurger, pero de la aplicación del discurso de odio. Es decir, misma comida basura, pero adaptada a cada país. En este caso, a cada votante: los mismos bulos y los mismos odios, aplicados a diferentes poblaciones migrantes.Por ejemplo, en Holanda el objetivo es la población turca; en Grecia, la siria; en Chile, la venezolana y en España, la marroquí. Nada es casual y todo está medido. El mayor éxito de toda esta metodología es que los partidos que la usan han entendido una cosa fundamental: el odio es, principalmente, una herramienta de unión. Junta a unas personas con otras a través de un sentimiento común de rechazo a una tercera persona. Los partidos de la franquicia están bien organizados. Hasta ahora, mejor que el resto. Entienden que lo que las personas sienten no está vinculado a realidades, sino a percepciones. Y responden de forma eficaz a las inseguridades de la mayoría.Y, todo esto, sucede en un entorno en el que los gobiernos no tienen políticas públicas estratégicas y trabajan con políticas cortoplacistas. El 16 de junio de 2016, un ultraderechista animado por la campaña a favor del Brexit mata a Jo Cox, una joven parlamentaria defensora del apoyo del gobierno a la población siria. El hombre mató a Jo Cox a gritos de "Gran Bretaña, primero". Siete días después, salía el 'sí' al Brexit, demostrando que el discurso de odio es inexorable y, como la peste, no tiene límites en su capacidad de destrucción. La muerte de Jo Cox fue uno de los primeros hitos de la consagración del discurso de odio actual. Demostró qué la contaminación del debate público con mensajes de odio es el preludio de acciones de odio que pueden llegar hasta el asesinato. Y, dejó claro que, sobrepasados los límites éticos en la palabra, ni el magnicidio de una persona buena como Jo Cox moviliza masivamente a la sociedad. Lamentablemente, lo que vino después ya lo sabes.Pero, atención, el odio se puede hackear y se puede parar. Si quieres saber cómo, síguenos por aquí. LUCILA RODRÍGUEZ-ALARCÓN, directora de la Fundación porCausa.
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