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La madre de Mallorca que acoge a la ucraniana que gestó a sus gemelas y otras historias de solidaridad

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La sonrisa de Svitlana es un gesto efímero que se pierde al hablar de su hijo mayor. Recién cumplidos los dieciocho años se ha tenido que quedar en la reserva ucraniana y no ha podido acompañarla hasta Mallorca, a donde ella ha llegado con el resto de su familia. Ahora se encuentran en la casa de Antonia a la que conoce desde que hace seis años gestara a sus gemelas. En Alacuás, Valencia, las paredes de un convento acogen a cien refugiados entre los que hay veinte menores. Todos reciben, además de alojamiento y comida, apoyo psicológico, traductores y el proceso de escolarización. Y desde Ribeira, en La Coruña, Rubén fue hasta la frontera de Polonia. Allí ayudó a dos mujeres, ambas de nombre Valentina, para que llegaran a España y, pese al poco español que hablan, es suficiente para responder con un gracias a tanta solidaridad.

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